domingo, 13 de julio de 2008

Crónica de una semana más

¿Vieron cuando la más preciada de sus pertenencias no puede cubrir con sus expectativas? Es decir, cuando uno de esos elementos que tanto quieren no funciona, no responde, o de la nada deja de andar, justo en el momento que más necesidad uno tiene de ellos…
Bueno, ese es mi caso ahora. Es mi cabeza la que no responde a mis necesidades (que conste que te describo como lo más preciado de mi). Es verdad que últimamente he abusado de ella, que no la he tratado bien, que la he privado de sus horas de sueño, que la obligué a dejar de hacer lo que más le gusta, que la drogué con chocolate de baja calidad… ¿PERO ME PORTÉ TAN MAL COMO PARA QUE ME TRATES ASÍ? Digo, con otra migraña me era suficiente tu descontento con mi política de cuidados y prioridades... Después de todo no era mi intención. Pero bueno, allá tu: te demostraré que la independencia es un concepto que a mi sí me cabe.
Como decía, mi cabeza no me responde. Y hasta que no hagamos las pases es posible que no haya contacto (¿por qué todo el mundo espera que el que de el brazo a torcer primero sea yo? ¿No se les ocurre pensar que este varoncito es más orgulloso de lo que demuestra?). Así que no esperen mucho. Tengo muchos post en mente, pero no se me ocurre tallar ni modelar ninguno de manera coherente. Y siento la necesidad vital de escribir, así que me descargo con la crónica de una semana más de mi vida, tan particular como ninguna, parecida a todas las demás.

Lunes: Fuego de noche…nieve de día. La noche anterior estaba espléndida. Pero a la mañana el preludio de los chubascos se presenta a campanadas. O sea, todo bien, ustedes saben que me encanta la lluvia. Pero sucedió que los planes armados se vinieron abajo. Tuve que retirar las consignas del recuperatorio de mi parcial domiciliario por la facu, y encontrarme con mi amor a las 6.30 p. m. en otro lugar. Terminamos hablando de cosas terribles que no me esperaba, al abrigo del frío marítimo y la amenaza hídrica; pero como todas esas charlas serias, quedamos mucho más tranquilos los dos, suspirando suspiros de llanto curado (¡TKM!).

Martes: Día de flojera. El mundo gira a mí alrededor. Y yo solo tengo que hacer el parcial. Incluso falto a clases para tener más tiempo de estudiar –craso error. Hice todo (todo) menos el parcial. Con la angustia de la proximidad de su entrega me empiezo a preocupar por no entender las consignas. Le mando un mail a quien mejor me ha tratado en la facultad durante estos tres años (si ella no fuera casada… si yo no fuera gay… diría que a Caro le gusto. Si algún día lees esto, sabe que contás conmigo para cualquier cosa; con agua hasta la sangre se limpia). Por culpa de Speedy, el mail me es correspondido por teléfono, con salvavidas varios para mi crisis en charco. Esta mina se portó de 10.

Miércoles: Feriado Nacional (feliz día de la Independencia atrasado). Un buen día para hacer el parcial, ¿no? Bueno, me ocupo de él. Y en mi retrazo adelanto bastante. A la noche. Porque la tarde fue de mi amorcito. Lo calificaría como día productivo, sí.

Jueves: Con pasmosa tranquilidad, me sigo tomando las cosas con calma. Total falta un día para entregar, y a mi me falta una sola consigna (una de dos). Todo bien. Muy de noche voy a la última clase del 1er cuatrimestre 2008, solo por la asistencia. Mi alegría de los jueves se ve insultada por un 6 (¡por diossss, sí, dije 6!) en Adolescencia. O sea, más que el 6, me molestó la calificación de mi excelente clase oral frente a todo mi curso. O sea, para los despistados: mi clase fue sencillamente extraordinaria, digna de mi. Diría que solo uno o dos compañeros más alcanzaron con poca gracia mi nivel. Y la muy puta de la profesora de los prácticos (que no escribo su nombre completo porque no lo sé, pero sí su nombre de pila, Inés), me puso un 6. Con cara de culo durante la clase, mastico mi rabia, y decido mandarle un magnífico mail para cuestionar su criterio de evaluación, preguntando si había alguna posibilidad de error. La concha no respondió. Pero no importa. La vida me ha demostrado que la posibilidad de la venganza se presenta en el momento menos esperado, pero más oportuno para el vengador.

Viernes: El es día de entrega del parcial. Y me falta la más difícil de las consignas. Chamuyo. Que antes que nada es mejor. No recuerdo la última vez de que el cielo haya llorado tan copiosamente y sin furia. Después de entregar el parcial –me lo recibe el profe, que esta bastante bueno (el tipo no es gay ni a palos, pero su carita me sorprende con ojos delineados, jejejejejeje)– me voy a ver a Gabo hecho sopa. De su casa, nadamos 5 cuadras, a tomar submarino en Comics. Me regala un libro con dedicatoria, y yo no puedo ocultar la cara de interés que me producen estos gestos: …te brillan los ojos, me dice; es por vos, miento un poco (solo un poco).

Sábado: El descanso ha de esperar. Los chicos vienen a casa a comer mis pizzas caseras, que no serán espectaculares como las del papá de Ali, pero que ocupan un distinguido lugar después de éstas (palabras de ella). Compro levadura, aceitunas, jamón (sí chicos, me olvidé de ponérselo, la próxima vengan antes y no me maten de hambre, ¿si?). Vuelvo a casa y me entero que mi papá se acabó toda la harina 4 ceros. Son esos momentos en los que demuestro todo el amor que tengo por él, porque si fuera otro y no mi padre, lo hubiese puteado. 8 p. m. y las pizzas en “veremos”. De nada sirvió apurarme, porque los condenados llegaron entre las 11 y 11.30, por lo que comimos a la 1 (cualquiera puede pensar que soy un muerto de hambre, pero quiero verlos esperar desde las 6 hasta las 11 sin comer nada, já). Una cena fantástica. Me reí mucho. También mucho comí. Y con gente que quiero mucho. Nos sacamos muchas fotos (jamás salí tan gay como en éstas, por diosssss), miramos pelis… Después las chicas se fueron, y con Gabriel casi nos portamos mal. Después mi amor también se fue, e hice una vigilia de sueño hasta las 9, para ir a comprar mi querido P/12, porque no me iba a levantar a las 5 de la tarde para ir al kiosco. Así, no.

Domingo: Efectivamente me levante hace escasas horas, a las 5 p. m. Con dolor de cabeza. Que ya me paso porque me empastillé. Merendé con mi habitual leche con avena y algunas porciones de bizcochuelo (sí chicos, lo sé; el verano esta cerca y yo como si nada. Pero no se preocupen que en las vacaciones estas me pongo las pilas). Después me vine acá, a la PC, y acá estoy hace un par de horas. Por lo que se ve el día terminará así para mi, con tarta para cenar, algo de leer antes de dormir, y naah más. Besos para todos.