jueves, 22 de abril de 2010

¿Alguien que me ama?

Hoy le dije algo así como que me estaba enamorando de un chico...
-¿Y cómo es ese chico?
Y bueno... jugando como juego desde el mismo día que lo conocí, mis “pistas” apuntaban a media comunidad. No llegué a decir que ese chico era él porque algo nos interrumpió...
Más tarde estabamos de nuevo juntos, mirando unas fotos en el Face, comentando comentarios que me habían dejado hace tiempo.
-Y... es que hay mucha gente que me quiere, que me ama...-, dije, para pincharlo.
-Sí, [Juan Pelotas] no es el único que te ama-, dijo, y mi reacción fue como si me hubiera tocado una tercer mano la espalda, justo cuando estaba muy relajado, justo cuando estaba bien...

PD: Al rato:
-Que te pasó? Dije algo que te molestó?
¿Y cómo disimular?

sábado, 17 de abril de 2010

Somos novios... (otra de manzanero)

Yo no quería. Después de lo de Gabo mi idea era saltar de cama en cama, y estuve a nada de lograrlo. Horacio me enganchó, no se tragó mi pedido mentiroso de “disfrutemos el momento”.
-A mi me gustan los títulos; además te quiero presentar a mis amigos como “algo”... ¿qué les voy a decir? ¿“Te presento a mi día a día”? No, no da.
Y lo vi tan lastimero que le terminé proponiendo, en una escena patética e increíble... que sea mi novio. Él, chocho... yo... yo no recuerdo cuándo fue esto, cuándo es que cumplimos el primer mes. Ya me amenazó que no podía olvidarme, y él no quiere recordarme la fecha.
Por lo demás estamos bien. Ya empecé a quererlo y extrañarlo. Ya hemos discutido, y toda la noche que no tuve noticias de él me pareció mucho tiempo.
Qué se le va a hacer, yo no quería, por lo menos hasta bien entrada la segunda mitad del año... pero estoy de novio. Disfrutando esa piel hermosa.

PD: Recuerdo que una vez en Facebook me hice fan de un grupo que decía “Yo no necesito sexo... la Facultad me coje todos los días”. ¡Mentira! El sexo lo necesito más que nunca (y como nunca lo estoy disfrutando, varias veces por semana, jeje), pero lo de la Facultad es verdad... Este blog esta perdiendo los post más jugosos de este mes por la maldita Facultad.

miércoles, 7 de abril de 2010

Y más que siempre, y más que nunca, y más que jamás...

Por supuesto que hicimos el amor…


Con Horacio, eso de hacer el amor, como canta Manzanero, era algo que veníamos practicando desde hacía unos días, desde aquel mismo en el que nos fundimos en un beso tosco y torpe en el boliche, cuando más tarde nos atacamos por el cuello y partes de la oreja...


Y más que siempre, y más que nunca, y más que jamás…


Desde aquella noche hemos venido practicando el rito y mis enfermas cosquillas nunca fueron el problema…


…ni que las gentes nos vieran a los dos…


Hablando y conociéndonos; aun nos falta tanto, pero eso sí, creo que ni un instante dejamos de hacer el amor.


El sorbo de café que nos tomamos aquel rato que pasamos sin parar de conversar…


Porque el tiempo así no tiene límites, y si bien la luz del día nos indica que ya es muy tarde, todavía no nos cansamos de estar juntos.


Con Horacio, eso de hacer el amor fue más allá. Y fue espectacular, como la primera vez que no tuve, así de tanto me gustó, casi perfecta; saber que también a él gustó, haberlo sentido feliz en cada lugar donde nuestra piel tuvo encuentro.

Con Horacio, después de tanto y a la vez tan poco tiempo, hicimos el amor. Y para ninguno de los dos (sospecho que en especial para él) habrá vuelta atrás.



PD: había olvidado (si alguna vez supe) que un hombre desnudo puede ser hermoso.

viernes, 2 de abril de 2010

Horacio

Horacio no se llama así. Tiene otro nombre, pero como ahora estoy en plan de “reservarme” un poco más, esa será su identificación en este blog.
Hablaba de Horacio. Que lo conocí hace realmente pocos días, que de entrada no me pareció tan feo como me previno mi amigo, nuestro celestino. Podría haber esperado mil cosas peores, pero me encontré a un chico que no aparenta sus casi tres décadas en absoluto (llegué a pensar que era menor que yo), que es más flaco de lo que realmente acepto (o aceptaba), demasiado formal, algo afectado, terriblemente tierno. A Horacio dan ganas de abrazarlo siempre. En esa oportunidad, en la que fuimos presentados, apenas cruzamos palabras o miradas. Fue suficiente. Lo demás se dio solo, todo gracias a Leandro, que no perdió el tiempo para hacer que salgamos juntos a bailar (nosotros, él y un amigo más).
Una vez, hablando de lo difícil que se me hizo acercarme al Profe la vez que nos dimos un beso, Leandro me dijo que eso era porque entre ellos tienen un código: “Nadie se agarra a nadie hasta después de las 4.30 de la mañana”. La idea de esa pauta es no dejarse solos, permanecer unidos. Y me pareció perfecto, mucho más si hubiese tenido noticias de esa pauta aquella noche. En fin, supuse que así sería con todos sus amigos, por lo que la noche en que salí con Horacio yo estaba muy tranquilo, además de que mis expectativas eran muy bajas, todo para no terminar defraudado.
Pues he de decir que no me dio tiempo a nada. Apenas empezaba a sonar aquella música que no se puede dejar de bailar, el diálogo trunco fue el siguiente:
Yo: ¿Te gusta esta música?
Horacio: Sí, me gusta.
Yo. ¿Y te gusta bailar?
Horacio: Sí, un poco me gusta.
Yo: ¿Y vas a bailar?
Y esta vez no tuve respuesta. (Haré mi mea culpa y diré que mis preguntas no eran inocentes, tanto como mi actitud, mi postura, la forma que lo miraba, nada inocente). Horacio se me acercó de una manera muy rápida, una que no deja de extrañarme si es verdad que es muy tímido. Nos dimos un beso, que no fue el mejor, pero que ha mejorado en el transcuso de los días. Pero volvamos a esa noche. Desde ese momento le pertenecí a Horacio. No me dejó solo ni para ir al baño, y si nos moviamos era sólo y sólo de su mano, siempre abrazados, o besándonos.
Desde esa noche nos vimos casi todos los días. Hasta me hizo un regalo: un peluche con forma de conejo blanco con un huevo de Pascua al que bauticé... Horacio, y al que él se refiere como “nuestro hijo”. Así de rápida la cosa, tanto como que ya me dijo “te quiero”, o me insinuó la inminencia de un “noviazgo”...; mas: hace un par de días me dijo que ya había visto mi regalo de cumpleaños (¡Y PARA ESO FALTAN MESES!) y que era probable que tenga que elegir otro, porque capaz que me lo regalaba antes. Le tuve que decir que eso no me gustaba, que yo tenía ganas de conocerlo pero que -”por dios” (esto no se lo dije)- quería ir despacio. No creo que lo haya entendido.
Y es que Horacio no estaba en mis planes. Después de lo de Gabriel yo quería conocer gente, portarmme mal, hacer todo aquello que no pude por estar de novio. No quería ponerme de novio, no por lo menos antes de bien entrada la segunda mitad del año. Esta vez quería dedicarme más a mi descuidada carrera, estar con mis recuperados amigos, sentirme libre y sin obligaciones...
Las expectativas no son tan terribles. Repito que Horacio no estaba en mis planes: a pesar de ser ese puñado de años mayor que busco en un hombre es hermosamente blanco y delgado, aparentemente bastante dependiente, económicamente estable (y le gusta hacer regalos y pagar cuando vamos a tomar algo)... Igual, yo no quería, tan rápido no quería.