sábado, 27 de febrero de 2010

Mi mail a "P"



Debo ser pendex, sí, porque no es un tema que elegiría para escuchar y recordar. Así y todo no me lo voy a olvidar, aparte de que no es malo.
Tiene buen espíritu, y en apariencia buenas intenciones. Habla de todo aquello a lo que está dispuest@ a cambiar para “retener” a la persona amada. Me parece que todo tiene un límite, que uno es lo que es, y si bien no soy de los que tienen en la boca la frase “es lo que hay”… seamos francos, queremos a otro para poder estar bien con esa persona. Pero nadie puede estar bien con alguien si primero no está bien consigo mismo. Quizás esté exagerando, quizás Celine Dion le dice a esa persona todas las cosas que “podría” hacer para arrancarle escalofríos a su amado. Quizás me esté equivocando fiero, porque viste como es el mundo, en esto nadie tiene la razón, y hablar desde un “manual” no tiene gracia.
¿A quién se la dedicaría? Te repito que no es una canción que elegiría; pero si insistís, no hay nadie al que pueda hacerle tremenda declaración. Acabo de salir de mi relación con Gabo… no sé nada de él desde hace más de un mes. Imaginate mi situación: de hablar todos los días una hora por teléfono (más el tiempo que nos veíamos, porque lo hacíamos casi a diario), de decir y que me digan “te amo” hasta el último momento, pasé a la nada absoluta y me di cuenta de todo lo que hice mal, principalmente de haber hecho de mi ex mi universo. Poco a poco voy saliendo de eso, estoy teniendo muchas actividades que me están manteniendo ocupado (y algo agotado), me estoy “reencontrando” con mis amigos con más frecuencia y pensando en otras cosas. Poco a poco estoy saliendo; si bien pienso en él todos los días ya no lloro, y la tristeza es menor. Lo mío con Gabo fue raro, fue hermoso sin dudas pero raro todo el tiempo. Una de las pocas cosas que me alientan es saber que la próxima vez puede ser mejor, porque esa próxima voy a llevar la experiencia en mis hombros y voy a tener un objetivo claro, ser feliz, tratar de pasarla mejor. El mundo está preparado para sufrir, “P”, pero no porque el mundo sea un sufrimiento: es nuestra naturaleza hacernos daño, arruinarlo todo. Pero tenemos siempre oportunidad de estar bien. Yo ahora no estoy bien, porque estoy haciendo un duelo, el que me va a permitir estar mejor. Es el único motivo por el que me estoy bancando esta situación de mierda.
Yo no pienso en lo que perdí… no pienso en Gabo y lo mucho que lo extraño. Lo mío es más egoísta: estoy mal por mi, por mi soledad, por no tener al nado a alguien que me abrace y contenga y me diga que me quiere… no estoy mal porque Gabo ya no me va a abrazar ni contener y me va a decir te quiero de vuelta; yo estoy mal por no tener “un Gabo”, ¿me explico?

Hace poco en mi Face tenía ganas de escribir en el muro una estrofa que describiera como me sentía, pero que no dijera mucho, solo lo necesario. No hubo una que encontrara que pudiera escribir: todas (todas) las canciones hablaban de mi. No sé por qué te escribo esto, solo quería decirte que en este momento hay mil unas canciones que elegiría antes de la de Celine, ninguna con una batería tan dinámica. Un beso grande


jueves, 11 de febrero de 2010

Y al final hicimos las pases

Hoy hablé con Gabo después de despedirme del Profe. Faltó poco para que lo mandara a la mierda (al Profe). Fue un día muy especial. Todo empezó a la tarde al verlo a Leandro.

Obviamente hablamos del Profe. Él ya estaba harto de hablar del Profe conmigo, o de mi con el Profe. Me lo dijo. Poco le entendí. En un bar decidimos mandarle un mensaje para tentarlo. No accedió, pero se hizo la víctima: “Malos” nos dijo, por no invitarlo. Después le dijimos que iríamos a la casa a tomar mate, y nos salió con que no estaba, que la semana próxima seguro.

Leandro me habló claro: “Los dos no saben lo que quieren. Vos ya sabés como es él y que no va a cambiar, te va a dar mil vueltas. Sé sincero, decile lo que querés con él, que solo querés ir a la cama y nada más”.

Esas palabras me taladraron la cabeza todo el viaje de regreso. Llegué exitadísimo. Comí muy rápido. Y me conecté.

Estaba él, esperándome. Lo apuré; le dije que era raro, que no sabía lo que quería, que en eso nos diferenciábamos porque yo sí sabía bien. Le dije que no me gustaba más de lo que podía ver, más de lo que me quería mostrar, que no se puede “querer más” a alguien con quién se ha hablado face to face una vez, por más chat en el medio que haya. Se ofendió. Le dije que no se ponga mal, que me parecía el chico más lindo que me dio bolilla alguna vez. Le dije todas las cosas que me atraían de él, pero le dejé en claro eso, que sólo me atraía. Y me dijo que la termine, que cuándo nos veíamos.

-Ahora.

-¿Ahora?

-Sí.

-Ehhh, no sé, no estoy en mi mejor día.

-Como quieras, vos decidís.

-¿Por dónde andas?

-Llego en una hora.

-Hora y media… mi casa es un quilombo.

-[Profe], a mi no me importa que tu casa ni su quilombo, yo te quiero ver a vos…

El Profe nunca respondió. Lo apuré, no daba respuestas, era muy esquivo.

Terminé por decirle que de nada le sirvió ser el más lindo de todos. Y lo dejé ir.

Se enojó, y yo aún sigo lamentando todo, pero mejor así.

Me puse a escuchar música. Y lo ví a Gabo conectado. Siempre esta conectado. No lo saludé, simplemente le dije que me gustaba la foto nueva que tenía en el avatar. Hablamos de cosas varias, nada importante. Le dije que estaba contento, que había mandado al Profe a la mierda… Dijo que no sabía quién era. Se lo recordé, por si realmente no sabía. Me preguntó si ya había concretado con Facundo, el fantasma que siempre asustó a Gabriel durante estos dos años.

-Jajaja, ¡qué te importa!, jajaja.

Se rió, pero espero que haya entendido. Tuvimos una charla de extraños, deliciosa. Nos despedimos con alegría, me deseo éxitos. Quedamos que estaría en mi cumpleaños.

Las cosas no tienen que estar tan mal, ¿no?


PD: Ayer fue un día extraordinario. Hoy, a pesar de deshacerme del Profe me siento aún mejor.

martes, 9 de febrero de 2010

¡AHORA ENTENDÍ!

Como si la verdad me fuera revelada. Entendí por qué Gabo me soltó la mano, por una simple razón. Claro que no es tan simple, y que la culpa la tenemos los dos. Si tan sólo hubiese sabido… (¡y es que lo supe todo el tiempo!) yo lo hubiese dejado libre mucho antes. Ahora entiendo todo lo que sufrió a mi lado. Pobre Gabo… si no fuera por la alegría que me embarga me sentiría más apenado. Ahora entiendo todo, y el peso que me saqué de encima es enorme. Tantos días juntando piezas que no encajaban. Esa “rareza” que caracterizaba mi estado de ánimo se debía a no entender esto, tan simple, tan complejo…

Otra vez he de decir que es muy largo. A ver cómo me sale…

Hace unos días (tres por lo menos) siento de manera muy recurrente la necesidad enorme de tener sexo. Simple: jamás en mis 23 años y medio tuve tantas ganas de coger. (Ustedes disculparán lo elemental de mi lenguaje… también necesito hablar con claridad, aunque me de vergüenza)

Esto es absolutamente nuevo. Ustedes saben (¿saben?) que yo debuté a los 21 años, y no con ganas. Eso jamás lo entendí, y me lo expliqué de este modo: mi metabolismo es diferente, como si mi lívido fuera la de un panda.
Luego conocí a Gabo. Recuerdo que la primera vez que lo vi lo saludé con una erección que disimulé muy educadamente (¿era necesario?). Eso fue al principio y nunca más volvió a ocurrir.
Antes de cumplir un mes de novios decidimos hacerlo por primera vez. Fue un desastre. Yo no quería. Lo hice obligado. Me fui dolido, había sido una sensación horrible. Me dio mucho asco. No pude acabar, y después de un rato que consideré prudencial le pregunté si podíamos terminar. Gabo, pobre, había puesto lo mejor de sí. El que estaba mal era yo. Ese día nos despedimos como la última vez que nos vimos, casi con lágrimas en los ojos. Algo estaba mal. Luego pudimos conversar. Teníamos ganas de estar juntos. Nos dimos fuerzas… quedamos en que hablaríamos más.
Con el tiempo la situación mejoró. Pero era un tema de todos los días. El sexo fue mi karma tanto como el suyo. Siempre tuve una excusa negativa a la hora de hacerlo. Yo nunca quería (y se lo decía). Buscaba excusas, trataba de evadirlo. Los días que acordábamos para encontrarnos eran un pesar para mi. Hubo veces que lo disfruté, pero nunca, nunca lo hice con ganas. Una vez, pasado el año de novios, lo hicimos y sentí una sensación extraña. Era placer; sólo después de un año, sabe dios por qué, pude sentirme satisfecho. Esa vez fue única… hubo mejores, pero no para mi.
Gabo se quejaba de que no estuviéramos juntos más tiempo, mientras para mi esos días nunca llegaron a ser largos. Recuerdo, pobre ángel, que su humor cambiaba en gran manera. Eso me extrañaba muchísimo, no lo entendía. Coger le hacía tan bien, dejar de hacerlo lo malhumoraba tanto, mientras que para mi era indiferente.

En toda la relación tuve presente este problema. Pero nunca le di la atención merecida. Ahora entiendo esa frase que me golpeó como una piedra, aquella que me decía que si yo pensaba que a él realmente le gustaba coger una vez por semana… ¡Obvio que no! ¿A qué persona sana le gusta hacerlo una sola vez? ¡Y una con suerte!

Siento horror al pensar en Gabo teniéndome como novio, pensando para sus adentros cómo era posible una relación estable y no tener sexo; rodeado de sus amigos, aquellos a los que yo llamaba “promiscuos”, que no paraban de hablar de todo lo que hacían el día anterior en la cama. Pobre Gabo, pobre pobre Gabo.
Tanto me amaba Gabo que solía decirme que esto era muy feo para él, pero que tampoco le importaba tanto, que tenerme a su lado lo hacía feliz.
Imbécil, así me siento, una mierda, tan egoísta, acostumbrado a recibir, nunca a dar.

Un día Gabo no pudo más.

Alguien se preguntará por qué me siento tan bien. Simple: ahora comprendí, ahora se por qué… ahora Gabo no me tiene más y puede ser feliz. Yo también.

Ahora entiendo cuando pensaba, no sin vergüenza, que Gabo bien podía ser mi mejor amigo. ¡NO! Los novios no son amigos. Los novios hacen el amor y se desean tanto como se aman. No sé si habré amado a Gabo como se lo merecía. Sí sé, y esto me da vergüenza, que nunca tuve deseo, nunca me provocaba lo que debía. Gabo nunca me atrajo. Nada fue recíproco. Simplemente me enamoré de una parte de él. Gabo es hermoso, pero yo me enamoré de la persona, de la gracia, de la inteligencia, de su pelo y su mirada tanto como de la blancura de su piel, de su admiración a este pelotudo, de la manera que se pintaba las uñas, de cómo me hacía reír, de cuánto decía que lo excitaba. Yo nunca amé a Gabo como hombre, sólo como hermano.

Hace unos días (tres por lo menos) siento de manera muy recurrente la necesidad enorme de tener sexo”.

Tuvieron que pasar casi dos años para comprender que esto es natural, que no lo es no sentirlo, que padecerlo es estresante, que también provoca tristeza.

Si es cómo todos me dicen, que Gabo lee mi blog, leer todas estas líneas le provocarán dolor. Pues prefiero que, si eso ocurre, sea ahora y no más tarde, que sea pronto y dure poco. Siempre querré a Gabo, y siempre le estaré en deuda. Pero es mejor dejar las cosas en claro; conocer la verdad siempre será mejor a desconocerla.

sábado, 6 de febrero de 2010

El post-post

El último post trajo una cola que me dio mucho para pensar.

Ayer preparaba mi entrada “respuesta”, pero me colgué hablando con el Profe y perdí “aquello” que necesito para escribir.

En fin. Anoche hubiese tenido sentido publicar lo que hoy creo una basura. Así y todo voy a rescatar los puntos esenciales de un post que verá la luz jamás.

  • Con Nico coincidimos que es probable que Gabriel lea mi blog. Lo que quiero decir es que si lo hace no me importa. Yo no escribo para él, tampoco escribo sobre él. Si su nombre aparece es porque necesito hablar de una gran parte de mi. A aquellos que me leen (incluso a Gabo, si lee) les debo dejar en claro eso.
  • Yo no quiero volver con Gabo. Lo del otro día es lo que suelo llamar “ejercicio de escritura”. Me han reprochado una suerte de contradicción: que primero digo que estoy dolido por lo que me hizo y luego pienso en decirle “te amo”. La cosa es así: me sorprendí en un momento de debilidad, y sólo eché a correr mi imaginación. Es algo que hago y haré siempre, situaciones en mi cabeza (algunas hasta muy desagradables), que muchas veces no puedo controlar. La mayoría no las quiero controlar. Quizás fuera un error publicarlo, pero no me arrepiento.
  • Muy en el fondo espero que Gabriel no lea nada de lo que escribo acá. Saber que eso pase (por más fuerza que tenga mi sospecha) no me haría sentir cómodo. Yo no quiero que Gabo sepa qué me pasa, cómo vivo estas horas, de la misma manera que tampoco quiero saber algo de él. Algún día nos encontraremos y como amigos nos diremos “esta todo bien”. Hoy por hoy, no tengo ni quiero tener noticias suyas.
  • El Profe es una cosa rara. Ya ni ganas tengo de llamarlo así. La cosa pareció complicarse… No sería junto que hablara de esto, por lo menos no ahora.

Por lo demás... me encuentro bien, a salvo. Saldré vivo de esto.

jueves, 4 de febrero de 2010

Notas al aire

Ayer me dijeron que el yo de mis fotos no coincidía con el yo que la persona de la que hablo se imaginaba. Esos comentarios pueden ser hirientes. Al final, después de picarme un poco, me aclaró que no resulté tener anteojos y el pelo con rulos, ser blanco-blanco y gordo. Gracias. En cambio me dijo algo, puede que lo más lindo en días: tenés linda sonrisa. “Sí, y una vida de mierda también”. Gracias de nuevo.

También esa persona me hablo de la Ley del Soltero (al principio la recordó como la Ley del Garche). No sabía que tal cosa existiera, aunque ni bien supe de ella lo entendí todo. Me lo dijo en respuesta a todos los halagos que recibo desde hace un mes. Supongo que ha de ser como la Ley de la Atracción, esa que en la librería donde trabajo te la ofrecen a cambio de $110 pesos por El Secreto, el best seller que secunda a El Dueño, de Majul.

Carlis, mi amor platónico de Buenos Aires, me dice que tengo que estar solo, reencontrarme conmigo mismo, aprender a estar solo me dijo, que es lo mejor. Me lo dice desde su experiencia y yo sé que debe ser lo correcto, lo que debo hacer. Sinceramente pienso que me vendría bien la soledad. Ya me imagino que esto puede durar una eternidad, más por la costumbre de tener a alguien a mi lado siempre. Solo, de ahora en más solo. ¿Por cuánto? ¿Y qué es la soledad? ¿Que incluye el paquete? Dios sabe que no quiero cometer errores, pero soy tan joven y no sé que hacer.

Hoy el Profe se conectó, y me habló para pedirme disculpas. Que se sentía raro y que en mi lugar debería estar enojado con él. Dijimos que podemos quedar en 0, pero no lo dejé irse sin decirle de lo grande de mi orgullo, que nunca había dejado que me dejen plantado dos veces. Me dijo que yo le gustaba y que me quería conocer (algo nuevo para mi), y yo me quedé con ganas de más, de decirle cómo viene la mano por acá. Que me acabo de separar y que hay momentos como este en el que escribo que mis ojos no paran de derramar lágrimas, que todavía pienso en Gabo, que los días son muy largos (y las noches, misteriosamente, muy cortas) y mi cara de mal humor debe ser elocuente… mejor empiezo el párrafo siguiente y termino rápido.

Anoche pensé qué pasaría si le dijera a Gabo que quería volver con él. Pensé que le diría que lo amaba y que me moría de ganas de besarlo y hacerle el amor, abrazarlo y no parar de demostrarle lo mucho que lo extraño. ¿Realmente podría hacer tal cosa? Sólo puedo decir que me dejé llevar por mi imaginación, que intenté no pensar en todo lo ocurrido, en todo lo que dijo e hizo. Tiempo, necesito eso, pero este mes parece peor que el que acabo de dejar.



PD: Yo leo todos los comentarios. Algunos los guardo, pero todos me hace ruido.

martes, 2 de febrero de 2010

Basta!

La voy a hacer corta porque no quiero andar divagando.

Hoy me tenía que encontrar con mi Profe, pero el muy turro se acobardó por segunda y última vez. Me imagino que no es la primera vez que me plantan. Seguro que es la primera vez que la misma persona lo hace dos veces. ¿Por qué lo permití?

Íbamos a estar en su departamento. Nos íbamos a besar, con suerte íbamos a coger, lo iba coger y dejarlo cogerme. Así de loco. Porque últimamente estoy loco, solo pienso en ponerla con cualquiera que sea lindo y no me trate mal (a por F... voy).

Hoy fue un día horrible. Pocas veces sentí tanto calor en mi vida. A las 4.30 de la tarde recibí un mensaje de un número desconocido. Como me lo sé de memoria me di cuenta de que era de Gabo. Ya no me acuerdo bien de lo que puso porque lo eliminé al toque. Igual me acuerdo que me preguntaba cómo estaba, y que no sabía si lo que hacía estaba bien. Lo odié mucho.

Como no me iba a quedar sin hacer nada salí igual al centro. Si el Profe me llamaba bien, si no lo hacía igual. Me confirmó que no. Lo llamé a Gabo para verlo, no porque quisiera, pero buscaba un clavo que me sacara al otro. Sólo buscaba no estar solo; sé que Gabo fue la peor opción. Me dijo que no podía, que estaba paseando “con alguien”, que en otro momento podía ser. En conclusión quedé como un pesado, porque él no sabe que lo llamé para usarlo, que en realidad no era a él a quien quería ver… en fin; él me manda un mensaje y yo después lo llamo. Un idiota total.

Ya quiero dejarme de joder. Basta de tanto pelotudeo, me siento mal, no porque sentir lo que siento este mal; mal, porque yo no soy así, soy mejor y últimamente todo lo hago peor.


PD: tengo en la cabeza la canción de Shakira que postié (que fea palabra) en la entrada anterior. Esta buena, habla de mi…


Te dejo Madrid


…Si ya es hora de esconder/ del mundo el dolor
bajo la piel./ Yo sé que estaré bien
los gatos como yo/ caen de pie

No quiero/ jugar mi suerte por ti
y no puedo/ con V pequeña vivir
pronto estaré de aquí/ muy, muy lejos

Ay me voy otra vez/ ay te dejo Madrid
Tus rutinas de piel/ y tus ganas de huir

Yo no quiero cobardes/ que me hagan sufrir
mejor le digo adiós/ a tu boca de anís

Si ya es hora de limpiar/ las manchas de miel
sobre el mantel/ yo nunca supe actuar

mis labios se ven/ muertos de sed

No quiero/ dejarlo todo al azar
entiendo/ que he comenzado a estorbar
pronto estaré de ti/ muy, muy lejos…

lunes, 1 de febrero de 2010

Gustavo no puede con su genio... se traiciona

Yo sé que es muy pronto para escribir estas palabras. Quizás, por lo pronto, sea sólo un mero ejercicio de escritura. Veremos
Hoy quería escribir sobre Gabo. Gabo y yo. Nada en especial.

Ayer soñé con él. Se había separado. Es raro que yo sueñe (que recuerde sueños, a eso me refiero), y más raro que lo haga con él. Quizás sea raro que lo haga en el futuro.
Gabo poco a poco se me está escapando de las manos, y yo no lo pienso detener.
Decía que se había separado. Acaso había tenido una relación intensa con Matías. Desconozco lo que había desencadenado semejante final. Apenas es lo que recuerdo, lo que quiero recordar. Gabo se me acercó y con tristeza me dijo eso, que se había separado. Yo no pude más que abrazarlo y entristecer con él. A Gabo, en el sueño, lo quería tanto como lo quiero despierto. Gabo se portó mal, fue deshonesto, fue chiquilín conmigo. Yo creo que hizo lo que pudo. A Gabo le tocó en suerte nada mejor que tenerme a mi de novio. Estando conmigo se arriesgó. Y perdió. Pobre Gabo, pensar que fue un hombre triste estando conmigo, que fingió bienestar solo por mi, por inspirarle lástima, para no lastimarme.
Gabo dejó caer sus lágrimas y su congoja me resultó familiar. Yo habré llorado con él. Fue muy fuerte el abrazo que le dí. Le dije lo que debe suponer, que lo quería, y que verlo mal era doloroso para mi. Apenas fue eso lo que soñé.
Con Gabo nos separamos hace casi un mes. La última vez que lo vi no estaba tan mal como yo en aquel momento. Eso me reconforta en algún lugar… saber que estaba seguro de todo lo que nos estaba pasando. Gabo me dejó en claro que no quería volver conmigo mucho antes de que se me pudiera ocurrir tal cosa. Porque es verdad: yo no quiero volver con Gabo, no quiero estar con nadie que se le parezca… de hecho me planteo si quiero volver a estar con alguien en este momento. Es muy temprano. Una de las razones que me impulsaron a tomar la palabra, esa que dio inicio al fin, fue justamente el sentimiento de culpa, de no poder hacer lo que siento que quiero hacer, simplemente por aferrarme a un tonto fundamento.
Es raro. Cuando no pienso en otra cosa mejor, pienso en mi, en lo que Gabo y nuestra relación dejaron de mi. A veces pienso en él. Lo imagino contento, feliz, libre. Me pongo bien por él. Justamente ayer recordé cosas buenas; mi cara habrá llenádose de luz. Sonreí a la oscuridad al memorar su sonrisa, recordando qué tan fácil me resultaba irritarlo, lo mucho que le gustaba que le dijera Choco hermoso, la forma en que reía cuando le murmuraba en zata retículi “te amo”. Su sonrisa siempre estará en mi mente, como su piel fría en mis dedos cuando mis manos lo recorrían, sos ojos enormes cerrados cuando dormía y yo lo admiraba.
Quisiera que llegara el día que podamos volver a hablar, esta vez como cualquier cosa menos como los amantes que fuimos. Ese día le diré que él será el hermano que siempre quise tener, que me falta, o en realidad no, simplemente que él es mi hermano y así lo quiero, con amor fraternal.