martes, 30 de diciembre de 2008

2008 : ahora puedes descansar en paz

Este 2008 ha sido muy especial para mí. Fue el año en el que todo comenzó. No es que mi cabeza este cruzada solo por mi tema con la sexualidad, pero no puedo negar que me reprimí durante 20 años. Y cuando todo explotó ya nada fue igual. Fue como si estuviera esperando inconscientemente ese momento, que fue el desencadenante de mi actual felicidad. No soy un iluso (yo soy de los que creen que la plenitud llega al final de la vida), pero este año supe realmente, con pruebas, que podía estar bien, que el mundo no estaba en contra mio, que todos tenemos oportunidades, que nada es tan malo como parece... que el que sabe esperar obtiene lo que quiere, que todo se aprende. Vean, no sé cómo expresar lo que en este momento siento. En estas dos horas fui de la tristeza a la resignación, de la alegría a la calma; luego sentí un vacío que conozco poco, que me deja el espíritu calmo pero inquieto. Y me di cuenta que no voy a poder decirlo con palabras, puesto que vengo retrazando este post desde hace tres días y ya no me queda más tiempo.

Cuando no se puede no hay que forzar nada. Así que les dejo un beso a todos. A todos mis comentaristas (que son los mejores) puro éxitos. A Gabriel un TE AMO enorme. A aquellos que corresponde un GRACIAS. Y nos leemos pronto.

Ahora mi regalo de Año Nuevo (sí, a veces, soy cursi).



miércoles, 24 de diciembre de 2008

Navidad para todos

Estoy pasando una pre-Navidad de mierrr..., desde antes del medio día de este 24. Pero no voy a hablar de eso, porque me pasa siempre, y porque estas fiestas son siempre un bajón que no puedo pilotear.

Mi tema es otro.

Estuve leyendo por todos lados que las mujeres suelen regalarse para las fiestas una prenda de ropa interior (la de allá abajo), rosa, para las fiestas. Solo por hoy me voy a liberar del tabú de llamar la ropa interior por su nombre (sí, padezco de ese vergonzante tabú). Las mujeres, entre ellas, se regalan por lo menos una bombacha rosa para esta Navidad. No lo entiendo. Evidentemente es una tradición que no tienen ganas de romper. Pero ¿por qué una bombacha? ¿Y rosa? Si hay algo que no encaja en todo este esquema mío es el color, aquel exclusivo de las niñas y de los homosexuales de antaño (aunque últimamente se puso muy de moda en las remeras de todos). Bombacha rosa... me imagino a todas las féminas de una reunión navideña... hermosas ellas, con sus mejores telas, peinadas como ángeles, auténticas bestales. En mi imaginación las veo en pollera. De repente, la virgen de los vientos de Sabina les levanta esa pollera. Ellas no tienen buenos reflejos como Marylin M. Y a todas se les ve la misma bombacha rosa... un horror.

Bombacha me suena a ropa interior de vieja mujer decente. Una prenda amplia que cubre y sostiene todo (así la imagino). En mi mente no caben (¡y no sé por qué!) esas... bombachas... que tienen otro nombre... más... (¡dale Gustavo!, animate)... ¿divertidas? (carita ruborizada). Ni esos famosos culots (estoy seguro que mis amigas los llaman así) que tienen mucha onda.

Y rosa... dios... Yo regalaría una blanca, o roja... hasta azul, no rosa.

¿Y los hombres? ¿A nosotros no nos regala nadie nada? No da para que nos regalen nada de eso rosa... Pero, qué sé yo, este servidor no se ofendería si entre los "regalos usalo antes” se incluye...

CAMPAÑA "REGALAME UN CALZONCILLO BLANCO PARA LA NAVIDAD '09"

Visto que las mujeres usan una bombacha rosa nueva la noche del 24-25 de diciembre (laudatorias para las que interrumpen su uso en medio del festejo), esta campaña se propone regalar al caballero un slip o boxer a preferencia (yo me quedo con el segundo) de color blanco... el negro esta trillado, el rojo es de fiestero. A mi el blanco me encanta. Y me queda tan bien...

Condiciones: que sea de algodón.

Aca una fotito mía con mi regalo de la Navidad '09 (el chico sería yo).

lunes, 22 de diciembre de 2008

Muerte al flogger

En el día de ayer, Domingo, a la salida de un boliche, un chico llamado Guillermo, 16 años, en la provincia de Córdoba fue, digamos, ¿se puede?, “sencillamente” asesinado... por flogger. Sí, yo cuando leí la noticia en Crítica de la Argentina pensé que Cumbio -que escribió una nota de opinión- estaba haciendo una denuncia social con palabras metafóricas un poco desvariadas; no me reí, pero me detuve a leer, para tener posteriormente un comentario para poder mofarme entre los míos. Si era metafórico, no entendí lo que dijo, por lo que me fui a la nota de referencia: “MATAN A GOLPES A ADOLESCENTE FLOGGER”. No resultó ser un anzuelo, sino la cruda realidad: “por llevar pantalón violeta, camisa amarilla, comba y zapatillas blancas” -reza la nota-, fue el blanco de un grupo de no se qué (¿cumbieros?, no importa; en serio, ahora no), que le dijeron lo último que escuchó en su vida: “Estas vestido como un flogger”. A continuación le propinaron patadas y piñas “hasta el hartazgo” -otra vez Critica- especialmente en la zona facial y craneal.

Y era flogger, no Superman. Con esa golpiza no pudo menos que morir. Lejos de su casa, de sus amigos, muy ajeno a todo aquello que había ido a buscar esa madrugada: sana diversión. Por detrás dejó una vida trunca, otras muchas destrozadas, y un sinsabor de impotencia en más de uno de nosotros.

(Nota: A mi no me gustan los floggers, por representar lo peor de la adolescencia -aquella de la que no se salva nadie-, pero jus-ta-men-te entiendo que son chicos jóvenes, púberes, y que la rebeldía les explota por algún lado. Y mi disgusto con los floggers termina ahí. No más.)

¿Qué onda? ¿Ahora matan por ser flogger? Uno intenta (yo no puedo), y se pone de los dos lados. No se puede justificar, pero diríamos que los atacantes les molesta que otros “tengan más” y ellos no (hablamos de plata, ¿no?, entre otras...). Porque acá “ellos” atacan (matan) por diferencia: ellos se opone a nosotros, pero no digamos nosotros, esta vez le toco a otro... “Ellos” mataron a “otros” por diferente. Por intolerantes. Sí, son intolerantes. No se bancan la adversidad de la vida. ¡Y que bien que está! Pero eligen la peor de las formas para decirlo, sin conseguir nada a cambio. En este caso, matan.

...

A un costado de la nota había un cuadradito. A mitad del mismo ya pensaba que era un pelotudo el que escribía; pero me equivoqué, resultó ser pelotuda. No quiero influenciar la opinión de nadie, mejor vallamos a los hechos. Después pensemos de cuántos lugares viene toda esta mierda:

¿Será floggerfobia?

Hay cierto acoso a estas tribus, aunque ellos lo nieguen. A veces, sin quererlo, los propios floggers provocan estas situaciones. Nada justifica la violencia, pero los cumbieros o los del hip-hop, que pertenecen a una clase media o media baja, se sienten agredidos cuando los floggers hacen alarde de las marcas o de las cosas que tienen.

Siempre hubo chicos de clase media y clase baja, pero la violencia está tan latente en nuestra sociedad que cualquier cosita que tocás explota. Hay adolescentes que tienen que diluir su estética floggers, en el colegio porque si no, a la salida, los agarran a trompadas.

Lamentablemente esto va a seguir creciendo. Los sociólogos pronostican la creación de tribus más violentas, como sucede en el resto del mundo, y el contexto está dado para que así sea. Lo que pasa acá con los floggers esta pasando con los emo en México, donde los grupos se juntan a pegarles y ridiculizarlos. Allá se habla de una emofobia y nosotros podríamos hablar de una “floggerfobia”.

[La pelotuda es] María José Hooft, autora del libro Tribus urbanas, maestra de la cátedra Subculturas Juveniles en distintos institutos. Las negritas las puse yo.

martes, 16 de diciembre de 2008

Muntazer al Zaidi



Muntazer al Zaidi es iraquí, periodista, y como muchos... odia a Bush.
...
...
...
...
De hoy en más en mis oraciones. Larga vida para tí

domingo, 14 de diciembre de 2008

Noche de sábado

Hacía mil que no salía un fin de semana. Porque no tenía plata, porque alguien más no podía, porque no quería molestar o no era el momento indicado. Excusa va, excusa viene... hacía más de dos meses que no salía. Y es mucho tiempo. No es que no haya tenido periodos de reclusión mayores. De hecho empecé a salir de noche recién este año; antes no me llamaba la atención. Pero como el hombre es un animal de costumbre (mi tía diría que también es muy fácil que se acostumbre), esta situación me producía algo de angustia. Cosa que ya pasó.

Ayer me fui de casa como a la una de la mañana. Debía haber estado una o dos horas antes en el centro, pero entre esto y aquello (y un poco más de lo otro), se hicieron las 12 y no me había bañado, no sabía que ponerme, y mi pieza era el Caos mismo.

Llegué al centro, y me llamó Gabriel; que estaban en la casa de Maxi, con los chicos; que valla para allá.

Llegué. Tristísimo. Parecía reunión de héteros. Y la música tan divertida... Ni para tomar había. Hasta que de la nada apareció un tal Vaianu, que no esta mal, pero no es como el comercial promete. Y nos fuimos al living a esperar. A un tal Gustavo. Que no era yo. Y “que dónde se metió”, y “que porque no llega”; que “quizás le robaron el celular y no puede comunicarse”, que “esta tirado en una zanja”, o peor, que “esta super encamado”. Cuestión que el alcohol era poco, pero las risas de unos abundantes, y la cara del otro fatal.

-Vamos a la “X”-, (ex Extasis, actual We Love; más fácil la “X”), -capaz que esta esperando ahí-, dice el plantado.

-¿A la X? Noo, yo quiero ir a Pin Up, y no quiero pagar dos veces-, le susurro lastimero a Gabriel. Teníamos entradas gratis para Pin, pero por esperar a mi tocayo se nos vencieron. Y él, Gabriel, que es tan bueno con todos, me termina convenciendo con que “estamos un rato y después nos vamos”, con “no lo podemos dejar colgado” y con más entradas gratis (esta vez de “X”) que al final nos salieron 15 pesos a cada uno.

Bueno, sí; fuimos a la X. Yo no conocía, y la verdad que era como una deuda pendiente. En Mar del Plata hay dos boliches gay, que se dan el lujo de hacer con nosotros lo que quieren. O vas a uno, al otro, o con los “otros”.

Entramos. Si en la casa de Maxi era tristísimo, esto era un horror. Era el típico antro de los '80. Con el descarte musical de los '80 también. Muy película norteamericana de época, en donde el director trata de hacer énfasis en lo marginal. A mal tiempo buena cara, trato que sea mi consiga, y le pongo onda. Me muevo como puedo, sin una gota de alcohol, con esa música imbailable (Nota: amo la música de los 80, pero todo a su momento y lugar). Finalmente concluyo que la “X” no esta nada buena: no hay chicos lindos, y sí muchas mujeres; es chiquito y no tiene onda.

Salimos. Acompañamos con cara de pocos de amigos al plantado, que se fue cabizbajo.

Vamos por fin a Pin. Entramos. José no tenía plata. Por lo que después de mucho pensarlo decido pagarle la entrada porque si no no entraba (la idea era pagar solo el transporte, no el valor de 3 entradas más el transporte, pero bueno, dios proveerá).

La gloria. Ya escribí antes un post sobre Pin Up; no es gran cosa: es chico, hubo veces que la música tuvo problemas, pero que bien que la paso cada vez que voy. Al instante nos mandamos a la pista a bailar. Hasta que empezó el show de los transformistas, que estuvo muy bueno. Terminado, volvió la música, y creo que llegué al climax cuando pasaron You spin me arround (remix).



Después, de la nada, regetón (¿se escribe así?). Todo bien (no voy a decir ahora que estoy harto de esa música), pero no sabía que en este tiempo que no iba a Pin hubiera cambiado tanto. No es un estilo que me moleste mucho más, pero no fui a bailar eso, y cómo me costó.

Creo que lo que más me molestó fue lo loca que se puso la gente cuando empezó esta música. Como si hubiesen estado esperandola toda la noche. Sí, loca; hasta hubo una parejita al lado nuestro que entre el meneo y el perreo (?) se pusieron a practicar sexo oral (lo juro, el chico le levantaba la mini falda y bue...). Al final (en realidad, a la mitad), ya me movía sin ganas, cansado. Cuando después de más de una hora, a media de irnos, volvió la música de siempre. Fue como renacer, pera ya estaba cansado.

Perdidos nuestros acompañantes entre la multitud, con Gabo nos fuimos solos. Llegué a casa a las 8 y tuve que bañarme. Me desperté re temprano (para mi, a las 15 después de trasnochar es temprano), y aquí estoy feliz y contento. ¿Preguntas?

lunes, 8 de diciembre de 2008

Palpando las Fiestas

El post anterior lo tenía que escribir si o si. Era una deuda. Yo sé que no salió bien, que no dije todo lo que tenía que decir, pero bueno, hoy me dieron ganas de ocuparme de eso; a ver si todavía muero a manos de un chorro (ladrón) y no dije aquello que los noticieros, después de mi muerte, levantarán como “las últimas palabras del joven estudiante muerto a manos de malvivientes” (los que me conocen dirán: era un chico tan bueno, tan tan bueno; y lindo, que lindo que era...).

Me hace bien teclear un poco. Y ahora me vuelvo por acá, porque es 8 de diciembre, día de la virgen (Nota: hoy también canta Madonna en Argentina), día para el cual tenía planeado desde hace unos días una publicación relacionada con el título.

No me gustan las fiestas. En realidad, nada que sea por esta época, excepto las variedad de frutas, de flores, las lluvias (¡ay, que gay!, jaja), y creo que nada más. No puedo disfrutar del verano porque soy alérgico al calor (sí, dije bien; por ende al Sol también); no voy a la playa por eso -excusa 1- y porque como de chico fui obeso (ahora soy divino) tengo complejo con mi cuerpo -excusa 2- (y no quiero que mi mamá se entere que me depilo, porque de otra manera no me desnudo a campo abierto -si la cosa se pone brava, esta es otra excusa). Además estar en vacaciones implica, desde hace unos años, que tengo que trabajar en temporada: si no lo hago (como el pasado año, y el anterior al anterior también) no me puedo comprar lo que quiero, papá me pone caras raras , y me aburro (por dios que sí).

Cuestión que todo esto de los calores en esta parte del mundo me irrita. Me irrita también tener que estar “flaco” o “modelado” de una manera especial, por estar más suelto de ropa. Eso quiere decir también comer más sano. Sano. Eso es lo que no se puede cuando al inicio del verano/vacaciones estivales están las fiestas.

La tradición argentina en su afán de no sé qué, copió lo que pudo, por ejemplo, las calóricas comidas del hemisferio norte. Supongo que algo autóctono para estas celebraciones serán las terribles reuniones de la familia extensa, con música -que nunca es la que me gusta-, más comida -ya estoy harto del vitel toné-, cohetes, y noche de olvido toda la madrugada (este 25 me encuentran en Pin Up).

Desde que trabajé dos larguísimas semanas, por un sueldo más que magro, en un bazar, en plena época pre-fiestas, odio estas celebraciones. Siempre digo que haber vendido artículos navideños en aquel diciembre me volvió pagano para toda la vida. En esos días de locura (13 horas corridas, con intérvalo de 15' para comer y estar sentado) no paré de vender luces para arbolitos, bolas y boas para arbolitos, pesebres para arbolitos, arbolitos desde 20 cm hasta 2 mts. Hasta ridículos disfraces y caretas de Sr. Noel vendía (versión hemisferio sur, claro está). A dios gracias que no estuve en casa en el día entero para acordarme del dichoso pino y sus bolas tristes.

Pero ese verano tortuoso terminó. E inevitablemente llegó el siguiente, con la misma historia: el bendito árbol, las luces y toda la parafernalia de una sociedad en crisis. Y no me gusta. Me es absolutamente indiferente, sin sentido. Entiendo que no debemos romper la ilusión de los infantes. Pero en mi casa el más joven tiene más pelitos que el más viejo. Entonces, ¿para qué sacamos esa cosa polvorienta todos los 8 de diciembre? ¿Para quién?

Recuerdo que el la última Navidad, cuando estaba más cerca de las creencias sobre la Madre Tierra y el Universo que mantengo actualmente, me acordé de Jesús (que debemos colocarlo en el pesebre a las 12); mi familia brindo, y alguien recordó, una hora después, al Salvador. Tradición y creencias como estas, yo, ASÍ NO.

Menores de edad

Es de público conocimiento la crisis social que estamos enfrentando en cuanto a seguridad (los que viven lejos, solo lean los titulares de diarios argentinos).

La situación se desmadró. Ya no nos roban monedas, una bicicleta. Ya no entran furtivamente en las casas y se llevan lo que encuentran. Ya nada de lo anterior es esporádico. Todo es periódico y constante. Con plus de muerte. Nos matan. ¿Quiénes? Ellos. Porque es así. De un lado estamos las víctimas (la gente que trabaja, los ricos, los pobres dignos, los que viven y dejan vivir... los que no somos ni una cosa ni la otra, sino que luchamos, poco o mucho, por estar mejor). Del otro lado los victimarios (los excluidos, los descendientes de los eternos “grasitas” de Eva Perón [bueno... los morochos], los que son “chorros” porque quieren... que se yo, la fauna es tan amplia que no quiero detenerme en este momento sobre su diversidad).

Sí; estamos muriendo. Y no es que me preocupe una merma en el futuro censo. La gente honesta en este país es mucha, y siempre será más. Lo que me preocupa es la muerte misma, que es igual para todos. Cada uno de nosotros somos pasibles de morir de la manera más absurda, y por nada. Porque si robaran algo... No, ni eso: basta que estén drogados, que se enojen por no obtener lo que buscan, o simplemente que un ruido los asuste y les haga apretar el gatillo. Algunos matan “careta” (sobrios), según ellos. Y listo. Un gasto para la familia, que de la noche a la mañana tiene que armar velorio (ni hablemos del dolor).

Estamos muriendo. Y ahora es diferente. A parte de ser todos los días, nos matan los chicos. Ellos se amparan (¿entenderán este término?) en la ley, que indica que los menores son inimputables. Ellos portan las armas, los grandesitos hacen el resto. Si cazan a uno de estos chicos... no pasa nada, son menores; ni pueden alojarlos en las comisarias. Los sueltan, para recibirlos a las pocas horas por oto delito más.

Llegamos al tope. Y el debate se abrió. Sonaron voces (esta vez con fuerza), que piden la baja de edad para juzgar delitos y crímenes. Y del otro lado salieron a responder aquellos que no sufrieron nunca una conmoción como las que escuchamos diariamente en la TV. Ellos dicen que no se puede, porque son menores, que son empujados a eso por la droga, que no tienen consciencia de ello. Los otros, que son menores pero matan, simplemente (no dan vueltas, ya no se puede hacerlo).

Y me veo en la obligación de manifestar de que lado estoy. Antes, quisiera contar como es mi vida desde aquel robo, llegando a mi casa a las 8 pm en julio:

Ya no salgo solo, si no con el perro. Y de noche tampoco salgo.

Mis padres me van a buscar del colectivo a la parada si se me hace muy tarde (22 años tengo).

No hago compras por el barrio.

Salir a la vereda a dejar la basura en el cesto... solamente alerta como un perro asustado.

Cuando vuelvo de la calle, las últimas cuadras son las peores: las palpitaciones se me aceleran, y es inevitable mostrarme nerviosísimo; hago cuentas matemáticas para poder concentrarme en algo y evitar agitarme (¿les dije que tengo pequeños problemas de corazón?).

Desde aquel episodio vivo con miedo. Y desconfío de todo el mundo. En especial de aquellos que comparten el perfil de “mi ladrón”: se visten con ropa deportiva (sus zapatillas son equivalentes a medio suelto de un mortal comun), con gorra de vicera aunque sea de noche; en invierno llevan abundante ropa para ocultar armas y los identifico sobre una moto cuando no tienen casco.

Es duro vivir así. Y estoy harto. Lamento las muertes de las víctimas. Profundamente. Pero no la de los delincuentes. Siento que ellos no tienen cura, que son el cancer de la sociedad, que en esta guerra histórica y silenciosa nosotros no estamos en el bando de ellos. Y después esta el tema de los menores.

Puedo entender que el contexto los arroje a esta situación. Y que seamos responsables TODOS nosotros. Pero no puedo entender que haya derechos para ellos y no para nosotros.

Yo, Gustavo Ezequiel Diaz, argentino, DNI 32482046, pienso que deberían estar separados, ya sea en internados, instituciones, granjas en la despoblada Patagonia, produciendo quesos y mermeladas. Ya no podemos permitir esta situación. Tampoco de ninguna manera nuestra vida vale menos que las de ellos. Y ellos no pueden seguir así. Por su bien, por el nuestro, algo debemos hacer. Y todos sabemos que es ese algo.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

El dilema del duende-sirena

¿Saben lo qué es un duende? Duendes son (serían, si les gusta más) seres tan animalitos como nosotros, divididos básicamente en 4 grupos (de agua, tierra ,fuego y aire), a su vez, divididos en sub-categorías, dependiendo de sus características, como gnomos, ogros, etc.

Dicen que no son malos, pero tampoco buenos. Que son la forma alternativa de inteligencia de este planeta, y que no tienen interés en el contacto con humanos. Hay gente que afirma haberlos visto. Un familiar muy cercano a mi vio uno, pero fue tal la conmoción de aquel encuentro que no suelta palabra y niega todo. Los que lo escucharon nervioso después del incidente me cuentan por lo bajo que, con el amigo (de mi pariente) molestaron a un ogro que se les cruzo en el campo, se le burlaron. En respuesta el duende se defendió. Y alcanzó al amigo de mi familiar... que quedó con secuelas mentales por golpes del ogro (parece chiste; a mi solo me contaron, y he de creer en mi familia). Estas cosas suelen ocurrir en el campo y pueblos pequeños. Me refiero a las historias. ¿Ustedes qué creen? ¿Existen los duendes?

Los duendes están muy arraigados en la cultura popular. Famosos son los enanitos que acompañan a Blancanieves (sí, lamento desayunarlos con que la historia disfraza a 7 duendes, número para nada azaroso); o la cosita esa que revoloteaba a Peter Pan (¿Campanita?); los duendes irlandeses que cuidan oro al final del arco iris... sin ir más lejos: los de cemento que tenemos en el jardín, o los mismos Pitufos (ni hablar de la fauna de The Lord of The Rings).

¿Se acurdan de Ariel, la sirenita? Bueno, ella es (era) un duende de agua. Casi no recuerdo la historia: se había enamorado de un rubio divino, y quiso ser mujer (que valiente) (¡naah!, chiste). Supongo que cuando lo logró (porque la historia no cuenta mucho más), se casó con ese rubiazo, y fue feliz, si eso es posible. Se habrá embarazado como cualquier mujer sana, porque ya era mujer. Porque si hubiese sido sirena hubiese puesto huevos... Porque las sirenas ponen huevos. ¿O se embarazan como nuestras mujeres? ¿Las sirenas ponen huevos? ¿Las sirenas son ovíparos o mamíferos? ¿Las sirenas son o se hacen?

PD: Que alguien nos saque de este dilema, que se me ocurrió a mi, y que nos hace pelear con mi novio... y la mitad de las personas a las que pregunté. No vale “las sirenas no existen”. ¿Existe la película de la sirenita? ¿Aparecen en la Odisea? Bueno hagan la abstracción mental y respondan.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Querido diario

Hoy me levante a las 11 de la mañana. Como todos los días, mi TV se encendió a las 9 a. m. (lo último que se pierde es la esperanza -en mi caso, de levantarme temprano), en canal 7, el único con transmisión a esa hora. Me despertó el papa Benito, en vivo desde el Vaticano, hablando en una lengua rara (¿a quién le habla así? ¿Al dios hebreo, que no sabía latín?, ¿o a los files, que lo conocen menos que Jesús?). Por supuesto, después de escuchar tan endiablada plegaria, volví a dormir. Hasta que de un portazo, mi encantadora madre me dijo que ya era tarde, tan tierna ella. Cuando entra a levantarme de esa manera, pienso que lo primero que me dirá es “¡MURIÓ FULANITO!”. Así comienzo todas las mañanas.

Como decía, mamá me despertó a las 10, pero me llevó una hora despegar mi cuerpo de las sábanas (¿Será porque son de suave algodón, que me cuesta tanto despertarme?). Mi orzuelo amaneció mejor, aunque me costó lavarme la cara.

Mamá cocinaba ñoquis (de ninguna manera nosotros comenos ñoquis un 29; por dios, dónde se ha visto). Y hermanito se paseaba por la cocina mostrando se cuerpo desnudo y peludo, tanto asco me da. Ayer casi peleamos con mamá, por culpa de él, porque no hace nada en casa, y la culpa la tenemos los dos (él y yo). Como si yo fuera culpable de que ella lo haya criado de esa manera; mamá: ya es hora de que te hagas cargo de lo que sembraste. Así que ni bien terminé de cepillarme los dientes, fui a lavar lo que mi mamá usaba, para demostrarle inútilmente, una vez más, que el mal de nuestra casa no soy yo.

Al rato llegó mi tía, hermana de mi papá. Todos saben la relación de un hijo con los parientes del lado del padre. Es regla general ese tipo de relación, por lo que no es necesario que la describa acá. De todas formas, ella es la representante de los dad's relation con la que más simpatía tengo. Presumo que la pobre tenía ganas de desahogarse de alguna manera, pues no se fue hasta que mi mamá amenazó invitarla a almorzar. Hasta ese momento, su monólogo era de desgracias suyas.

Comimos. A mamá se le olvidó ponerle sal a los noquis. Por lo demás, estaban perfectos. En la sobremesa me escapé un segundo, que fue casi una hora, para navegar un poco por la web. Tuve oportunidad de saludar a mi amor, y leer un poco los diarios. Luego volví a la cocina. Me recordó mamá que tenía que hacer un bizcochuelo (en casa los hago yo, porque soy gay supongo, porque nadie los hace mejor creo más), porque mi “papá no iba a tener nada para acompañar el mate” antes de volver al trabajo. Pues me puse a hacerlo. Me llevó poco tiempo. Por primera vez usé la procesadora para batir las claras (ese es mi secreto, batir las claras de los huevos hasta punto nieve). Salió re bien (el punto nieve), todo en menos de un minuto. Y fue al horno.

Entre tanto, recordé el humillante deber con mi madre, el de ayudarla a teñirse el pelo. Querido diario, si algún día muero, mi consuelo es que estas hojas sean encontradas por mamá, y que se entere de todo eso que no escucha, pero que de verdad siento en lo profundo de mi corazón. Odio y me siento denigrado en mi integridad moral cuando tengo que ayudarla a teñirse el pelo. Es sorprendente el sentimiento de pena hacia mi mismo que esto me produce, y tanto el gozo y alivio cuando termino. Pues bien. De nada ya me sirve negarme, porque las peleas que continúan a esto duran meses. El sacrificio dura a lo sumo media hora.

Terminé de ayudarla en eso, y volví a la computadora. En un momento escucho que me llama mamá; voy a la cocina y me dice: se desinfló. Últimamente tengo que adivinar de que me habla... para ella las conversaciones son como pensamientos, necesariamente tácitos. Quizás, el hecho de ser su hijo me llevó relativo poco tiempo en darme cuenta: abrí el horno y saqué el bizcochuelo. Venía tan bien... Se había hinchado tanto. Pero ahora que estaba listo, había disminuido hasta la mitad. Sé que estas cosas le suele ocurrir a menudo a la gente. Pero en más de 10 años que tengo de hacer bizcochuelos esto jamás me había pasado. Un desastre, eso fue lo que fue. Seguramente sentí aquello que sienten las personas cuando les ocurre algo así. Mi decepción se vio aumentada porque en mi esto sí que era inaudito. Es por eso que nunca más voy a usar esa maldita procesadora, ella debe de tener la culpa.

Por lo demás, el bizcochuelo ese salió genial, hasta más rico, por lo que no dejo de mostrarme enojado.

A la media hora llegó papá. Con facturas, como 2 docenas. Me sentí aliviado. Aunque sus facturas no eran tan buenas como la cosa esa que había sacado del horno.

Ay diario, esto hasta esta hora. Me siento feliz de poder contártelo. No sé qué es lo que voy a hacer el resto del día. Tengo mucho por ordenar, un poco más por leer, pero no podía dejar de tomar una lapicera y decirte estas cosas.

Un diario es esto. Es el lugar donde uno pone lo que cree digno de ser escrito. Esa es la diferencia con un blog. En el diario puedo contar lo aburrido de mi vida, con tanto énfasis como si fuera una aventura. Un blog es distinto. En un blog tengo la ilusión de que alguien encuentre algo realmente importante, o por lo menos entretenido. Acá tengo que poner algo que valga la pena escribir. Pues bien. Casi todo lo que escribí arriba es cierto, fue mi día de hoy. Me llevó menos de lo que tardo en escribir un post, por más chicos que sean o simples que parezcan los que encuentran acá.

Nada, solo eso, quería contarles esto nada más.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Vacunate (si sos macho)

¿Vieron la campaña esa, de la Rubeola? Bueno. Termina este mes. Es una lástima, porque no me vacuné. Escuché rumores no oficiales de que se va a extender todo el mes de diciembre. Es una lástima también. (Nota: aparte del atropello de esta propaganda, no nos dijeron nada de la epidemia de rubeola que se viene el próximo año; total, avisale a los machos que se vacunen y listo)


Ahora me vengo a enterar de que la Rubeola no es una enfermedad que no te hace rubio (chiste), sino que se transmite por vía respiratoria, y que una de las peores consecuencias es contagiar a una embarazada y matar a su vástago.

Me siento ofendido. Yo pregunto ¿que, no se les ocurrió algo más ingenioso que “vacunate si sos macho”? Porque yo no soy macho. Yo me llamo Gustavo. Soy hombre (y también gay, igual eso acá no tiene nada que ver), pero de ninguna manera macho. Machos son los animales. O los que van a practicar box en las canchas de fútbol, o los que se disputan por “hembras” en un bolichón, bajo efectos de alcohol/drogas (bolichón: boliche de mala muerte?). Y yo no soy eso. Yo me esfuerzo cada día en no ser eso. Yo estudio, trato de hablar mejor. No levanto la voz y jamás golpeé a alguien. Porque quiero ser mejor persona, porque quiero alcanzar la perfección, evolucionar y todas esas cosas que dice la Metafísica. Yo no soy macho. Entonces, ¿para quién está dirigida la propaganda? Fácil. Para machos -y machistas- (¿se puede vacunar el Bobby también?). Para gente que va a practicar box en estadios de fútbol, para adictos malvivientes que tienen como prioridad la reproducción con las hembras-objeto mejores dotadas. No para mí, que no soy macho (ni machista), y sabe dios que no quiero serlo.

Entonces, ¿por qué tendría que vacunarme? Esa propaganda no se dirige a gentes como mi persona. Gentes como yo estamos a favor de la equidad (no igualdad) de género, bregamos por la educación, el diálogo, la inclusión. Tratamos de ser mejores, porque se puede, porque es derecho y obligación. No somos machos ni queremos serlo.

Macho es el “me vacuno porque si no te contagio”. Macho es el Gorila Grondona que dice no ser machista, "pero antes de ser hombre [es] macho”. Machos son la gente pobre de cultura (y muchos "ricos" también), que tienen este concepto como valor: así los criaron mamá y papá y ¡guay que no le leve los calzones una hembra!

Sinceramente, me siento ofendido. Porque sea como sea, no puedo hacer una protesta no vacunándome. No, porque como soy igual de vulnerable que un “macho” me puedo contagiar (seguramente de un macho). Y voy a tener que vacunarme, mal que me pese. Ya estoy cansado de que en este país las cosas se hagan a las apuradas, en el mejor de los casos. Aunque creo que la bronca viene por otro lado, por el lado de saber y hacerme el tonto. Porque la propaganda algo de razón tiene. Argentina esta llena de machos, no de hombres. Eso me da vergüenza.


viernes, 21 de noviembre de 2008

¡Sorpendete! Pase y vea! ¡Un día más en la vida de GD!

Viernes por la tarde. Hastío. Seguramente el último viernes libre que me quede. Estoy seguro que no. La suerte siempre fue así conmigo; no cambió cuando quise, y no quiero que cambie ahora. Me debato entre la única opción que tengo. Internamente yo se que hice mil cosas para evadirla. Y la evado todavía. Afuera hace calor. Adentro demasiado frío. Me arden los ojos de tanto mirar la caja boba de la pecé.

La cama sin hacer. Mi vida un poco más desordenada. De todo esto, lo único que me consuela es saber que no moriré pronto. La gente solo muere allí mismo cuando se queda sin proyectos. Creo que viviré 100 años. O quizás 200. Después de todo los bonsai crecen despacio, y yo busco uno perfecto. Perfecto. Nunca nada en mi vida fue perfecto. Excepto aquello que debió no ser tan malo. ¡Ah, sí! ¡Eso sí que era perfecto! ¿Entonces de qué me quejo?

En una habitación cuya entrada conozco de memoria, hay mil puertas que me esperan. No sé porque me falla la memoria justo ahora. “No te hagas el tonto”, me digo con mi voz interior, tan despacio que ni me escucho. Al final, siempre pasa lo mismo. Me caigo, me duele mucho (mucho), y después vienen las lágrimas, las promesas (nunca más lo haré), y todo lo que indica el Manual de la Psicología del Humilde (que buena idea que se me acaba de ocurrir). Apenas puedo levantar la cabeza, con la secreta certidumbre que pronto volver a caer.

¿Se nota cómo me siento? No espero repuesta... como que tengo experiencia de unos ¿20 años?, de no recibir respuestas. Nadie responde (dios [miren como escribo “dios”], ¿estás ahi?). Entonces digo lo que quiero. ¡Ah, no se quejen ahora ustedes!

Antes de irme, un cuento brevísimo, que me encantó, en el curso nro 51 de “Peronismo...”, de JPF, que salió este Domingo 9 de Noviembre y que tuve oportunidad de leer este fin de semana:

Una mujer visita a un fotógrafo. “Sáqueme hermosa”, le dice, “atrape con su cámara el azul calmo de mis ojos, la tersura de mi piel, mis pezones rosados que ahora se los muestro, ¿los ve?, ¿alguna vez vio algo así?, ¿quiére ver el misterio de mi ombligo?, ¿la magia de mi bello púbico?, ¿apresará el rojo sangre de mis labios?, ¿mis piernas bien torneadas, perfectas? Espere, ahora se las muestro, apuesto que nunca vio nada igual”. El fotógrafo, harto, hirientemente, dice: “oiga, abuela, si quiere que saque la foto quédese quieta, ¿quiere?” (cuento de Humberto Constantini, arregado por JPF [y por mi también]).

lunes, 10 de noviembre de 2008

Cólicos, plantas... y me he quedado libre

Amo las plantas. Las acuáticas me tienen muy lejos (tuve en mi vida tres, pero parece que no quieren vivir en mi pecera). No sé. Son como dicen los ignotos: “mi cable a tierra”. Lo más cerca a mi verdadera diosa, la Pacha Mama, un nombre tan ajeno como las algas, por lo que elijo llamarla Naturaleza o Universo; es casi lo mismo, con menos aura místico. El otro día le daba vida (los que nos sabemos podemos) al jardín de Gabriel. Plantaba una Alegría silvestre rosa y un Malvón color rojo en macetas. El sol abrazaba mi dañada nuca. Llama Leandro, su mejor amigo hétero. Atiende:

-Si, acá está, plantándome unas plantas en el jardín- ... -Y sí... le gusta la jardinería...

Por no decir: a algunos se les da por jugar con la ropa vieja de la mamá y la abuela... a él (a mí), solo por la jardinería.

Hace unas semanas mi obsesión giraba alrededor del fenómeno OVNI. Cada día creo más. Pero me cansé de esperar en el patio de casa, mirando el cielo, antes de irme a dormir, todos los días... el cielo no me regala ni estrellas fugaces. Dicen que si uno vive en el campo (o cualquier lugar abierto, libre de luces artificiales y contaminación), el cielo de noche es tan límpido que la luz de las estrellas permiten andar por ahí como si fuera de madrugada. Mágico; entre otras cosas, el espectáculo de las estrellas fugaces es cansador.

Así que volví con mis plantas, a la luz del día. Están cada día mejor, en parte por los calores de la primavera, en parte por mi. Me quedé sin malvones en el patio trasero (en el fondo no tengo lugar con tierra disponible, por lo que tengo mis plantas en macetas) , porque los trasplantamos al parque de adelante, con muchos conejitos (cuatro entre cada malvón) . Del otro lado también pusimos Alegrías. Mi diosa promete un verdadero espectáculo de colores para dentro de poco más de un mes, si el Rott no destroza el trabajo que tanto nos constó a los integrantes de esta casa.

Ahora la sana tara me agarró por los bonsai. Ya lo decidí. Creo que estoy listo para empezar. Busqué toda la información que pude por la web, y descubrí sin mucha sorpresa que tengo lo más importante: mucha experiencia, conocimiento de jardinería que no se transmite. Obvio que no es lo mismo. Pero es una buena base. Ahora me debato entre semillas de ciruelo o de limonero, o laurel, u olivo o romero. Ya es casi seguro el romero, el próximo año ciruelo... y el tiempo dirá que más. El tiempo..., porque este proyecto es de años, y esta primera parte es la más larga y desgastante.

Hace mucho tiempo que no escribía nada. Estaba muy ocupado. Perdí mucho el tiempo. No sé que me pasó. Tenía una única oportunidad para rendir una materia el día de hoy, precisamente a esta hora. Pero hace tres días me enfermé de algo que desconozco, tengo cólicos muy fuertes, y he ido al baño más veces de las que iría normalmente en una semana. Después de tocar el botón del inodoro 6 veces (y solo hasta las 12 del mediodía), uno se termina por preguntar si ha comido en el vida tanto para tanto cagar.

Ahora estoy libre. Tengo mucho tiempo libre. Solo espero que no me ataque la culpa. Voy a estudiar lo que pueda para el año que viene, supongo que armaré resúmenes, cosa que amo (...) Hasta que encuentre trabajo, que mucho no quiero, pero sabe dios(a) que necesito aires nuevos.

PD: Mi novio tiene nuevo blog. En él se despacha con esos sueños que lo atormentan (mi muchacho solía ser niño índigo, ahora que es adolescente maduro tiene otros poderes que envidio), con la yapa de su propia interpretación. Un auténtico salvavidas para mi, porque cuando me los cuenta por dios que no puedo concentrarme en lo que habla, por lo que los recuerdo (a sus sueños) cuando los leo allí. Para los que están acostumbrados a leer hermosos post, prometo que lo ayudaré en la redacción de los suyos (no te ofendas amor, vos el cerebrito, yo el escritor): http://gabodreamblog.blogspot.com/

viernes, 17 de octubre de 2008

Buscamos a Sofía

viernes, 10 de octubre de 2008

Un premio (in)deseable

Erase una vez perdida en el tiempo, en que el que el rey de la potencia más grande de la Tierra estaba aburrido. La mezcla de esta abrumadora sensación de un hombre sumada a la inmensa fortuna de un rey (con la variable de excentricidad de los que no se creen mortales), hizo que el monarca organizara una competencia de literatura, con un gran premio que se dividía más en dignidad que en oro. Nuestro rey buscaba, en su inocencia, resolver su tan desafortunada situación. Y lo logró. El más desconocido de los poetas del reino elaboró un poema que fue del agrado de su majestad; el mismo exaltaba virtudes de su persona, algunas de ellas inventadas. El poeta fue premiado por su trabajo, y beneficiado con la entrada al círculo más selecto del monarca.

Si no fuera porque el concurso recibió el nombre del artista, el poeta hubiera sido olvidado. En cambio su poema no. La obra recorrió el creciente reino, y su éxito fue tal que pronto el rey fue pensado y recordado con las virtudes que el poema mencionaba. Nuestro rey descubrió el poder de las letras usadas en tal sentido, por lo que el concurso se repitió año tras año, en donde el tema de las obras era libre, pero ganaban siempre las que tenían por asunto el monarca y su magnificencia.

Muchos años después el rey murió. Lo sucedió su hijo mayor, que siguió los pasos de su padre.

Pasaron los años, los monarcas, las dinastías, los imperios. Y el concurso seguía en pie, con las mismas intenciones encubiertas, las de propaganda, ya no solo las que obedecían a los propósitos del rey actuante, sino también a las necesidades que la coyuntura dictaba.

Con el tiempo el concurso atravesó fronteras, con la intención oficial de buscar al mejor escritor del año, aquel que mereciera el galardón. Ya no importaban donde se encontraran los autores ni de que trataran las obras. Nadie lo decía, sin embargo todos sabían que la razón que dio continuidad al concurso en su inicio eran las mismas que hoy lo mantenían vivo. Cualquier escritor podría alcanzar una fama y fortuna incluso mayores a la de ganadores pasados del premio, pero nunca se incluirían en la galería de los “afortunados”, de los “inolvidables”, si no respetaban las condiciones tácitas del concurso. A modo de ejemplo, hubo una vez un hombre talentoso, que había nacido en el extremo opuesto al corazón de aquel viejo reino que ya no existía. Fue tal su ingenio que su nombre ya no respetaba pueblos ni idiomas, tanto que fue comparado con el más grande de los poetas de la historia, al punto de que muchos afirmaban de que aquel era superior a este. Los ingenuos se impacientaban al ver retrasado el premio para este poeta, pero no perdían esperanzas.

Ya muy anciano, el poeta murió. Y con él, la oportunidad de que el premio se reivindicara a sí mismo. Los más lúcidos (y los no tanto también), al fin cayeron en la cuenta de lo que realmente significaba dicho premio, sobre sus condiciones, sobre las razones extraliterarias que lo circundaban. El premio se desacredito, pero continuó y sus dictámenes siguieron siendo de gran resonancia.

Los atropellos también se continuaron. Una vez, al ser galardonado un desconocido (uno más), uno de los jueces cayó en su propia falta, al justificar la elección del último poeta: “Nada tiene que ver que nuestro nuevo ganador haya nacido en el corazón de nuestro amado y gran continente, ni que sus bellas palabras exalten la maravilla de ser hijos de esta tierra. Sucede que, las obras de otras tierras se encuentran demasiado lejos de aquello que nosotros llamamos Literatura”.

PD: Encontrar (y cargar) una imagen no me ha sido fácil; el desconocido es J. M. G. Le Clézio.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Querida p%lotuda

La idea era levantarme temprano el día de hoy, para poder hacer la tarea de inglés que no había hecho la noche anterior, puesto que acordé con mi Yo interno irme a dormir temprano para hacer lo que expresa la idea que tenía pensada para el día de hoy. Era (fue) la idea. De nada sirvió programar el encendido de la TV a las 8.00 a. m. en alto volumen en el Canal 7 (la TV pública, la única con programación –aburrida– toda la noche que se nos permite a los que no tenemos cable), dejando a muy lejana distancia el control remoto, así como programar las cuatro alarmas de mi celular, dejándolo también así de lejos. De nada sirvió, porque me desperté y bajé el volumen de la tele, y apagué p&to celular. Procuré despertarme 15' más tarde, solo 15. Y me levanté a las 11. Que mal. (Gustavo: algún día entenderás que la mañana no se ha hecho para ti, y al final, desistirás a tal propósito)

En fin. Terminé lo que me quedaba de inglés. Yo sé que no di lo mejor, pero debía sacarme de encima este trabajo en particular.


Me puse bonito, resolví rápidamente que ponerme (hoy salí realmente mal vestido a la calle), y bajo un auténtico sol primaveral, me dirigí a la facultad. Entregué los trabajos adeudados, y me escapé lo más rápido que pude del noble lugar.


Como tenía que pasar a buscar a mi madre de su clase de natación a las 21, decidí pasar la tarde en la biblioteca hasta esa hora.


En la biblioteca suceden cosas extrañas. Algún día me tomaré tiempo para describir la locura de sus habitantes (locura literal) y todo lo demás que aqueja a nuestra singular biblioteca marplatense. Algún día. Por lo pronto puedo resumir lo acontecido el día de hoy: tan ruidosos nos encontrábamos esta tarde que, como siempre, casi no logro concentrarme; un reconocido gay de ambiente me sedujo hasta que descubrió que ya no le prestaría atención (en realidad me hacía el difícil, solo que se me fue la mano); tres veces fui al baño y tres veces encontré abierta la puerta que tiene un cartel que dice “cierre la puerta”; me crucé a una ex amiga que nunca pensé encontrar en este día...


En fin. El meollo de este post se centra en un hecho en particular, ocurrido a poco menos de una hora de retirarme del lugar. Antes que nada, aclararé que nuestra sala de lectura silenciosa tiene carteles que advierten sobre la prohibición de consumir alimentos, ingerir bebidas, o tener encendidos celulares. Así y todo, una señorita (de ahora en más, “querida p&lotuda”) se sienta a una mesa junto a su pequeña hija. Señores: a la sala de “lectura silenciosa” no se puede ir con infantes, es inadecuado. Por suerte la pequeña se portó bien, más allá de haberla escuchado tararear algunas canciones cuando no soportó más el aburrimiento. Y aquí viene lo peor: en un momento dado a la “querida p&elotuda” le suena con ganas un celular. La muy querida lo atiende como si tal cosa fuera a pasar desapercibida. ¡Bien, p&elotuda! Luego de informar con coordenadas la localización de su cola y resto del cuerpo, la querida acuerda la cita de estas partes con quien la llama. Sin más, muchos no pueden dejar de reír ante el absurdo de tal situación. Imaginen la escena: todos mirando a la querida, algunos sonrojados por el atrevimiento, otros riendo ahogadamente. Un señor (todavía jocoso él) le dice en voz alta “mandale un saludo de parte de todos”, y ya no fue posible contener la risa. Se ve que la intención del señor tuvo éxito, puesto que nuestra
p%lotuda se enfureció mucho. Tanto que después de cargar cosas e hija encima, se acerca como tigra y colérica le espeta cosas a media voz al buen hombre que la puso en su lugar con altura. Fueron tan estúpidas las cosas que esta p&lotuda dijo que no merecen ser reproducidas (y solo para que se den una idea de lo p&lotuda que fue: “ud. no tiene derecho a decirme eso” o “¡deme su nombre!”). Querida p&lotuda: si no reproduzco tu nombre aquí es porque no lo tengo. Lo de hoy fue tan ilógico que dio gracia, y pudo haber quedado como una irresponsabilidad más de un desubicado. Pero no. Tuviste el tupé de enojarte. Ahora hacete cargo. Cosas como esas me hacen enojar a mi.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Un concurso y una opinión

¿Saben una cosa? Un amigo español, al que no conozco (Guillote:

http://gsc-unmundofeliz.blogspot.com -Nota: las palabras introductorias de su espacio son de mi autoría; no me las robó, yo se las regalé), me aprontó sobre un concurso de blogs que realiza un diario de su país. Todo porque alguna vez me quejé de que nadie leía y/o visitaba mi bitácora. El buen muchacho me consoló. Y en una última visita me escribió lo siguiente: “Pueden participar personas de todo el mundo y lo mejor de todo, es que tu blog puede hacerse muy conocido aparte de conocer a much@s amig@s. Si te das cuenta, desde que me he inscrito al concurso, el número de comentarios ha subido como la espuma”..., entre otras cosas.

Desde ya muchas gracias Guillem, porque con la humildad que caracteriza la etapa de mi vida que me toca transitar, puedo decir que mi blog merece “tener amigos”. No tanto él, sino las palabras que de mi escapan.

Sinceramente, he de confesar que me avergüenza un poco esto que estoy haciendo. Digo, forzar mi blog en un concurso de un país que no es el mío; de contenido por momentos pobre.

Pero tampoco me tiro tan abajo. Digo… he visto peores. Y declaro también: si por una de esas causalidades, alguien nuevo está leyendo a este nuevo escritor, invitado esta a darse una vuelta por otros posteos de este mismo espacio, para darse cuenta de que no soy el único que ha visto peores.


Sin más, para redondear por hoy (el tiempo no me premia, mas me apremia), me despido, no sin antes dejarles expuesta mi posición frente a algunos recientes acontecimientos de público conocimiento: Bolivia y su situación social. No me extenderé. Solo diré que estoy feliz de que un indio, cabeza negra, oscurito él, este al mando del hermano país. Lamento mucho que él y solo él haya tenido que llegar -estoy hablando del hermano Evo M- para revertir una situación que se repite desde hace más de 500 años en tierras nuestras. Me preguntarán los que me conocen, que desde cuándo hago proselitismo por la causa de gente originaria, si soy más blanco que los blancos (y porque, además, ¡pronto también me tiño de rubio! Feliz estoy)… Bueno, sería un sinsentido decir que por mis venas corre sangre de este continente, más allá de mi color, ya que eso no dice nada. Así que diré que gracias a la diosa Fortuna (y a la Pacha Mama, que ha agraciado el vientre de nuestras féminas y las gónadas de nuestros machos), este raro mestizo tiene la “bendición en consecuencia” (algún día voy a explicar la teoría de este concepto mío) de pasar sus penas y glorias en esta tierra, a la que ama con pasión irracional.

Saludos para todos.

jueves, 4 de septiembre de 2008

La debacle heterosexual

Heteros del mundo: ni sois tan vírgenes, ni sois tan castos, ni sois tan 'gentlemen' como anuncian vuestros susurros de fidelidad eterna. Tenéis la mente igual de sucia que los gays, pero nosotros, que somos muy sufridos, hemos decidido cargar con la fama de putas –yo llevo mi cruz de ramera con la barbilla muy alta y la honra muy limpia–. Es hora de aparcar el romanticismo de saldo y esquina -saludos, mister Sabina-. Y de asumir, de una vez por todas, vuestro genoma de perversión.
Como soy un genio generoso, compartiré mi teoría de los 'gays-heteros-comunicantes' con el universo universal. No copuláis tanto como el sector homosexual por una razón aplastante: porque no compartís urinario con señoritas con pechos como frutas del tiempo y piernas como enredaderas. Si así fuera, iríais todo el día con las ballestas en alto, las comisuras rebosantes de babas y la mirada atolondrada por el deseo.
Que es, por otra parte, lo que nos suele pasar a nosotros. Porque volverán las oscuras golondrinas, ladrarán los gays de vida monacal y me lloverán los palos de bloguero maldito... pero la mayoría de homosexuales la tenemos más tiempo dentro que fuera. Esto es así, aunque escueza y perfore millones de conciencias, y punto. (Y yo no tengo la culpa, como tampoco fui el encargado de soltar la bombita de turno sobre Hiroshima).
Cambiemos, y esto es un suponer, los pechos como frutas de vuestra señorita imaginaria por unos bíceps de cincelado renacentista. Y sus piernas como enredaderas por una mandíbula diseñada para el pecado, una espalda ascendente y palpitante y, muy importante, la predisposición genética de acostarse contigo tras un simple guiño de pestañas. Pues yo tengo que lidiar en esta plaza desde que, allá por los 13, mi escroto empezó a hacer bulto bajo la cremallera.
El sistema, o la sociedad, o vaya usted a saber qué mente maliciosa me pone gays-trampa a cada paso: en el metro, en el urinario vecino, en la acera de enfrente, en la moto que apura el semáforo... Y caigo.

¿Ustedes no caerían, amigos heteros, en las peligrosas redes de su despampanante compañera de retrete? Sí, sí y mil veces sí. Pero la vida es muy injusta, y en vez de aficionadas al sexo exprés tenéis que bregar con hembras difíciles y, en muchos casos, torturadoras. Traducción: la clave no reside en que los gays seamos muy frescos, sino en que en las mujeres son muy complicadas.
Como no os basta un chasquido con los dedos para meterlas en vuestra cama, habéis desarrollado unas estrategias de ligue tan rudimentarias como ridículas. Suelo alternar con amigos heterosexuales, y me caigo de bruces cada vez que veo los trompicones de su cortejo empapado en alcohol.
Acarician los 30 y siempre escenifican el mismo vodevil: que si 'hazme la cobertura con la amiga fea', que si 'bailo como si fuera un bufón de la corte para hacerme el payaso', que si 'me pongo la corbata en la cabeza en la boda de mi prima', que si 'la llevo en mi supercoche a 180 km/h', que si 'soy agente financiero en una multinacional japonesa'...
Ante este panorama desolador, existen dos finales posibles:
a) la tía es muy fea y, milagro, todo acaba en cópula
b) debacle absoluta y, en consecuencia, una nueva noche de autosatisfacción manual.
Moraleja: aunque os repugne, no somos tan distintos. Compartimos genética, nos afeitamos la barba y sufrimos las mismas pulsiones entre las piernas. La única diferencia es nuestro 'público objetivo'. Y, al fin y al cabo, no vamos a llevarnos mal por 20 centímetros de nada, ¿no os parece?

domingo, 31 de agosto de 2008

Mambru y mi madre juntos

Mamá se fue de casa. Dijo que pronto volvería. Que nos portáramos bien. Que cuidáramos de la casa, de los leones y la cierva, de nuestro padre y de nosotros mismos. Mamá se fue de casa, y nunca pensé que lamentaría tanto su ausencia. Dijo que pronto volvería, pero hasta el día de su regreso yo creo ver un terrible abismo del que no se si me salvaré.
Mamá se fue de casa. No nos abandonó. Tenía unas cosas importantes que hacer. Y yo fue el primero en arengarla a “dejarnos”. Digo, lo volvería a hacer. Pero ya no sin saber del terrible padecimiento que es llevar adelante una casa. Solo. Con otros dos hombres a mi cargo. Encargado de la cocina, la limpieza, el lavado. Soportando la desidia de un hermano que no hace caso, que cree haber llegado a la plenitud de la vida, cuando solo parece haber entrado en lo más álgido de la rebeldía adolescente. Y ya tiene 21. Papá es muy bueno. Pero es hombre. Y de los de antes. Y por si fuera poco, las clases de la facultad ya se alzan sobre mi espalda. Y tengo miedo de andar solo por la calle de noche. Y Gabriel que me hace planteos extraños…
Mamá se fue de casa. Dijo que pronto volvería. Con suerte en una semana. No hace una que se fue. Pero la extraño. Y la necesito... ¡VUELVA PRONTO MADRE MÍA!

miércoles, 27 de agosto de 2008

Razones por las que nadie firma mi blog

Yo creé un blog. Con la esperanza de que los demás se dieran cuenta de lo lindo que escribo, sin errores, con coherencia, con cadencia, como pocos. Yo creé un blog con esperanza. De que a alguien le llegue el mensaje escondido entre mis palabras. Y nadie se percata de que yo creé un blog. De que en el escribo cosas lindas, feas, interesantes y boludas. El otro día mi novio me dice que mis entradas son muy personales. Sí, novio mío; son muy personales, porque la gran mayoría de mi público son mis íntimos (yo todavía creo que lo leen, que alguna vez lo leyeron). Pero no. A nadie le importa que yo haya gastado unos muchos minutos escribiendo y pensando algo. Y se me cae la cara de rabia cuando veo otros blogs, con muchas firmas y comentarios, con entradas muy tontas, pero muchos comentarios. Y yo nada. Me siento mal. Me vuelvo inseguro. Y me pregunto que será eso que estoy haciendo mal. ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? Ni siquiera para darme la respuesta se dignaran a escribirme.

Malos.

Yo pensé que me querían. Voy a empezar a no darles bola, a describirles los rumbos de mi vida solo por acá. A ver que pasa. Seguro que nada.

Pero bueno. Voy a seguir adelante. La intención no era hacer este descargo. Pero si Ira me rapta, yo me dejo llevar. Continuemos.

Razones por las que nadie firma mi blog:

· Porque nadie entiende lo que escribo.

· A nadie le interesa.

· Soy muy aburrido.

· Tienen vergüenza.

· Otro lo va a hacer.

Sinceramente no creo en ninguna de estas opciones. Aunque si he de elegir, me arriesgaría por la de que no entienden nada de lo que escribo (y créanme que no creo que sea porque o haga mal… perdonen muchachos por pensar así, pero bueno… me obligan a pensar eso). Me despido. Con tristeza. A veces el mundo me obliga a ser malo.

lunes, 25 de agosto de 2008

Amigo hermano Rubén

Hoy es el cumpleaños de Rubén, mi mejor amigo. Rubén y yo (con Yésica, Sonia y Ale también) nos conocimos en la Técnica.
De vuelta a casa, So, Ale y yo tomábamos el 562. El primero que bajaba era yo, después Ale y Sonia. A los pocos días nos dimos cuenta de que en el amontonamiento ensardinado (de sardina…) del colectivo, también viajaba el esmirriado narigón cara de nena de Rubén; quién diría que se convertía en el más lindo de nosotros…
Cuestión que un día, como quien no quiere la cosa, antes de bajar, lo miro por el espejo retrovisor (nosotros estábamos por un lado; él, en la otra punta del cole), y le tiro un chau “mudo”. Rubén se sorprende y me lo devuelve a lo “boludo”. No sé porqué, pero siempre cuento la misma historia cuando se trata de Rubén, historia que solo él y yo podemos corroborar… historia que solo yo parezco recordar.
Rubén me facilitó la estadía en la Técnica. Los cuatro (él, yo, S., A., a veces Y.) comíamos juntos, nos reíamos, nos aguantábamos, nos hacíamos la pata. Si bien es verdad que si uno faltaba el grupo no era lo mismo, la presencia de mi amigo era especial: una ocurrencia suya, una risa (risotada), una palabra, la sombra de su nariz en la pared… todo hacía que nos riéramos, hasta las lágrimas.
No me quiero poner melancólico, mucho menos ahora, que este post está dedicado a las 22 primaveras de Rubidio. Así que me despido con un par de anécdotas que quedarán para la historia:
Clase de matemática de 1er año: La vieja era la más conchuda de las conchas que pudieron haber pisado el mundo de nuestras cortas vidas. Gritaba, nos miraba mal, era mala educadora. Para la profesora Rizo todo lo malo era poco. En uno de esos múltiples alborotos que generábamos (nota: cualquier oportunidad era buena para que estalláramos en aplausos; repito, cualquier oportunidad), la vieja se quedo sin palabras, pues era inútil hablar en el quilombo. Mientras esperaba con cara de culo que nos calmáramos, mi mejor amigo no se le ocurre mejor idea que gritar-le ¡PUTA!... Imaginen la cara de la vieja, que no supo de donde vino el grito.
Clase de mmm, de… algo, en 3er año : La profesora Baraldo (todo un personaje en ella misma), tenía como nombre de pila el de Elba. Rubén, hablando con sus compañeros de banco, se le ocurre el juego de palabras “Elba-gallo”. Esta vez no tuvo suerte. Y la profe lo escucho. Lo que sigue es muy gracioso, imagínenlo…
PD: La foto es la mejor que encontré; tenía una mejor, pero era pesadísima.

martes, 19 de agosto de 2008

El bulo de Iván

El Lunes fue el cumple de Iván. A Iván lo conocí en la secundaria (¡Esa Técnica de mierrrda… que me hizo perder un año (tres) de trabajo! [Mirtha]). Nunca nos llevamos de 10, aunque tampoco tuvimos roces. Hasta hace poco (no, roces no), que parece que las cosas mejoraron sin querer queriendo. ¡Mejor!
Cuestión que fui invitado el Domingo a su casa, con mi Gabu, y las chicas. Que fueron todas menos Laly. También estaban otros amigos de el cumpleañero (eran muchos muchachos). Comimos muy ricas pizzas (que la joven madre de Iván no paraba de sacar del horno, así de muertos de hambre estábamos), tomamos gaseosa, cerveza (yo poco. En serio). Nos reímos… En síntesis, la pasamos bien. Hasta con la música, que no era de la que más me gusta (y qué quieren, soy gay), pero a la que le puse onda igual. Muy lindo todo, lindas fotos… Pero yo no estoy escribiendo esto para contar lo que fue el cumpleaños de Iván. Yo, mi amor, las chicas seguro que también, nos quedamos “alelados” con el bulo de de este muchacho (¿Se dieron cuenta que parece que estuviera diciendo el “bulto” de ese muchacho?, jaja, no es la intención, cheeee).
Cómo describirlo... (leer velozmente lo que ahora precede, terminando abruptamente, seguido de un suspiro en los puntos suspensivos): Dos ambientes separados por una barra desayunadora (más la habitación que todavía no esta terminada) y… ¡nada más! O sea, imaginen lo bueno de ese lugar, al que todavía le falta amoblar, y que nos encantó: paredes rojas, luces que disminuyen intensidad con una ruedita en el lugar del botón de “la luz” (el dueño puede explicarlo mejor), la PC estratégicamente ubicada en la barra (Iván: si la dejás de por vida en ese lugar, no te equivocas en nada)… aaaaaaaaaaah, que bueno vivir en un lugar así a los 22 años… Quizás no diga mucho con estas palabras, porque hay que verlo personalmente. Quizás yo me quedé maravillado pensando que también podría tener un lugar así y no darle distinto uso, con jodas los fines de semana, en una excelente ambientación (que con Gabo ya empezamos a planear, jejeje), con una bodega con bebidas de todos los colores y olores, mmm, ya empiezo a saborearlo.
Bueno. Post pobre el mío, lo sé, pero no quería dejar pasar mucho tiempo sin aclarar lo bueno de este fin de semana: el bulo de Iván.

viernes, 15 de agosto de 2008

Marcha de la Bronca

Hace mucho que no escribo. Y la verdad que no me gusta nada. Así que me pego una vuelta, copinado las palabras de una de las mejores canciones de la época de Proceso, de esa que debe oler a marihuana (la canción), pelo largo y sucio, mucha sombra de barba, colores, banderas, Marx… y todas esas cosas que hacen de los subversivos los locos (¿?) más lindos.
PD: El tema de es Pedro y Pablo. Si lo quieren bajar, no se pierdan esta versión: http://www.youtube.com/watch?v=ldz6-e0VHg8.

Bronca cuando ríen satisfechos
al haber comprado sus derechos.
Bronca cuando se hacen moralistas
y entran a correr a los artistas.
Bronca cuando a plena luz del día
sacan a pasear su hipocresía.
Bronca de la brava, de la mía,
bronca que se puede recitar.

Para los que toman lo que es nuestro
con el guante de disimular.
Para el que maneja los piolines
de la marioneta (universal).
Para el que ha marcado las barajas
y recibe siempre la mejor.
Con el as de espadas nos domina
y con el de bastos entra a dar y dar y…

¡Marcha! Un, dos...
No puedo ver
tanta mentira organizada
sin responder con voz ronca
mi bronca
mi bronca

Bronca porque matan con descaro
pero nunca nada queda claro.
Bronca porque roba el asaltante
pero también roba el gobernante.
Bronca porque está prohibido todo
hasta lo que haré de cualquier modo.
Bronca porque no se paga fianza
si nos encarcelan la esperanza.

Bronca...

Los que mandan tienen este mundo
repodrido y dividido en dos.
Culpa de su afán de conquistarse
por la fuerza o por la explotación.

Bronca pues entonces cuando quieren
que me corte el pelo sin razón,
es mejor tener el pelo libre
que la libertad con fijador.

¡Marcha! Un, dos...
No puedo ver
tanto desastre organizado
sin responder la voz ronca
mi bronca
mi bronca

Bronca sin fusiles y sin bombas.
Bronca con los dos dedos en V.
Bronca que también es esperanza.
Marcha de la bronca y de la fe...

domingo, 3 de agosto de 2008

Noche con Pin

Quiero aclarar que no soy un chico salidor (no me importa ir a la casa de ksjdfh y pasar la noche entera; mi problema es ir más allá de la puerta de salida de la casa de ksdfh). De hecho, no salgo, excepto un par de veces, …últimamente (naaaaaah). No me gusta salir de noche. “De día se hace la guerra; de noche el amor”, decían los griegos. Y yo podría hacer mis propios analogismos.
Cuestión que este post viene al caso de que acabo de cubrir la vacante de ese par de veces de las que hablé inicialmente.
Por motivos que me exceden, no puedo decir cuando fui (me escapé para ir, tuve que hacer varias paradas, el tonto también, cambiar mi ropa, un par de llamados telefónicos, y al fin pagar la entrada). Pero la cosa es que quiero hablar de la noche en Pin. Pin, ("Pin Up"), es un boliche gayfriendly (para que no nos acusen de autoexcluidos), que queda a mitad de cuadra de Santiago del Estero, entre Colon Av. y Brown St. (Mar del Plata city, off course). “Un antro”, me previnieron muchas veces. Hasta que un día fui sin querer queriendo, y comprobé que así era. Más: mi definición es “tugurio”.
Pero muy lindo. Digo, se respira mucho aire “gay” dentro de ese pequeño accidente arquitectónico. Aire del bueno, del que no tiene otro olor más que al de perfume y ganas, donde hay mucha producción, peinados y ropa de colores. A nadie le importa un bledo lo que haga el de al lado (excepto si ese nadie esta solo y el de al lado esta bueno). ¿La música?… y, …, yo diría que podría ser mejor, pero es cuestión de gustos (tipo que me gusta el punchi, pero otro tipo de punchi). Luces de colores, bola de cristal… de todo eso hay. ¿El público? Alguna vez me dijeron que ”las divinas” van a Pin, y “las populares” a la X… (¿Mica y Sonia?, a Pin, ¿no, M.?). Tendré que comprobarlo. Por lo pronto puedo decir que me gusta ese tipo de gente. O sea, hay de todo, como no hay en otro lugar al que haya ido: mujeres que parecen hombres (hay), hombres que parecen mujeres (¡puff!), hombres que parecen hombres (aunque no lo crean). Viejos y nuevos también.
Hasta las 4 a. m., nosotros. Después de nosotros, ellos. Lo estropean, pero bueno…
¿Bebidas? No sé, ustedes saben que no bebo (si alguna vez se filtra un video por YouTube, el de sweater azul no soy yo).
Hacia mitad de la noche, cuando la música me empezaba a aburrir, un show de transformistas. Bizarro el show, para dar risa, con presentaciones cómicas, sketchs varios, interpretaciones olvidables de olvidadas artistas americanas… en fin, hasta la mala acústica hacía que fuera muy interesante.
Después la música se puso buena, y la experiencia de la pista es sólo para aquellos que les gusta el tumulto. Aunque también me gustó.
El bailarín del caño estaba bárbaro. ¿Yo? A escaso medio metro de su… figura. Imaginen: toda su ropa apenas era una tanguita de color que ya no me acuerdo. ¡Ah!, y unas botas también tenía. Después de 15’, además del agua que el mismo derramaba sobre pecho, un brillante sudor lo bañaba, sudor que no cansaba su movimiento. Fue genial. Hasta Gaby me decía "podes mirar si querés…”;… muá bb.
Mis zapatillas de gamuza natural ahora son grises. Ya cansado me fui del lugar prometiendo volver. Es lindo Pin, más o menos lo que buscaba. Como pocas veces, me llevo de un lugar (de una noche) muchas más anécdotas de las que usualmente espero, más buenas que malas (como la mano de un “hétero que se pretendía” tocándome por atrás, o un par de comentarios insidiosos de un pobre diablo), pero que no vienen al caso, porque este post es de la noche en Pin, no de Gustavo en Pin. Besos.

lunes, 28 de julio de 2008

Una vez...

Érase una vez un hombre. Un hombre con una vida mediocre, descentralizada. Que vestía de gris y saludaba sin ganas al mundo. Que pensaba y hacía diferente. Que aconsejaba bien y vivía mal. Érase una vez un hombre que necesitaba una oportunidad. Que se animó a pedirla y la recibió.

Un día conoció a otro hombre. Tan distinto a los demás que se parecía a él –a lo mejor de él. De repente enloqueció por este hombre, al punto de no soportar la espera hasta la próxima cita.


-No aguanto más. Nos vemos mañana-, le dijo. Y así fue.


Gabriel aceptó verse conmigo. Aceptó caminar por la Mar del Plata más linda de la ciudad. Me corrió la cara cuando le quise dar un beso. Pero me pidió disculpas dándome él el primero.


De atolondrados, esa misma noche nos pusimos de novios. Así nos encontró la mañana, entrelazados, el uno dueño del otro.


Así seguimos hoy, dos meses después de ese miércoles 28. ¿Pasamos muchas situaciones? No, solo algunas: un ensayo de crisis; una pequeña escena de celos; cientos de perdones; miles de “te quiero”; muchos más te amo; papá Santoro interrumpiendo en lo mejor; lágrimas también… algunas situaciones de los meses más rápidos de mi vida.

Érase una vez un hombre que vivía triste.


Hasta que te conocí.


Amor, feliz segundo mes, el segundo de muchos más que aún nos aguardan. El segundo mes más hermoso de mi vida. TE AMO.
PD: Adivina quien soy...