Mamá se fue de casa. No nos abandonó. Tenía unas cosas importantes que hacer. Y yo fue el
primero en arengarla a “dejarnos”. Digo, lo volvería a hacer. Pero ya no sin saber del terrible padecimiento que es llevar adelante una casa. Solo. Con otros dos hombres a mi cargo. Encargado de la cocina, la limpieza, el lavado. Soportando la desidia de un hermano que no hace caso, que cree haber llegado a la plenitud de la vida, cuando solo parece haber entrado en lo más álgido de la rebeldía adolescente. Y ya tiene 21. Papá es muy bueno. Pero es hombre. Y de los de antes. Y por si fuera poco, las clases de la facultad ya se alzan sobre mi espalda. Y tengo miedo de andar solo por la calle de noche. Y Gabriel que me hace planteos extraños…Mamá se fue de casa. Dijo que pronto volvería. Con suerte en una semana. No hace una que se fue. Pero la extraño. Y la necesito... ¡VUELVA PRONTO MADRE MÍA!
