martes, 12 de octubre de 2010

Cuanto tarda el lector de blogs en ponerse de mi lado?

Gustavo dice:
q tal las supremas?
"Chongo" dice:
hola
muy bien
Gustavo dice:
:-)
"Chongo" dice:
igual en un rato se viene el postre
Gustavo dice:
bien
"Chongo" dice:
vos comiste?
Gustavo dice:
empanadas
"Chongo" dice:
el sabado me pedi empanadas
ricas
Gustavo dice:
compras seguido comida?
"Chongo" dice:
si
al mediodia casi siempre
a la noche depende
los finde seguro
Gustavo dice:
claro
"Chongo" dice:
es q vivo solo
y cocinar me aburre
Gustavo dice:
mirá
a mi m gusta cocinar
pero en realidad no m gusta la comida comprada
"Chongo" dice:
bueno igual compro en lugares de calidad y no como de todo
lugares muy conocidos
Gustavo dice:
claro
igual no lo decía por la calidad...
yo soy complicado con la comida, es eso
"Chongo" dice:
solamente con la comida?
Gustavo dice:
:D
"Chongo" dice:
??
Gustavo dice:
obvio q no
"Chongo" dice:
jajaj
me parecia
se nota
Gustavo dice:
ajaj, q buena imagen t estas formando
"Chongo" dice:
jajaj
soy medio perceptivo
igual no prejuzgo
dejo q la gente se muestre
Gustavo dice:
y vos q onda
"Chongo" dice:
eso decilo vos
Gustavo dice:
q haces aparte de trabajar e ir al gym
"Chongo" dice:
bueno trabajar me lleva bastante tiempo
en mis ratos libres...
me gusta estar en casa
este invierno re casero
pelis
comer algo
me gusta tomar sol
andar por la costa
salgo en roller
voy a correr
Gustavo dice:
muy atlético
y de noche salis?
"Chongo" dice:
a veces, este finde pasado sali...pero en invierno sali poco
me gusta salir a veces
a cenar salgo bastante
porq no me gusta cocinar ya te lo conte eso
jaja
Gustavo dice:
:-)
esta bien
igual falta algo
"Chongo" dice:
eh?
Gustavo dice:
la hilacha
venis muy normal
"Chongo" dice:
la hilacha?
no entiendo
Gustavo dice:
es una expresión
"Chongo" dice:
mis puntos en contra?
Gustavo dice:
no precisamente
no esperaría q t vendas mal, de hecho
"Chongo" dice:
pero se hablar de mi
no me jode
soy grande
Gustavo dice:
ajajja
"Chongo" dice:
y no pretendo caerle bien a todos
soy yo
Gustavo dice:
como diría un amigo, eso fue un palo contra un poste de luz
"Chongo" dice:
mmm
por
Gustavo dice:
lo de "soy grande", lo tome personal
"Chongo" dice:
jajaj
sali de novio con 2 chicos de 23 y 24 y se nota la difrerencia
pero a vos no te conozco
no se
Gustavo dice:
y q edad tenías?
"Chongo" dice:
la de ahora,..fue este invierno
me pelie con uno y conoci al otro
y nos pusimos de novio
Gustavo dice:
un tanto efimero, no?
"Chongo" dice:
pero fue mas de lo mismo
Gustavo dice:
claro
"Chongo" dice:
perdon=
?
Gustavo dice:
digo, relacion corta
"Chongo" dice:
como sabes la calidad de mi relacion?
Gustavo dice:
no hable de la calidad
"Chongo" dice:
usaste efimero
Gustavo dice:
en el tiempo
"Chongo" dice:
aja
Gustavo dice:
no suelo usar efimero para calidad
"Chongo" dice:
es decir q tendria q hacer estado años con alguien q no va conmigo?
eso queres decir
Gustavo dice:
mmm no
"Chongo" dice:
ah no entendi entonces
Gustavo dice:
digo, un invierno no es mucho tiempo, una relación de tres meses puede ser muy intensa, q se yo, no m meto con eso,
a lo q voy es q fue corta
fue mas pregunta q afirmacion
"Chongo" dice:
si me parece q te estoy contando demasiado para q me juzgues
creo q me callo

PD: se calló nomás.

domingo, 3 de octubre de 2010

Lo que me ocupa y preocupa por estos días

A penas una breve introducción, para no volverme monotemático.
Sigo trabajando en la librería. Las cosas no van mal, excepto yo: me descubro cada día más holgazán, y no sólo quien les escribe... mis compañeros también lo notan. Lo único que rescato de positivo es que me doy cuenta de ello. Es lo único.
Siento que estoy ganando bien, o al menos, de momento, no me quejo. Lo malo es que llego a fin de mes con una soga al cuello, pues guardo mucho más de lo que debería. ¿Para qué hago esto? No lo sé. Temo estar convirtiéndome en un esclavo del dinero. Mi excusa es trabajar unos meses más para dedicarme full time a la facultad, a mi carrera olvidada. Pero la realidad es que lamentaría mucho tener que tocar mis ahorros, en unos meses, para mantenerme. No sé para qué guardo el dinero, si ni quiero invertirlo siquiera. Esto también me preocupa.
La facultad también me preocupa. He tenido que abandonar una materia (y quedarme sólo con otra) pues no me dan los tiempos. Y no encuentro la voluntad para estudiar. Hoy, por ejemplo, por primera vez, falté a trabajar. Ayer llegué a casa muy descumpuesto. Siempre he alardeado de la buena salud que poseo, pero en los últimos años el único problema que siempre he tenido se ha agravado, y eso es mi hígado. No es muy complicado, pero un ataque me tiene un día convaleciente. Hoy, ya que no iré tampoco al doctor y en lugar de ello también ganaré tiempo para inventar alguna excusa por no presentar certificado médico mañana, debería estudiar. Y ya es tarde y aún no he hecho nada.
Estas son las cosas que más me preocupan, pero aún no he hablado de la más importante.
Si he de nombrarla, mi preocupación se llama Ezequiel.

Me preocupa Ezequiel. Me preocupo yo mismo en mi relación con Ezequiel, lo que de mi ha quedado, y lo que he hecho con él.
Apenas un repaso. Ezequiel estudia conmigo. Él es menor y siempre hemos coincido más en los pasillos que en las clases de facultad. Una buena vez, divertido, quise incomodarlo haciéndole una pregunta. Bien podría decir que ese breve intercambio de palabras dio inicio a lo que luego fue creciendo.
Algún día lo encontré en Facebook y desde allí comenzamos a hablarnos. Fue pocos días antes de mi cumpleaños, tan buena relación habíamos trabado que lo invité a la reunión que hacía en mi casa. Sin conocer a nadie, vino. Y más tarde, con Leandro, los tres fuimos a bailar. Nunca había reparado en Ezequiel como hombre, pero ese día fue distinto. Cuando todos nuestros conocidos se fueron, solos en el boliche, le dije lo que sentía, lo que quería: que era para mi lindo y muy agradable, pero que no sentía ganas de nada más, aquella noche, que de darle un beso. Sería sólo un beso, los dos teníamos ganas, y la historia habría terminado. Eso para mi siempre estuvo claro.
Otro día también nos juntamos en mi casa, y algo tomado lo seduje impiadosamente. A Ezequiel siempre le gusté, y volver a darle un beso no me costó nada. Aquella noche no quedó sólo en el beso, fue más lejos, y ello es algo que me da culpa, pues después de eso fue mucho más fácil salir de su cabeza.
Después de muchas charlas él me invitó a su casa. Para ambos sería la prueba de fuego. Aquel día nos despedimos con un fuerte abrazo, había nacido nuestra definitiva amistad.
Pero yo, tremendo inbécil, siempre olvido lo inexperto y vulnerable que es mi pobre Ezequiel, y en todo este tiempo no he dejado de confundirlo.
Hace un tiempo Ezequiel conocío a alguien. Y yo me puse celoso. Él disfrutaba de mi estado aunque yo trataba de ocultárselo. Interpreté que, después de todo me gustaba. Ese alguien no tardó de desaparecer de la vida de mi amigo, y en su reemplazo aparecí otra vez yo.
Café de por medio, para mi, señoras y señores, no quedó nada claro. Habíamos planteado nuestras realidades, y acordamos, más incitado por él que por cualquier otra fuerza, que “probaríamos”. Lo nuestro no tenía título, y eso me asustaba. Lo nuesto, lo más cerca que nos tuvo fue en un encuentro tímido y vergonzoso de nuetros labios, en alguna calle transitada a plena luz del día.
En menos de una semana nos juntamos a comer, a hablar. Y no aguanté. Le dije que no quería, que me sentía mal, que tenía miedo, que estaba preocupado. Eso fue todo. Otra vez le partí el corazón. Nuestros encuentros virtuales se limitaron a saludos y preguntas de rigor, no más.
Yo siento que lo extraño, que me falta mi amigo Ezequiel, la persona más especial de mi vida. Y lo peor es que no sé qué quiero, qué espero. Porque Ezequiel me gusta, pero la realidad es que no me animo. Por él, por mi. Sobre todo por él.

PD: Ronda por mi cabeza, con fuerza, la idea de ir al psicólogo.

martes, 24 de agosto de 2010

Varieté de las últimas semanas

Carlos me pidió, de alguna u otra manera similar a la que interpreté, que demos por finalizada nuestra virtual y ficticia relación. Sin entender, en menos de lo que imaginé, se fueron a los mil demonios aquellos pensamientos mios que nos encontraban juntos... Tiempo después pretendió que nada había ocurrido, y hasta me pidió que lo olvide todo, que esperaba algo más que un simple “feliz cumpleaños” público el día de sus 28. Pero me fue imposible. Quizás caí en la cuenta de lo verdaderamente frágil de “aquello” que nos ligaba, que me fue imposible desandar el final de nuestra historia. Importa poco, pues soñar con él fue hermoso. Inútil, pero hermoso al fin.

---

Andrés vovlió de un lugar muy muy lejano, hecho un ogro de feo, pero yo lo veo precioso. Cruzamos algunas palabras torpes, y con alguna mentira lo llevé al lugar donde quise.

-No pensé que alguna vez tomarías viaje...-, me dijo.
-No recuerdo que antes me hayas dicho ¿subis?-, le dije.

Ahora nos queda volver a vernos pronto, y dar por finalizada la ronda de juego que una vez empezamos. Esta vez, como acordamos la última, el telo lo pagó yo.

---

Un día llegué muy bohemio a casa y cometí sincericidio.
Hablé con Germán y le di razones para que no insistiera. Él no entendía cuando le decía que era el chico más lindo que había conocido y que era mucho lo que me gustaba. Que soñaba con su cuerpo tanto como con sus besos. Que no había nadie que me arrancara sonrisas en mi soledad, excepto él. No entendía cuando le decía esto y seguido le explicaba que no había nada que pudiera darle a cambio. Que tarde o temprano yo termino lastimando a la gente que me rodea. No entendía cuando le decía que hacía bien en no creer en nadie pues es lo mismo que hago yo día a día. “No confíes en mi; yo no confío en vos”. German no dio respuesta por un momento, y al rato me dijo “bueno, chau, :-(“, y se fue. Antes de que me eliminara de Facebook yo ya estaba arrepentido.

Es como le dije a Gaybriel... “creéme que soy capaz de destruir cualquier vínculo si me llego a enterar que por detrás nace un sentimiento”. A veces pienso que maté por siempre mi idea de volver a amar.

---

Horacio esta loco. Su grado de obsesión ha superado mi imaginación. Hace un mes lo crucé en la calle y no me saludó. Eso, más que molestarme, me dolió. Al día siguiente me mandó un mensaje diciéndome que lo nuestro había sido un error, que nunca más me saludaría. Le faltó decirme que me odiaba. Tiempo después también me dijo eso. Una o dos semanas más tarde fue su cumpleaños 29, el mismo día que Carlos. Volvió a mandarme un mensaje diciéndome que esperó todo el día a que lo saludara, y que se había dado cuenta de que nunca dejé de ser un pendejo de mierda. Tengo que aclarar que en ningún momento traicioné mi decisión de no hablarle, por lo menos hasta notarlo mejor. El día que festejaba su cumpleaños me pidió vernos un rato antes de la fiesta. Yo le comenté esta situación a mi amigo Leandro pidiéndole ayuda, que interviniera. Otro mensaje más de Horacio: “Sos una mierda, un pendejo. Sólo te quería invitar a mi cumpleaños porque, a diferencia tuya, yo sí soy gente...”
Nada de esto escapaba a cómo me imaginaba que estaba Horacio. Pero lo último me superó, me asustó. Esta semana Andrés lo encontró en una sala de chat. Ahora se hace llamar con un nombre distinto, usa mis fotos, y dice conocer a todos mis contactos. Le dijo a Andrés que sabía que yo le firmaba su Face y también le dió información privada mia. Menos mal que nunca se me ocurrió ofrecerle la dirección de mi blog.

---

Ezequiel se enamoró de su gran amigo: yo.

viernes, 30 de julio de 2010

Germán

Germán (nombre ficticio) es acaso el más lindo de mis contactos del MSN.
Tiene unos 21 años, es delgado, ojos claros, castaño claro... y muy lindo.
Alguna vez nuestras charlas fueron intensas. Hasta que Gustavo mintió, dijo cosas que realmente no quería, no deseaba, todo por seguir el perverso juego de Germán. Esto le salió mal, tanto como que ante una reacción inesperada y sorpresiva de él, Gustavo se enojó mucho, hechó por tierra todo el camino contruido para llegar a esos labios, a ese cuerpo, al contacto al fin.

Me enojé tanto que le dije que no quería hablar más con él, y logré hacerlo poner mal. Luego de un tiempo prudente logré hacer las pases, pero ya desde otro lado. (Le) Reafirmé que, pese a que quiero seguir sin pareja sólo me arriesgaría con chicos mayores que yo.
Es evidente que a Germán nadie le dice que no, por lo que su proceder no sólo no se aplacó sino que se volvió intenso. Yo resistí todo lo que pude. Hasta que me propuso un juego, macabro a mi parecer. La idea era hacerme tambalear en mi desición. Y Gustavo tambaleó:

-Te propongo un juego: ser mi novio por un día.

Gustavo lo pensaba, y su cara de duda y nervios aparecía en el recuadro de la cámara web.

-Gustavo tiene miedo, lero lero.
-Sí, tengo miedo, y qué.
-CAGÓN.

Más cara de indecisión.

-Y?-, dijo Ger.
-Bueno, acepto.

Gustavo y Germán se encontraron un día de esta semana. Gustavo conoció a un chico no tan lindo como en fotos, pero siempre más lindo que cualquiera. Dijo Germán que sus expectativas respecto a mi fueron superadas.
Hablamos un poco, o mejor dicho yo hablé poco, pues el muchachito tiene la costumbre de no cerrar la boca nunca. No aceptó mi invitación de ir a comer ni de tomar un café. Peor, con algunos grados bajo cero (ST) me llevó a dar vueltas por la costa y a algunas plazas céntricas; es por eso que todavía no recupero mi voz y mi resfrío esta lejos de aliviarse. Y es que hacía tanto frio, y se lo dije. Me dijo que sólo tenía frio en las manos, y más rápido imposible, la puso en mi cálido cuello. Ante mi reacción (¡!), puso ambas manos en mi cuello... pero esta vez para acercar mi cara a la suya y darme uno de los mejores besos de mi vida.

Germán es acaso el chico más lindo que he conocido en mi vida. Dueño de una belleza que me perturba. Perfecto -para mi- hasta en su parte más imperfecta. Germán me gusta muchísimo.

PD: como Maradona, Germán habla de si mismo en tercera persona. A diferencia del primero, consigue el efecto deseado, parecer muy tierno.

jueves, 22 de julio de 2010

Volver con Horacio...

Se me cruza con más frecuencia la idea de volver con Horacio.

Quizas me sienta solo, quizás lo sienta solo. Quizás lo extrañe, quizás me extrañe.

PD: creo que hoy no fue un buen día...

jueves, 8 de julio de 2010

24

Al final llegó el lunes y sin más pasó mi cumpleaños número 24. Siento que esta vez fue especial. Lo que más me ronda la cabeza es saber que fue mi primer cumpleaños sin Gabriel. En realidad, fue mi primero sin nadie: mis padres estaban y están aún de viaje; ningún familiar se acercó, y como yo de casa no he salido desde el sábado por la noche, aún no le he visto la cara a nadie más que a mi hermano.
Fue un cumpleaños raro. No estuve triste, acaso sí confuso. Sentí una gran ausencia, pero no sé de quién. Es decir, sentí que me faltó Gabriel, pero no el de estos días, con el que hablo por chat; me faltó el Gabriel de 2009, aquel que ha muerto y ya jamás volverá. Que se yó, supongo que será cuestión de hacerme a la idea... cumplir 24 años sin él probablemente haya sido una de las grandes últimas pruebas que debo pasar... Que cosa rara la naturaleza humana, comprender que lo nuestro terminó, sólo que medio año después.

Dicen que festejar antes de cumplir años trae mala suerte. Supongo que creo menos en eso que en la suerte. Yo lo festejé este último sábado. Habremos sido unos 10 jovencitos, siendo la primera vez que a una reunión que me tiene como anfitrión concurre tanta gente. A mi grupo clásico, el de siempre, se sumaron mi amigo Leandro y Ezequiel, aquel muchachito tímido de la facultad con el que he hecho buenas migas en estos días previos.
La hemos pasado todos muy bien y fueron varios lo que me han dicho que fue una buena noche. Comimos y tomamos y antes de las dos de la madrugada cada uno ya se había marchado: algunas chicas a Alem (zona de pub's y boliches), otros a la casa de uno de los chicos... por mi parte, junto a mis dos amigos (Eze y Lean) fuimos a un boliche gay.
A unas cuadras del boliche nos esperaba mi Profe, amigo inseparable de Leandro, junto con una amiga suya. Debo decir que durante toda la noche me ha tratado con mucha indiferencia, ya entenderán por qué.
Al entrar me encontré con Horacio. El sabía que yo iría... Realmente lo lamento, pues sé que verme fue un duro golpe para él. Me saludó con muy poca gana cuando le acerqué mi cara, pero al irse me evadió totalmente.
He de decir que la pasé muy bien. El boliche estaba como me gusta, con la cantidad de gente justa, y la música no era mala. Mi nuevo amiguito no conocía a nadie por lo que no se separó de mi durante toda la noche, cosa que me agradó mucho. En algún momento nos sentamos los cuatro en unos sillones y hablamos un poco. Ezequiel le comentaba algo a Leandro y a esa charla se sumó mi Profesor para burlarse de Ezequiel con bastante pobre ironía. Me extrañó mucho esa actitud suya pues él no es de ese tipo de gente. Al día siguiente Ezequiel me hizo comprender la posibilidad de que mi Porfeor se haya molestado, quizas hasta se haya puesto algo celoso por la presencia de Ezequiel a mi lado... me ha dicho que cuando se alejaba no dejaba de mirarnos; y la verdad que siendo así puedo entenderlo (obvio, no justificarlo). En fin, él no podrá decir nunca que nadie le dijo que conmigo se ha perdido una buena oportunidad.
Con Ezequiel casi rosándome continuamente hemos levantado varias miradas y comentarios de quienes nos conocían. Y es que Ezequiel estaba muy... atento a mi. Obvio... yo no como vidrio y me imaginaba por dónde venía la mano.
Digamos que media hora antes de cerrar el boliche Leandro y el Profe decidieron irse. Supusieron que los seguiríamos. Por mi parte no le consulté nada a Ezequiel y les dije que con él nos quedaríamos un rato más. Ellos comprendieron, y la verdad me gustaría que hubiesen visto la expresión de el Profe.
Se marcharon y quedamos solos. Esperé lo suficiente como para imaginar que a mis espaldas ellos ya no se encontrarían y disparé mis dardos:

-Eze, te hago una pregunta... ¿a vos te pasa algo conmigo?
-Bueno, creo que es evidente-. (Quisiera que durante este diálogo no dejen de tener en cuenta que el pequeño Ezequiel es muy tímdo)
-Mirá, desde que empecé a hablar con vos me doy cuenta que sos una excelente persona. Por eso creo que tenés que saber de mi boca lo que yo siento: a mi no me pasan cosas con vos. Mas, yo no quiero estar con nadie en este momento, ya te lo dije muchas veces.
-Sí, sí, eso lo entiendo. Vos en realidad no me gustas... osea, me pareces muy lindo y... no quiero hacerme la cabeza porque ya sé... ya me dijiste que no querés nada con nadie, pero...
-Esta bien, me gusta que entiendas eso. Vos me agradas mucho, y sé que yo puedo hacerte confundir. Pero sabé esto, todo aquello que puedas malinterpretar... no lo hago apropósito, soy así con vos y con todos mis amigos.
-Lo entiendo.
-Además... tenés que buscarte alguien más para vos, alguien con quien sepas que vas a estar bien. Sos muy inteligente, y lindo también.
-Vos sos lindo.
-Jaja. Entonces, ¿entendés?
-Sí.
-Que bueno, porque quiero que sepas que me muero de ganas de besarte-. Acá su cara fue de perplejidad. -Te repito, no quiero nada con vos, pero desde esta tarde que quiero besarte...

Lo demás es un corto diálogo que seguimos.
De esta manera quise contar como fue que besé a Ezequiel. Que me dió el segundo mejor beso de mi vida, y eso hablando de un nene que no tiene aún 21 años.
Quizás a la media hora nos fuimos, y hasta que nos despedimos hablamos de la importancia de dejar esta experiencia en el pasado, recordarla como algo muy lindo, algo de lo que teníamos ganas, quizás una barrera que nos impedía trabar una amistad y que finalmente hemos superado porque, claro, los dos teníamos ganas... él desde que me conoce; yo desde esa tarde de sábado.

Pero hemos vuelto a hablar. Y nuevas ideas rondan mi cabeza. Ezequiel es una persona fantástica y me culparía por mucho tiempo si por mi culpa dañara nuestro proyecto, el de la amistad. Pero la posibilidad de tener un confidente, además de compañero de facultad, que esté dispuesto a ocupar el lugar del “amigo con derechos” me seduce sobre manera. Y yo sé que el no se negaría. El problea es que, aunque me diga que no, quizás le cueste ser mi amigo.

martes, 29 de junio de 2010

Triste

Triste me queda corto. Faltan 5 días para mi cumpleaños y es inevitable. Todos los años igual. Muchas veces me he preguntado si es biológico o psíquico. La realidad es que no me dan ganas ni de comer, ni de tomar aire fresco ni de nada. Sólo quiero estar acostado en la oscuridad de mi habitación.
Hoy Carlos me tiró unas palabras... y me devolvió un tanto de energía:

"Vos estas triste porque estas solo, pero ponete a pensar que hay muchas personas que piensan en vos. Muchos pensaran mucho, otros poco, algunos no te podran sacar de la cabeza, y otros serás un recuerdo del pasado. Pero sos recuerdo y pensamiento de otros. Sos presente también, aunque no estes presente."

PD: Carlos vive lejos. Es lo primero que siempre digo de él. Es mayor que yo, y es lindo. Pero además es inteligente y tengo muchas cosas en común con él. Carlos a veces me refuta pero jamás me pelea. Tiene novio, su "chiquilin", como a veces le digo. Carlos me gusta, me atrae, me seduce. Él es muy seductor. Y un gran chamuyero, además. Carlos me gusta. Y gracias a dios vive lejos.

lunes, 28 de junio de 2010

"Ya no me distraes..."

Andrés parece no querer tener ganas de nada conmigo. A veces. Porque es siempre él el que me saluda cuando lo ignoro, y el que se enoja cuando me voy sin despedirme (hablamos del MSN, claro). Yo ya le dije de varias maneras que quería verlo, besarlo, volver a estar con él… pero nada. Y hoy pensé que ya sería hora de volver a la rutina, a la mía, aquella en la que ser bohemio tiene objeto. Como él lo dijo primero: fue lindo mientras duró.
Hoy me saludó después de media hora de verme conectado. Apenas un emoticón frío que respondí de la misma manera. A los diez minutos un “¿todo bien?” y un “sí” mío, indiferente.

Andrés: ¿La facu, todo bien?
Yo: Sí, estudiando un poco, rindo en la semana.
Andrés: Ok, entonces no lo distraigo.

Y acá me salió el auténtico Gustavo desde adentro.

Yo: Jaja, no, ya no me distraes.

Yo sé que le dolió. Pero a mi no me dolió menos. No perdió tiempo para preguntarme qué significaba ese “ya no”. Y le dije que era eso: ya no, de ahora, presente...

Andrés: Ah, ok.

Y se fue sin despedir. Qué se le va a hacer; yo lo intenté.

PD: he vuelto a hablar con Gabriel. Acaso pensé en escribir un post al respecto, pero no tiene caso: no sabría de qué hablar más que lo que estoy diciendo. Me he sorprendido de mi mismo al no sentir nada frente a sus palabras en la pantalla. Poco a poco me voy haciendo a la idea de que, efectivamente, como dice Carlos, “Gaybriel” ya pasó de moda.

jueves, 24 de junio de 2010

Mi hermano, el boludo

Pasaban en la tele un homenaje a Carlos Gardel, en el aniversario de su muerte. En un momento escucho que el avión en el que iba “chocó” con otro y de allí el trágico accidente.
Siempre creí que había muerto en el aire, no que su vuelo jamás había despegado.
La miré a mi mamá y le pregunté si sabía esto; es de ella de quien creo haber obtenido mi falsa visión del hecho. Y me dijo que sí.
-¿Cómo? ¿Vos lo sabías? ¡Viví 24 años de mi vida equivocado!-, dramaticé.
Y mi hermano, con su tono y mirada despectivas, acaso las únicas que tiene, dijo al pasar:
-Ah! Como si al año de vida entendieras algo.

Una cosa es contarlo, otra vivirlo. Mi hermano es el ser más infradotado que me tocó conocer alguna vez: él no escucha, él no mira. Las opiniones de los demás no sólo no tienen el más mínimo valor. Sólo su palabra y pensamiento son los correctos, nadie hace las cosas bien, excepto él. Para mi hermano la gente que le lleva la contra simplemente debe morir, y de la peor manera. La familia de esta gente también. Ningún sufrimiento opacará el suyo.
Mi hermano es una persona que da lástima; su entrecejo no tiene otra expresión que la del asco y la bronca, y esto es SIEMPRE. Él se refleja en mi, pero la percepción que obtiene es el opuesto negativo, y él lo sabe. No soporta la felicidad ajena, la odia.
Luego de saber que soy gay nunca más lo escuché hacer un comentario al respecto. Pero yo sé que siente odio, odio a si mismo por ser hermano de un gay; ni siquiera es conmigo aunque sienta vergüenza. Él me ve imperfecto y a la vez comprende que soy digno de felicidad, y se odia por la misma contradicción, por no poder internalizarlo.
Parece la descripción de la persona más desagradable de todas. Pero créanme, me quedo corto.

Lo miré fijo. Con el desdén -lo admito- de la resignación ante lo imposible; él no parece dispuesto a cambiar.
-Sos un boludo-, le dije.
Y se enojó terriblemente, según él porque lo ofendí. Y no fue así, simplemente le dije la verdad; y otra vez me quedé corto.

PD: esta es una entrada que nunca hubiera querido publicar.

Ellos (cuento)

Soñé que me pedía un beso. Después otro. Luego no soñé más… se los había dado todos.

domingo, 20 de junio de 2010

Soltero y la mar en coche (II)

Hoy en Argentina es el día de la Bandera primero, y del Padre también, pero este dato es puramente referencial (a menos que quieran considerarme como un papito y quieran felicitarme en este día. Pueden hacerlo).
Todavía me estoy haciendo a la idea de la soltería. Ya mantuve algunas charlas con mis amigos referentes en las que casi me suplicaron “no ponerme de novio” al menos por un tiempo. Quieren que desarrolle proyectos propios, es decir que me proyecte a mi mismo, que me ocupe de Gustavo y creo que tienen razón.
Por su parte H (como prefrieren algunos llamar a Horacio) se llamó a silencio y desde allí me acosa por msn con cuentas fantasmas al igual que por Facebook. Por momentos me pregunto si es muy predecible o si tan solo lo reconozco por conocerlo justamente.
Mi Profe (¿lo recuerdan?) apareció de nuevo porque ya esta enterado de “mi drama” con H. Me pregunto qué querrá. Creo saberlo. Leandro ya me previno: “ni se te ocurra”, y creo que tiene razón. Pero yo soy un ser tentable y estoy seguro que no resistiría tenerlo en frente solamente mirándome… Debería evitar esa situación.
Por otro lado está Andrés. Ayer me instó a salir, a festejar mi soltería. Me gustó que dijera eso porque sé que realmente no quiere que lo haga. Le dije que no lo haría porque yo no soy de esas personas. Me recordó que igual estaba en todo mi derecho, al igual que él, y eso sí que ya no me gustó. Me dijo también que me quería, pero sabía muy bien que yo no quería nada; yo le dije que eso era verdad, pero que igual a él sí quería verlo. Él dijo que también, pero que también buscaba estar de novio.

-Nos podemos seguir viendo, yo también quiero. Pero quiero que sepas que yo sí quiero estar con alguien y que no voy a dejar de conocer gente.
-Me parece bien-, mentí.

jueves, 17 de junio de 2010

Teoría del amor

Quiero contarles una cosa muy interesante que me contó Andrés un día después de vernos. Venía a cuento de su experiencia con su ex y la mía con el mío. Casi historias parecidas (lo de él duró un año más y a ambos nos dejaron). Es así: me habló de su teoría sobre el amor, que es como el yogourt (?). Según Andrés el amor es como un yogourt, depende del gusto, alguno es más rico que otro y son todos distintos. Se supone (para la analogía) que a todos nos gusta el yogourt. Que por tiempos lo preferimos de frutilla, otros de durazno. Andrés me dijo que hay que saber darse cuenta cuando un yogourt está vencido para desecharlo a tiempo. No se puede comer un yogourt vencido porque hace mal. Según Andrés hay que darse cuenta cuando el amor se vence, y dejar de insistir (“te puede agarrar una cagadera infernal”). Simplemente recordar a ese amor como un buen yogourt…
Andrés (22) tuvo un novio menor que él. Fue su primera experiencia para este chico y seguro la pasaron bien. Como a Gabriel y a mi, este chico quiso probar cosas nuevas. Como Gabriel conmigo, decidió terminar con Andrés y este quedó destrozado, como yo en su momento. Andrés quiso volver. Yo también quise. Ellos acaso lo intentaron y de allí nació su teoría.
Me dijo que ya no lo ama pero que por siempre guardará los mejores recuerdos. Que si insistiera podría volver con su ex, porque a pesar de lo mal que hoy se llevan él también lo quiere; pero que es inútil, que el yogourt esta vencido y que sólo puede recordarlo como algo bueno.

PD: Esto viene a que últimamente estoy replanteando aquello que creía sobre el amor eterno. Una idea por demás romántica que muy en el fondo me resisto a desechar, pero que todo me indica que es así, que tal cosa no existe más que para la literatura, las películas y los ingenuos. El Amor no existe, existen los amores. Y esto es triste. Pero es que yo estoy triste.

Soltero y la mar en coche

Habrán notado mi ausencia. A veces las cosas me superan. Horacio me superó. Y debí poner un límite. Ya no pude soportar sus amenazas de suicidio, su llanto angustiado, sus llamados en la madrugada ni el de sus familiares. Tampoco la culpa, porque yo no lo amo sino que mucho lo quiero. Y porque ando en otra.
Ayer nos vimos para terminar. Me pidió que no lo deje; le dije que no era yo, pero que va, era yo. Quedó destrozado. Tanto que me recordó a mi mismo hace medio año.
Le dije que ya pasará, que pronto aprenderá a no confiar en nadie, en la manera que yo dejé de hacerlo desde que me separé. Que así se crece y uno termina sobreviviendo.
Me duele mucho verlo así, pero sinceramente creo que es mejor.
Antes de irme a Buenos Aires, a verme con Peter, ir a un vivero y verme también con Carlos, conocí a un chico. Que lo tenía desde hace un año en el msn, pero con el que empecé a hablar más desde hace un mes. Vio fotos mías y dice que le gusté mucho; al final todos me dicen lo mismo. Él supo siempre de mi situación. Sin importarle mucho un día quedamos en ir al cine. Y lo que menos hicimos fue ver la película. Él cruzó su pierna con la mía y no soltó mi mano ni un sólo instante. Muchas veces nos miramos hasta que le robé un beso tímido, por demás tierno entre tantos espectadores anónimos. Antes de terminar el día, como si fuera una escena de película, me llevó a un ascensor y lo trabó entre piso y piso para besarme.
Nos vimos dos días después. Acumulábamos ganas. Anduvimos por plazas y centros comerciales, y en un café “de trampa” otro beso le robé. Todo a escondidas, mientras crecía nuestro fastidio. Antes de viajar me propuso que la próxima vez deberíamos estar en un lugar más íntimo, aunque sea para besarnos y abrazarnos. Me corrió un escalofrío por toda la espalda pero dije que sí. Y así fue. Esta semana me llevó a un “telo”. Fue menos traumático de lo que esperaba, sabiendo incluso que Andrés (nombre ficticio) es activo como yo, y que no daría el brazo a torcer. Terminamos haciéndolo y sin esperarlo quedé con ganas de más.
En el medio quedaron muchos “te extraño”, y algunos “te quiero” (suyos) a los que me he resistido con mucha entereza. Pero las cosas cambian. Yo no quiero volver a estar en pareja, al menos por un tiempo largo, pero estoy ilusionado con volver a verlo y él me muestra indiferencia. La cita debería ser mañana pero apenas hemos cruzado un “hola”.
Hoy es uno de esos días en los que no quiero crecer. Y me acuerdo con insistencia que me quedan dos semanas para mis 24.

PD: he pensado muchísimo en Gabriel, y con tristeza. Extrañar anormalmente a Andrés en mi viaje me hizo pensar en cómo se sentirá Gabriel teniendo a un novio tan lejos. Me han dicho que esa es una elección suya y que merece nuestro respeto... pero no puedo evitar sentir pesar por él. Y es que no lo he dejado de querer...

miércoles, 26 de mayo de 2010

La escritura que calma a esta fiera

Mal o bien que lo haga, escribir me calma. Y hoy necesito hacerlo más que siempre.
Acabo de llegar de la calle. Fui a hacer las pases con Horacio. Ayer tuvimos un problema y por chat, a la noche me lo recordó, no aceptó mis disculpas y se fue saludándome con poca emoción. Y yo estuve todo el día pensando en él.
Decía que había ido a hacer las pases. Fui en bici. De mi casa a su trabajo -él único lugar que sus 29 años nos permiten encontrarnos- hay un trecho largo, tanto como media hora. Me congelé todo. Y a eso debo agregar que el fantasma de una recaída de resfrío fuerte por “Bicentenario” me susurra al oído.
Llegué. Enganché la bici en él único lugar que me quedaba libre, un poste cagado en el piso. No importaba, me arriesgué igual a enroscar el candado.
También me arriesgué a mandarle un mensaje de texto desde la puerta, para darle una sorpresa, preguntándole si nos podíamos ver; él tenía que responder que sí. Me arriesgué porque todos me vieron con un celular poco común, uno de esos de sólo tres botones que salen como medio sueldo de ciudadano común y que sólo a mi papá se le ocurre regalarme (sí, hoy no hay poronga que me entre bien). Digo que me arriesgué porque Mar del Plata es cada vez más insegura; pero no importaba, yo quería hacer las pases con Horacio.
Pues bien. El señor me respondió que mejor que no, que nos viéramos otro día, que estaba muy nervioso por unos pasajeros insufribles y que tenía “miedo de decir cosas que no quería”.
Solo y con frío y lejos de casa: me fui a dar una vuelta por el centro, masticando mi rabia. Más que eso yo diría frustración. Tomé San Luis por la plaza y -maldito pueblo-, ¿adivinen con quién me crucé? Les evito el duro ejercicio mental: con Gabriel. Supongo que iría a su clase de inglés, con la campera verde oliva que le regalé por su cumpleaños último, esa que cuando estábamos juntos no quería usar “para no gastarla”. A veces me siento afortunado al haber sido novio de un tacaño, de no tener un solo regalo suyo... no tengo que recordarlo cada vez que me pongo una campera que me queda bien.
Lo vi mucho antes que él a mi, y como no iba a volverme inflé el pecho y levanté la cabeza. Lo saludé y seguí caminando firme, sin volver la mirada. ¿Será posible? Yo estaba bien, de repente una nueva crisis existencial, otra pelea con Horacio, y en menos de una semana recibo un mail suyo (sí, esto no lo conté pero fue hace unos días) y también me lo encuentro en la calle. “A veces pienso que dios me provoca como provocó a Moisés en el desierto”. Qué se le va a hacer: era yo quien estaba en su territorio.
Seguí mi camino, iba a hacer una compra. Pero ya ni ganas tenía... aún llevo mi frustración en el pecho. Dos cuadras más y me volví. A desatar mi caballo cansado. En eso estaba cuando la punta de la cadena del candado toca el piso, arrastrando “esa cosa” por el caño, el asiento y mi mano. Esa masa esponjosa y fresca no podría ser el algodón de azúcar de algún infante salame: era la mierda de un perro maricón de alguna vieja hija de puta (conchuda paqueta de departamento con vista al mar) que ahora estaba en mi mano. Para mi era demasiada mierda, pero no tanta (ni como mi orgullo) para decirle a Horacio que estaba en la puerta y que necesitaba imperiosamente agua y jabón. De vuelta a masticar mi bronca y otros sentimientos aderezados, a casa, raspada mi mano en el asfalto previamente. Por calles en donde las gentes parecían tener un auto por individuo, y ser tantos como chinos, todos desesperados, todos apurados, algunos en doble fila.

Hoy, después de algunos meses, volví a llorar.

PD: No todas son pálidas. Hoy me enteré que el gran Foucault era gay. La mala es que murió de SIDA.

martes, 18 de mayo de 2010

Mi sueño, un canario

Esta vez debo llamarme a silencio. Ha ocurrido algo terrible en mi vida, los cimientos de mi edificio de repente se agrietaron.

Ya superé el pánico inicial. Pero estoy preocupado, angustiado, cansado.

Esta vez he de llamarme a silencio. De esto sólo saben dos personas, y una cree ser la única. No quiero que lo sepa nadie más.

Estos días han sido terribles. De repente entré en crisis. No sé que hacer. Solo sé que no quiero estar solo, que tengo mucho sueño, que no tengo apetito, que no quiero hacer nada. Estoy analizando abandonar la facultad, aunque sea por un tiempo; irme a vivir solo, lejos, dejarlo todo. No exagero, aunque es probable que termine por hacer nada. Simplemente no me siento bien.

Noches agitadas, qué sé yo. En la última tuve un sueño particular. En absoluto me agradó. Se trata de un mal sueño recurrente que casi no recordaba. Hacía frío, había mucha humedad. Un día gris, triste, de esos que meten angustia. Era muy temprano, o muy tarde, pero había claridad. Descubro en el lugar más abandonado de mi casa una jaula con un canario. Me había olvidado del canario. ¿Sería mío ese animal? Un ave amarilla, desteñida, sola… entre los barrotes de una jaula oxidada; aún vivía. Hacía tiempo que nadie lo alimentaba y su agua estaba contaminada. Sentí culpa de verlo así. Le pedí perdón con lágrimas en mis ojos. Desde que me vio no paró de piar, estaba desesperado. Procuré que no le faltara nada, realmente tenía culpa. Pero sentí que nada sería suficiente, que por más buena vida que pudiera darle, el pobre canario llevaría por siempre la tristeza en su corazón, la sensación del abandono.

Ninguno de estos sentimientos me resulta extraño. ¿Y quién soy yo en el sueño? Si algo me faltaba era soñar…


PD: lamento en lo más profundo de mi corazón que la entrada número 100° sea una de las peores. A todos perdón.

sábado, 15 de mayo de 2010

El poder del adiós

A fines de este mes se cumplirán dos años desde el momento en que con Gabriel decidimos ponernos de novios. Alguien me dijo que no podía seguir pensando en estas cosas, pero sucede que, simplemente, yo no lo olvidaré nunca. Gabo dejó huellas en mi vida que no creo posible verlas desaparecer. Lloré mucho a Gabo; también me lloré mucho a mi mismo. Sus últimas palabras fueron como gritos en mi cabeza en las noches largas, pero sabe dios cuánto necesité oírlas para poder dejarlo ir, para poder dejarlo morir. A partir de ese momento comencé mi duelo…
Fue duro. Pero lo superé. En el camino descubrí infinidad de cosas nuevas y hasta me reconcilié con el amor. Gracias a Horario, a ese ser tan especial que encarna su cuerpo frágil y mágico, aprendí a perdonar, y ya estoy listo para seguir creciendo.

Quisiera compartir con ustedes esta canción que acabo de encontrar entre mis archivos, de casualidad, como todas las casualidades que me golpean la cara a diario. Se llama “El poder del adiós”



Tu corazón está cerrado, por eso debo irme
El hechizo se ha roto, te amé tanto
La libertad surge cuando aprendes a dejarla ir
La creación surge cuando aprendes a decir que no
Eras la lección que debía aprender
Yo era la fortaleza que debías quemar
El dolor es la advertencia de que algo anda mal
Ruego a Dios que no dure mucho
Quiero llegar a lo más alto

No hay nada más que intentar
No hay lugar para esconderse
No hay poder más grande
Que el poder del adiós
Tu corazón está cerrado, por eso debo irme
El hechizo se ha roto, te amé tanto
Fuíste la lección que debí aprender
Yo era tu fortaleza

No hay nada más que intentar
No hay lugar para esconderse
No hay poder más grande
Que el poder del adiós

Aprende a decir adiós
Anhelo decir adiós.

domingo, 9 de mayo de 2010

Facundo (II)

Tengo un conocido que tiene la costumbre-oportunidad-suerte de, ocasionalmente, encontrarse en los baños del Shopping a gente desconocida; con las cuales no median palabras, apenas miradas fijas; dónde la condición es la atracción (o las ganas) y estar de acuerdo, obvio. Esta práctica me parece algo rara, encierra todo el morbo de ser vistos, por ejemplo. Además de todo lo que implica el baño público. Y es fácil: se miran, se ponen de acuerdo, disimulan y terminan masturbándose el uno al otro.
Era evidente que Facundo me invitaba a esto aquel día que lo vi. De ninguna manera, aquella vez, hubiera aceptado tal cosa. Pero encontrarme frente a tal situación no pudo menos que dejarme sin reacción inmediata, y sólo me quedé mirándolo sin pensar en nada, sin poder hacerlo.
Pero a mí siempre me salva el timbre que indica que el recreo ha llegado, justo cuando doy lección. Entraron unos chicos floggers, ruidosos por demás. De pronto volví a la realidad y me fui casi corriendo. Habré pensado tontamente que Facundo saldría por atrás, me detendría: ¿me pediría perdón?, acaso un “no te vayas” o “yo te conozco”; en casa pensé que he de ser muy romántico… pesar que Facundo saldría del baño… Si lo hacía no iba a ser para decirme lo que quería escuchar.
En la entrada me encontré con Horacio. Antes de saludarme me increpó con que dónde estaba. Y me puse mi traje de víctima y le dije que tenía frío, y que me había cansado de esperarlo, que entré en el Shopping para hacer tiempo. Todo esto mientras, agarrado de un brazo, lo arrastraba con disimulo a no sé donde, yo sólo quería alejarme de ese lugar. No creo que el pobre lo haya notado, pero no paré de pensar en la situación en toda la tarde.
Cuando llegué y casa y me conecté, con plena intención de despejarme, encuentro que en el msn alguien me había agregado. No podría olvidar esa cuenta de correo. No era la de Facundo, aquella con la que nos habíamos conocido. Era la de Matías…; digamos, la cuenta-trampa de Facundo. Yo la conocía porque muchos chicos con los que he hablado conocieron a Facundo por Matías… Quien conocía a Matías no conocía a Facundo; quien conocía a Facundo podía conocer a los dos. Yo conocí a Matías mucho después, y sólo de nombre. Matías era para coger, para dar el espectáculo de los músculos tatuados y ese mito de los más de 20 cm, que parece que no son tantos, aunque sí muchos. Ojo, Facundo también cogía, sólo que prefería hacerlo como Matías.

Agregué a Matías. Después de media hora me habló:

F: Pensé que habías cambiado.
G: ¿Perdón?
F: Sí; además tampoco perdés la costumbre, esa de esperar a que te hablen primero. Igual algo cambiaste… te pusiste más lindo.
G: ¿Quién te pasó mi correo?
F: ¿Cuándo nos vemos?

Todo era muy loco. Facundo, Matías… mi primera y única obsesión (espero que la última) volvía a querer hacer ruido en mi cabeza. Tanto que me había costado olvidarme de él, ahora no sólo demostraba haber dejado atrás su enojo sino que me recordaba con varia precisión. Y me preguntaba cuándo nos vemos.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Ezequiel

Dicen que es muy común que un gay lleve por nombre el de Ezequiel. No debería creer en esto, pero tampoco puedo negar que exista cierta correlatividad… hasta yo me llamo así.

En fin, aún les debo la segunda parte de mi historia con Facundo, que continuó, que ya terminó; pero una seguidilla de situaciones un tanto desfavorables me impiden escribir. Pero esto no quiero dejarlo pasar. Tampoco tiene importancia. En mi vida no ocurren cosas importantes; uno termina haciendo lo que puede.

Soy malo, y disfruto siéndolo. Hace tiempo, cuando aún maquillaba mi pena con sonrisas de momento, me encontré en Pin Up con un chico que tenía de vista. A pesar de mi gran resistencia natural al alcohol, ese día estaba más “contento” que de costumbre. No lo reconocí hasta que nos perdimos de vista, pero el chico era un compañero de facultad. Yo sabía que lo conocía, y lo iba a dejar de mirar, molestar, hasta que vi que me bajó la mirada, como haciéndose el distraído. Borracho y todo lo miré fijo con cara de “¿Así que vos también?”, y el muchachito no supo dónde meterse. Mi amiga me metió a los empujones en un taxi mientras yo no paraba de mirarlo y sonreír maliciosamente, hasta que lo perdí de vista.

Por aquella época todavía hablaba con el Profe. Le conté esto último y me dijo, riendo, que era malo, malvado me dijo, que eso no se hacía. Otro chusma que se quedó con la sangre en el ojo porque no le dije cuál de sus otros alumnitos era gay. (¿Y qué quería? A este sí que le lleva una década entera.)

En el transcurso de estos meses nos vimos varias veces, sin hablarnos. Nos cruzamos por la calle y literalmente “me comía con la mirada”. Debo decir que es muy tímido, flaquito, jovencito.

Sorpresa para mi cuando empecé las clases y terminamos compartiendo la misma cátedra. Yo me siento detrás suyo por lo que no dejo de saber cuándo me mira. Y me mira, claro. Lo suyo es con curiosidad. Estoy seguro que yo le doy curiosidad. Lo mío es malicia; lo único que quiero es ponerlo nervioso. ¡Pero che!, tampoco soy acólito de ningún demonio. Hoy por ejemplo nos cruzamos en un pasillo. Otra vez me clavó sus ojos y bajó la mirada. Pero en esta oportunidad decidí saludarlo.

-Hola, una pregunta, vos… cursas Contemporánea, ¿no? ¿Cómo te fue en el parcial?

“Tragame tierra”; no sabía dónde mirar, se puso colorado, se puso más gay, se puso nervioso. Se puso a contarme como pudo lo difícil del parcial, que esto, que aquello. Yo, con cara de poker, voz de macho (¿?), le dije que no pude ir.

-Ah, mirá, acá lo tengo-; diez minutos buscando la hojita de las consignas. -No, no los entregaron pero me quedé las preguntas. Tomá, quedátelas.

Y con algo más que generosidad me dio algo así como oro en polvo. Más tarde se acordó para qué estaba en este mundo y se despidió a las apuradas, dándome con mucha vergüenza la mano.

-Gracias, nos vemos. ¿Cómo te llamas? ¡Ezequiel! (era sorpresa de verdad), mirá vos, yo Gustavo Ezequiel. Cuidate.

Nos vemos pronto, Eze.

lunes, 3 de mayo de 2010

Facundo...

Hace varias semanas esperaba a Horacio en la puerta del Shopping. Esto que voy a contar me lo guardé un tiempo porque me dio mucho pudor; hoy no recuerdo por qué. O no entiendo por qué.
Decía que esperaba a Horacio... otro que me hace esperar mucho cuando quedamos a una hora. Y después soy yo el impuntual.
Hacía un frío terrible, por lo que fui a dar una vuelta corta por el Shopping, ver ropa, libros. También me di una vuelta por el baño para ver que todo estuviera ok.
Entré, me miré, intenté peinarme... Había gente, así que disimulé un poco lavándome las manos. Mientras yo hacía algo de tiempo secándome en el secamanos salieron unos tipos y me quedé solo, a excepción de alguien que seguía en el mingitorio. Era una sola persona por lo que poco me importó que me viera haciéndome el lindo frente al espejo.
En eso estaba yo peinando mis cejas que el chico que estaba “orinando” se acercó y se lavó las manos a mi lado. Levanté la mirada y lo encontré “comiéndome con los ojos”. Era Facundo. Mi primera fantasía, el mítico, mi promesa, "la espina", el hombre del sexo y los tatoo's... Facundo estaba a mi lado y me miraba con la misma cara inescrutable con la que lo conocí, con la que nunca más pude verlo. Me miraba mientras se lavaba las manos. Yo no me quedé atrás, y por más colorado que estaba no dejé de mirar el espejo en que nuestros ojos hacían contacto. No dijimos nada, yo por miedo a que no recordara quién era. Pero una sonrisa justa, breve, me lo dijo todo. Facundo se acercó mucho, tanto que giré para verlo cara a cara. Se sonrió un poco más y se volvió a la zona de los mingitorios, mirándome. Disfrutaba mi nerviosismo. Como si nada se desabrochó el pantalón y miró contra la pared. Esta vez no orinaba. Simplemente se quedó como para hacerlo, esperando. Yo quedé desconcertado, hecho piedra mirándolo. Estaba por irme cuando dijo:
-Dale-, y giró la cabeza para mirarme y decirme lo mismo, esta vez con los ojos...

PD: Los años le dieron ese aspecto que me hace pensarlo otra vez. Y otra vez, ya me agregó al msn.

jueves, 22 de abril de 2010

¿Alguien que me ama?

Hoy le dije algo así como que me estaba enamorando de un chico...
-¿Y cómo es ese chico?
Y bueno... jugando como juego desde el mismo día que lo conocí, mis “pistas” apuntaban a media comunidad. No llegué a decir que ese chico era él porque algo nos interrumpió...
Más tarde estabamos de nuevo juntos, mirando unas fotos en el Face, comentando comentarios que me habían dejado hace tiempo.
-Y... es que hay mucha gente que me quiere, que me ama...-, dije, para pincharlo.
-Sí, [Juan Pelotas] no es el único que te ama-, dijo, y mi reacción fue como si me hubiera tocado una tercer mano la espalda, justo cuando estaba muy relajado, justo cuando estaba bien...

PD: Al rato:
-Que te pasó? Dije algo que te molestó?
¿Y cómo disimular?

sábado, 17 de abril de 2010

Somos novios... (otra de manzanero)

Yo no quería. Después de lo de Gabo mi idea era saltar de cama en cama, y estuve a nada de lograrlo. Horacio me enganchó, no se tragó mi pedido mentiroso de “disfrutemos el momento”.
-A mi me gustan los títulos; además te quiero presentar a mis amigos como “algo”... ¿qué les voy a decir? ¿“Te presento a mi día a día”? No, no da.
Y lo vi tan lastimero que le terminé proponiendo, en una escena patética e increíble... que sea mi novio. Él, chocho... yo... yo no recuerdo cuándo fue esto, cuándo es que cumplimos el primer mes. Ya me amenazó que no podía olvidarme, y él no quiere recordarme la fecha.
Por lo demás estamos bien. Ya empecé a quererlo y extrañarlo. Ya hemos discutido, y toda la noche que no tuve noticias de él me pareció mucho tiempo.
Qué se le va a hacer, yo no quería, por lo menos hasta bien entrada la segunda mitad del año... pero estoy de novio. Disfrutando esa piel hermosa.

PD: Recuerdo que una vez en Facebook me hice fan de un grupo que decía “Yo no necesito sexo... la Facultad me coje todos los días”. ¡Mentira! El sexo lo necesito más que nunca (y como nunca lo estoy disfrutando, varias veces por semana, jeje), pero lo de la Facultad es verdad... Este blog esta perdiendo los post más jugosos de este mes por la maldita Facultad.

miércoles, 7 de abril de 2010

Y más que siempre, y más que nunca, y más que jamás...

Por supuesto que hicimos el amor…


Con Horacio, eso de hacer el amor, como canta Manzanero, era algo que veníamos practicando desde hacía unos días, desde aquel mismo en el que nos fundimos en un beso tosco y torpe en el boliche, cuando más tarde nos atacamos por el cuello y partes de la oreja...


Y más que siempre, y más que nunca, y más que jamás…


Desde aquella noche hemos venido practicando el rito y mis enfermas cosquillas nunca fueron el problema…


…ni que las gentes nos vieran a los dos…


Hablando y conociéndonos; aun nos falta tanto, pero eso sí, creo que ni un instante dejamos de hacer el amor.


El sorbo de café que nos tomamos aquel rato que pasamos sin parar de conversar…


Porque el tiempo así no tiene límites, y si bien la luz del día nos indica que ya es muy tarde, todavía no nos cansamos de estar juntos.


Con Horacio, eso de hacer el amor fue más allá. Y fue espectacular, como la primera vez que no tuve, así de tanto me gustó, casi perfecta; saber que también a él gustó, haberlo sentido feliz en cada lugar donde nuestra piel tuvo encuentro.

Con Horacio, después de tanto y a la vez tan poco tiempo, hicimos el amor. Y para ninguno de los dos (sospecho que en especial para él) habrá vuelta atrás.



PD: había olvidado (si alguna vez supe) que un hombre desnudo puede ser hermoso.

viernes, 2 de abril de 2010

Horacio

Horacio no se llama así. Tiene otro nombre, pero como ahora estoy en plan de “reservarme” un poco más, esa será su identificación en este blog.
Hablaba de Horacio. Que lo conocí hace realmente pocos días, que de entrada no me pareció tan feo como me previno mi amigo, nuestro celestino. Podría haber esperado mil cosas peores, pero me encontré a un chico que no aparenta sus casi tres décadas en absoluto (llegué a pensar que era menor que yo), que es más flaco de lo que realmente acepto (o aceptaba), demasiado formal, algo afectado, terriblemente tierno. A Horacio dan ganas de abrazarlo siempre. En esa oportunidad, en la que fuimos presentados, apenas cruzamos palabras o miradas. Fue suficiente. Lo demás se dio solo, todo gracias a Leandro, que no perdió el tiempo para hacer que salgamos juntos a bailar (nosotros, él y un amigo más).
Una vez, hablando de lo difícil que se me hizo acercarme al Profe la vez que nos dimos un beso, Leandro me dijo que eso era porque entre ellos tienen un código: “Nadie se agarra a nadie hasta después de las 4.30 de la mañana”. La idea de esa pauta es no dejarse solos, permanecer unidos. Y me pareció perfecto, mucho más si hubiese tenido noticias de esa pauta aquella noche. En fin, supuse que así sería con todos sus amigos, por lo que la noche en que salí con Horacio yo estaba muy tranquilo, además de que mis expectativas eran muy bajas, todo para no terminar defraudado.
Pues he de decir que no me dio tiempo a nada. Apenas empezaba a sonar aquella música que no se puede dejar de bailar, el diálogo trunco fue el siguiente:
Yo: ¿Te gusta esta música?
Horacio: Sí, me gusta.
Yo. ¿Y te gusta bailar?
Horacio: Sí, un poco me gusta.
Yo: ¿Y vas a bailar?
Y esta vez no tuve respuesta. (Haré mi mea culpa y diré que mis preguntas no eran inocentes, tanto como mi actitud, mi postura, la forma que lo miraba, nada inocente). Horacio se me acercó de una manera muy rápida, una que no deja de extrañarme si es verdad que es muy tímido. Nos dimos un beso, que no fue el mejor, pero que ha mejorado en el transcuso de los días. Pero volvamos a esa noche. Desde ese momento le pertenecí a Horacio. No me dejó solo ni para ir al baño, y si nos moviamos era sólo y sólo de su mano, siempre abrazados, o besándonos.
Desde esa noche nos vimos casi todos los días. Hasta me hizo un regalo: un peluche con forma de conejo blanco con un huevo de Pascua al que bauticé... Horacio, y al que él se refiere como “nuestro hijo”. Así de rápida la cosa, tanto como que ya me dijo “te quiero”, o me insinuó la inminencia de un “noviazgo”...; mas: hace un par de días me dijo que ya había visto mi regalo de cumpleaños (¡Y PARA ESO FALTAN MESES!) y que era probable que tenga que elegir otro, porque capaz que me lo regalaba antes. Le tuve que decir que eso no me gustaba, que yo tenía ganas de conocerlo pero que -”por dios” (esto no se lo dije)- quería ir despacio. No creo que lo haya entendido.
Y es que Horacio no estaba en mis planes. Después de lo de Gabriel yo quería conocer gente, portarmme mal, hacer todo aquello que no pude por estar de novio. No quería ponerme de novio, no por lo menos antes de bien entrada la segunda mitad del año. Esta vez quería dedicarme más a mi descuidada carrera, estar con mis recuperados amigos, sentirme libre y sin obligaciones...
Las expectativas no son tan terribles. Repito que Horacio no estaba en mis planes: a pesar de ser ese puñado de años mayor que busco en un hombre es hermosamente blanco y delgado, aparentemente bastante dependiente, económicamente estable (y le gusta hacer regalos y pagar cuando vamos a tomar algo)... Igual, yo no quería, tan rápido no quería.

viernes, 26 de marzo de 2010

Prudencia... vergüenza también

¿Por qué tendré la boca tan grande, el ego tan inflado… o seré simplemente tan pelotudo de pasar indiscriminadamente la dirección de mi blog a la gente que conozco?
Creo que mi vida gira sobre contados puntos, y sobre ellos me muevo desde hace mucho… a veces siento ganas de hablar sobre eso, cosas que algunos saben, otros no, y otros que no quiero que sepan. En fin, la experiencia me golpea todas las mañanas en la cabeza y yo sigo sin aprender. Ya me pasó con mi ex pareja… tantas cosas quise decir de nosotros pero sabía que él tarde o temprano se enteraría de todo lo que no quería que sepa… justamente, por mi manía de que “me lea”. Eso ya quedó en el pasado, pero mi vida continúa, algunas cosillas me han tocaron de cerca desde “aquello” y no sé si por vergüenza o prudencia me guardo de escribirlas por acá. Si hasta llegué a crear un “diario electrónico”, uno que, por capítulos, guardo bajo contraseña en mi notebook… Porque para mi escribir es una necesidad, la de exteriorizar mis sentimientos, aquellos que no puedo derramar hablando, porque por momentos mi voz es muy afectada o demasiado ronca, o me trabo como si estuviera nervioso… a veces hablo como hablo porque estoy nervioso, muchas veces hablo muy despacito y la gente me interrumpe para que levante la voz -ni hablar de la manera loca en la que me sonrojo por cualquier cosa, hace más de dos meses, no sé por qué. No me gusta contar lo que siento hablándolo, por lo menos no tanto como escribiéndolo. Y yo sé que no escribo bien, que con mucho esfuerzo de mi parte podría hacerlo mejor, pero ¡qué va!, no hago nada últimamente.
Ya tendré que terminar con eso de la promoción pública de mi blog, por lo menos entre conocidos directos. Ojalá fueran muchos los que sientan la fortuna que siento yo al escribir para extraños, para simples nombres ficticios escritos en una pantalla, anónimos que probablemente sigan siéndolo, gente que hasta presta más atención.

PD: hoy es prudencia… la semana que viene, quiera dios, escriba por los hechos mismos. Les dejo el video que me hace llegar tarde al trabajo...


lunes, 15 de marzo de 2010

Por el carril derecho una avenida londinense

Si ustedes están cansados yo lo estoy más, de verdad.
Voy a volver a hablar sobre Gabriel, y esta será, en lo que de mi dependa, la última vez que lo haga de esta manera.
Hace tres meses me separé de él. Fue todo muy raro: un día le dije que sentía que nuestra relación iba a no sabía dónde, y para mi sorpresa él me dijo que sentía lo mismo. Fue una sorpresa porque, a diferencia mía, él había guardado esa sensación dentro suyo por mucho tiempo, al punto de traicionarse y no decírmelo. A los pocos días quedamos en que ya no seríamos más novios, pero tampoco amigos... por el momento amigovios. A los pocos días me llama y me dice que esta situación no lo dejaba tranquilo y que prefería que seamos simplemente amigos. Para esta altura ya todo estaba fuera de mi alcance, por primera vez las cosas seguían su rumbo y mi mano no intervenía en absoluto. Recuerdo que después de esa llamada le envié un mensaje diciéndole que no quería verlo por un tiempo. Porque necesitaba pensar, más por el dolor de sentirme abandonado y no poder haberlo abandonado primero, o ser más buenos el uno con el otro y abandonarnos simultáneamente. Antes de cumplir una semana de aquel episodio me llama para decirme que podía pasar a buscar algunas cosas que él tenía. Me extrañó que fuera el mismo Gabriel quien había hecho caso omiso a mi pedido de no saber nada de él. Quedamos entonces en vernos al día siguiente. Con mi ilusión a cuestas, ese día me dijo que ya estaba de novio, con un chico con el que mantenía conversaciones desde hacía meses, que de mi se había separado mentalmente hacía mucho, que me tenía lástima. Eso dijo, y yo no logré entender, hasta el viernes, tanta hipocrecía, tanto engaño, tanta inmadurez, tanta maldad.
Desde ese día pasaron 3 meses, tristeza y confusión, pasó el Profe y otros fracasos, algunas distracciones y más ilusiones. Pero a Gabriel nunca lo quité de mi cabeza.
Antes de ir a ver Alicia en el País de las Maravillas y de agobiar con flores a María, cenando con una amiga me dispararon la pregunta más brutal de mi vida: ¿Hasta cuándo pensas esperarlo? Y emnudecí, literalmente.
Al día siguiente hablé con otra amiga y le conté lo sucedido. Le expliqué las razones de mi espera, y terminó por instarme a buscar la respuesta, a dar por finalizada mi tragedia, a jugarme por mi mismo.
Con mi decisión al hombro finalmente volví a admitir a Gabriel en el Msn y le pregunté si seguía de novio. Eso le molestó y se negó a responder. Me fui, pero volví al rato para decirle que debía hablar con él con urgencia. Gabriel se asustó, pensó en él mismo cuando me llamó para preguntarme si estaba enfermo, más específicamente si tenía Sida.
-No tengo Sida, pero necesito decirte esto mañana, a la cara-, y accedió.
El viernes fui a verlo. Estaba con la marica que lo secunda para todos lados, aquel que puedo jurar que complotó para dar fin con nuestra relación desde el principio. Se despidió de él y le pedí ir al hall de su casa, para hablar más tranquilos.
Ya sentados le volví a repetir que no tenía Sida; pero sí pena, que no entendía lo que había ocurrido entre nosotros. Que no me explicaba lo rápido de nuestro desenlace, que no se haya preocupado por mi desde aquel día, que se haya puesto de novio tan rápido. Le dije que no me entraba en la cabeza que no me haya dicho que le sucedían estas cosas desde hacía mucho, que no haya querido hablar. También le dije que me sentía culpable de todo esto, que estaba arrepentido, que por nada lo odiaba o estaba enojado, sólo eso, que no entendía por qué.
Le pregunté si ya no le pasaba nada conmigo. También le dije que yo lo seguía amando, que no había pasado un sólo día sin pensar en él. Y lo dejé verme llorar.
Gabriel me dijo que sí seguía de novio, que ya me había olvidado, que en su cabeza había otras prioridades, que era felíz. Me dijo que yo también debería intentar ser felíz, recordar lo nuestro como una linda experiencia que había terminado. Me dijo que a esta altura veía con dificultad la posibilidad de ser amigos.
-Ser amigos es algo que sé que no va a acurrir desde hace mucho. Decime, ¿tanta lástima me tenés que no pudiste decirmelo antes?
Con mucha sinceridad, en sus ojos y en el tono de su vos, me dijo que sí, que me tenía lástima, por ser una persona triste, negativa y pesimista. Algo muy loco: en mi vida me dijeron muchas veces que me veían triste; jamás como un hombre negativo, o pesimista.
Me fui. Sin saludarlo ni mirarlo a los ojos. Ya lo eliminé de mi Msn, y no lo tengo en ninguno de mis contactos. En poco más me estaré deshaciendo de otros recuerdos.
El sábado, escribiendole a mi amor platónico de BA, no pude evitar derramar algunas lágrimas que pronto corrieron como cataratas por mi cara. Luego de tres meses, de tristeza y confusión, del Profe y otros fracasos, algunas distracciones y más ilusiones... me permití llorar de nuevo como hacía mucho no lo hacía, y con ese llanto comenzaba, de una vez por todas, mi duelo y mi soltería.
Quizás no lo imaginen, pero me siento viajando por el carril derecho de una avenida londinense.

sábado, 6 de marzo de 2010

Se aprende así?

Anoche estuve pensando en escribirle al Profe. Le quería decir unas cosas, y no decirle otras. Mi idea principal era que tuviera en cuenta mi mail, porque por más que diga que me olvidé de él no es así. Tengo unas ganas tremendas de terminar aquello que empezamos hace más de un mes. A veces pienso qué sería de toda esta mi historia si además de el Profe hubieran otros “Profes”... cualquier relación más allá de lo físico creo que sería imposible. Lo que quiero decir que me tocó tener una sola experiencia desde que estoy “soltero”, que pudo ser cualquier otro y no él, que así y todo el Profe no me mueve más de lo que tiene que moverme (y eso se ubica exactamente en mi entrepierna).
Hoy, finalmente le mandé el mail. Ya no me acuerdo si era o no mi idea la expresada, pero lo mandé igual... Estoy cometiendo tantos errores, será que así es el camino del aprendizaje?

"Hola. No quiero molestarte pero necesito que sepas algo. Que todo esta bien, que no estoy enojado, dolido o espectante, nada. Yo sé que estuve un poco (bastante) pesado, me lo hiciste saber con tu rechazo. Por eso también quiero que sepas que nunca fue mi intención molestarte; al contrario.
"Al principio me tomé todo con cierta ingenuidad porque no fui yo el que te buscó, pero después me hiciste sentir inquieto. Lo único que quería era poder volver a verte una vez más y saber qué me pasaba a mi. Quería sacarme la duda que me hacía y todavía hace ruido: vos siempre me gustaste demasiado pero no estaba seguro de si era simple calentura o qué. Ahora me quedaré con la duda, pero tengo la impresión de que es mejor así, porque al final puede que tengas razón: es probable que, como vos, yo no sepa lo que quiero aunque, si te interesa, creo que no lo sé porque no me atrevo ni a pensarlo... también soy cobarde. No pretendo que entiendas esto último así que no te preocupes si me vuelvo complicado.
"No era mi idea escribirte un mail, y menos decirte esto de esta manera (ayer, acostado en mi cama, las palabras exactas me pertenecían).
"Sabé que de vos me quedará el mejor recuerdo: hay gente que no le da la importancia que yo, pero para mi un beso no se compara con nada; nunca quise besar a nadie tanto como a vos y de todos a los que alguna vez quise besar (que tampoco son fueron tantos) ninguno me dio bolilla, solo vos.
"Sabé también que tu fantasía de mi interés por vos por haber sido mi profesor es solo eso, una fantasía y solo tuya; una que jamás se me cruzó por la cabeza hasta que me enteré que pensabas eso.
"Espero que estés bien y que no te tomes a mal mi mensaje. Te mando un fuerte abrazo.

Gustavo"

miércoles, 3 de marzo de 2010

¿Gisele otra vez?

Me crucé a Gisele (también aquí) en el colectivo, yendo a dejar mi vida en la librería. Por dios, cómo engordó esa chica. Además tenía uno de esos anteojos que tapan toda la cara. Por dios que no había forma de reconocerla. Es lógico que al decirme ¿¡Cómo estás!? Yo la mirara de reojo, dos veces, con cara de “Te estás confundiendo querida, y no me mires que no tengo nada para vos”.
-Ah, hola, ¿cómo andás?
-Bien-, dice.
-¿Vas a trabajar?-, pregunta de ascensor. Respondió algo que no entendí.
-¿Y vos?
-Sí, a trabajar-, le digo. Todo esto a punto de bajar. Bajamos (obvio que primero la dama) y le tiro un chau al aire porque realmente estaba apurado; y hablando un poco más enserio, ayer tenía mal humor y un estado anímico deplorable.
Llegado a casa me conecto y encuentro un mail suyo en mi casilla, en mis dos casillas. A veces me llegan mail suyos, todos cadenas que ni abro. Pero como ayer buscaba excusas para sentirme mal, intenté encontrar algo que me hiciera daño en ese mensaje suyo. Me escribió lo siguiente:

Hola.... espero que este msj no parezca desubicado,pero no entiendo xq tenes tanta mala onda conmigo cuando te cruzo,se que me porte para la mierd.. en su momento por eso te quiero pedir disculpas,se que es tarde pero bue.. espero que me respondas y de corazon te digo que me lamente mucho no haberte sigo tratando no te pido nada solo que me respondas. Gisele.

¿Era necesario? Nada de lo que me dijo me hace mella, porque lo nuestro fue hace mucho. Como le dije en mi respuesta, ella me rompió el corazón, me hizo llorar como nunca nadie, fue la causante de dolor en mi alma, una experiencia que no he vuelto a repetir… Y de nada me arrepiento, porque todo me hizo aprender… mi piel se ha vuelto más dura. Pero, ¿era necesario? Aquel juramento, el de no volver a fijar mi atención en una mujer, me ha venido de maravillas porque, sinceramente, yo no las entiendo. E intentarlo me habría traído muchos inconvenientes. Yo no entiendo a las mujeres, y mucho menos entiendo a esta.

PD: Mi respuesta, apurada, fue esta:

"Giselle! Mirá, no sé porqué te respondo porque en general no haría esto con nadie. No sos más importante que la gente que hoy me rodea, pero pertenecés a una parte crítica de mi historia, desagradable por cierto, pero terriblemente importante. Recuerdo aquella época como una de las peores de mi vida. Esto jamás te lo conté, pero olvidarte me llevó meses, pensar en vos sin decir malas palabras también me llevó mucho tiempo. Fue horrible, pero de esa experiencia aprendí un montón de cosas que me sirvieron mucho tiempo después. Lo que pasó yo ya lo superé, lo dejé atrás y en absoluto conservo sentimientos negativos respecto a vos.
Lamento que nunca me hayas conocido. De esa forma quizás me hubieses apreciado más. Si hubieses prestado atención sabrías que mi "parquedad" es característica al primer momento de entrar en contacto con una persona, por más gran amigo que esta persona pueda resultar ser. Así es mi naturaleza, no me sale ser de otra manera. Si me comporto así los primeros 5 minutos con alguien, ese alguien puede ser vos y cualquier otra persona. No te persigas porque yo no tengo mala onda. No con vos por lo menos.
"En este momento estoy pasando por una situación particular. Las cosas a veces no salen como uno quiere y es inevitable llevar la frustración en la cara. En serio Gi, no pasa nada."

lunes, 1 de marzo de 2010

No sólo marzo comienza hoy

Ayer, caminando con Rebeca nos perdimos. Yo estaba preocupado por sus rodillas pero, a pesar de también estar muy cansado la pasé tan bien como hacía tiempo no lo hacía.

Rebeca es mi amiga del reencuentro. Alguna vez nos conocimos en la escuela. Pasaron años antes de volver a hablar como lo hemos hecho en los últimos días: nuestra relación parace la de aquellos que nunca pierden el lazo que los liga, por más distancia o tiempo que los separe. Aún no me atrevo a llamarla amiga, por simple miedo a precipitarme, pero esta vez no quiero volver a separarme de ella.

Salvando las enormes distancias... estamos pasando casi por lo mismo.

Rebeca (para dar por terminado con su protagonismo en este post) es una de las mujeres que me harían replantear mi sexualidad. Es bellísima (como a mi me gustan las mujeres) y su personalidad es súmamente atractiva. Ella me proboca lo que ningún súcubo, pero no llega a hacerme sentir lo que ningún íncubo. Su apariencia, como la de muchas, es la de una mujer entera aunque sumamente frágil, que a pesar de dejar mostrar sus lágrimas sólo a pocos elegidos (yo no soy uno de ellos) es de las personas más enteras y fuertes que me tocó conocer en el mundo.

No me pregunten por donde andubimos; sólo puedo decir que fue por la Mar del Plata más linda, aquella a la que no había vuelto desde aquella “pelea de perros” que me unió a Gabo, un 27 de mayo: de repente tanta belleza se me hizo familiar y un edificio en particular me golpeó la cara y la memoria.

-¡Acá nos dimos el primer beso con Gabo!-, le dije a Rebeca y mi cara no fue de tristeza, sino de alegría. Seguro que mis ojos se iluminaron. Fue una sensación agradable y no sé por qué.

...

...

...

No sólo marzo comienza hoy.

Hoy me tomé un tiempo para mi, y perdí toda la tarde entre mis plantas. Habrán pasado horas y por un momento fui felíz. Cuando Lean me preguntó qué había hecho hoy le comenté esto último, que había pensado mucho, que no creía haber llegado a ninguna conclusión pero que la reflexión me allanaba bastante el camino.

-Me di cuenta de que el mundo nunca se detiene, que nunca se detuvo-, le dije. -Y algo peor: me parece que me di cuenta también de que nunca se va a detener.

-¿Por qué habría de hacerlo?-, me preguntó.

-No sé, yo pensaba que se podía detener; de hecho hace dos meses pensé que se había detenido. Al final el tiempo lo cura todo, cierra heridas. La mía sigue abierta, pero creo que se secó un poco. Ya veremos. ¿Y vos, cómo andas?

sábado, 27 de febrero de 2010

Mi mail a "P"



Debo ser pendex, sí, porque no es un tema que elegiría para escuchar y recordar. Así y todo no me lo voy a olvidar, aparte de que no es malo.
Tiene buen espíritu, y en apariencia buenas intenciones. Habla de todo aquello a lo que está dispuest@ a cambiar para “retener” a la persona amada. Me parece que todo tiene un límite, que uno es lo que es, y si bien no soy de los que tienen en la boca la frase “es lo que hay”… seamos francos, queremos a otro para poder estar bien con esa persona. Pero nadie puede estar bien con alguien si primero no está bien consigo mismo. Quizás esté exagerando, quizás Celine Dion le dice a esa persona todas las cosas que “podría” hacer para arrancarle escalofríos a su amado. Quizás me esté equivocando fiero, porque viste como es el mundo, en esto nadie tiene la razón, y hablar desde un “manual” no tiene gracia.
¿A quién se la dedicaría? Te repito que no es una canción que elegiría; pero si insistís, no hay nadie al que pueda hacerle tremenda declaración. Acabo de salir de mi relación con Gabo… no sé nada de él desde hace más de un mes. Imaginate mi situación: de hablar todos los días una hora por teléfono (más el tiempo que nos veíamos, porque lo hacíamos casi a diario), de decir y que me digan “te amo” hasta el último momento, pasé a la nada absoluta y me di cuenta de todo lo que hice mal, principalmente de haber hecho de mi ex mi universo. Poco a poco voy saliendo de eso, estoy teniendo muchas actividades que me están manteniendo ocupado (y algo agotado), me estoy “reencontrando” con mis amigos con más frecuencia y pensando en otras cosas. Poco a poco estoy saliendo; si bien pienso en él todos los días ya no lloro, y la tristeza es menor. Lo mío con Gabo fue raro, fue hermoso sin dudas pero raro todo el tiempo. Una de las pocas cosas que me alientan es saber que la próxima vez puede ser mejor, porque esa próxima voy a llevar la experiencia en mis hombros y voy a tener un objetivo claro, ser feliz, tratar de pasarla mejor. El mundo está preparado para sufrir, “P”, pero no porque el mundo sea un sufrimiento: es nuestra naturaleza hacernos daño, arruinarlo todo. Pero tenemos siempre oportunidad de estar bien. Yo ahora no estoy bien, porque estoy haciendo un duelo, el que me va a permitir estar mejor. Es el único motivo por el que me estoy bancando esta situación de mierda.
Yo no pienso en lo que perdí… no pienso en Gabo y lo mucho que lo extraño. Lo mío es más egoísta: estoy mal por mi, por mi soledad, por no tener al nado a alguien que me abrace y contenga y me diga que me quiere… no estoy mal porque Gabo ya no me va a abrazar ni contener y me va a decir te quiero de vuelta; yo estoy mal por no tener “un Gabo”, ¿me explico?

Hace poco en mi Face tenía ganas de escribir en el muro una estrofa que describiera como me sentía, pero que no dijera mucho, solo lo necesario. No hubo una que encontrara que pudiera escribir: todas (todas) las canciones hablaban de mi. No sé por qué te escribo esto, solo quería decirte que en este momento hay mil unas canciones que elegiría antes de la de Celine, ninguna con una batería tan dinámica. Un beso grande


jueves, 11 de febrero de 2010

Y al final hicimos las pases

Hoy hablé con Gabo después de despedirme del Profe. Faltó poco para que lo mandara a la mierda (al Profe). Fue un día muy especial. Todo empezó a la tarde al verlo a Leandro.

Obviamente hablamos del Profe. Él ya estaba harto de hablar del Profe conmigo, o de mi con el Profe. Me lo dijo. Poco le entendí. En un bar decidimos mandarle un mensaje para tentarlo. No accedió, pero se hizo la víctima: “Malos” nos dijo, por no invitarlo. Después le dijimos que iríamos a la casa a tomar mate, y nos salió con que no estaba, que la semana próxima seguro.

Leandro me habló claro: “Los dos no saben lo que quieren. Vos ya sabés como es él y que no va a cambiar, te va a dar mil vueltas. Sé sincero, decile lo que querés con él, que solo querés ir a la cama y nada más”.

Esas palabras me taladraron la cabeza todo el viaje de regreso. Llegué exitadísimo. Comí muy rápido. Y me conecté.

Estaba él, esperándome. Lo apuré; le dije que era raro, que no sabía lo que quería, que en eso nos diferenciábamos porque yo sí sabía bien. Le dije que no me gustaba más de lo que podía ver, más de lo que me quería mostrar, que no se puede “querer más” a alguien con quién se ha hablado face to face una vez, por más chat en el medio que haya. Se ofendió. Le dije que no se ponga mal, que me parecía el chico más lindo que me dio bolilla alguna vez. Le dije todas las cosas que me atraían de él, pero le dejé en claro eso, que sólo me atraía. Y me dijo que la termine, que cuándo nos veíamos.

-Ahora.

-¿Ahora?

-Sí.

-Ehhh, no sé, no estoy en mi mejor día.

-Como quieras, vos decidís.

-¿Por dónde andas?

-Llego en una hora.

-Hora y media… mi casa es un quilombo.

-[Profe], a mi no me importa que tu casa ni su quilombo, yo te quiero ver a vos…

El Profe nunca respondió. Lo apuré, no daba respuestas, era muy esquivo.

Terminé por decirle que de nada le sirvió ser el más lindo de todos. Y lo dejé ir.

Se enojó, y yo aún sigo lamentando todo, pero mejor así.

Me puse a escuchar música. Y lo ví a Gabo conectado. Siempre esta conectado. No lo saludé, simplemente le dije que me gustaba la foto nueva que tenía en el avatar. Hablamos de cosas varias, nada importante. Le dije que estaba contento, que había mandado al Profe a la mierda… Dijo que no sabía quién era. Se lo recordé, por si realmente no sabía. Me preguntó si ya había concretado con Facundo, el fantasma que siempre asustó a Gabriel durante estos dos años.

-Jajaja, ¡qué te importa!, jajaja.

Se rió, pero espero que haya entendido. Tuvimos una charla de extraños, deliciosa. Nos despedimos con alegría, me deseo éxitos. Quedamos que estaría en mi cumpleaños.

Las cosas no tienen que estar tan mal, ¿no?


PD: Ayer fue un día extraordinario. Hoy, a pesar de deshacerme del Profe me siento aún mejor.