miércoles, 7 de abril de 2010

Y más que siempre, y más que nunca, y más que jamás...

Por supuesto que hicimos el amor…


Con Horacio, eso de hacer el amor, como canta Manzanero, era algo que veníamos practicando desde hacía unos días, desde aquel mismo en el que nos fundimos en un beso tosco y torpe en el boliche, cuando más tarde nos atacamos por el cuello y partes de la oreja...


Y más que siempre, y más que nunca, y más que jamás…


Desde aquella noche hemos venido practicando el rito y mis enfermas cosquillas nunca fueron el problema…


…ni que las gentes nos vieran a los dos…


Hablando y conociéndonos; aun nos falta tanto, pero eso sí, creo que ni un instante dejamos de hacer el amor.


El sorbo de café que nos tomamos aquel rato que pasamos sin parar de conversar…


Porque el tiempo así no tiene límites, y si bien la luz del día nos indica que ya es muy tarde, todavía no nos cansamos de estar juntos.


Con Horacio, eso de hacer el amor fue más allá. Y fue espectacular, como la primera vez que no tuve, así de tanto me gustó, casi perfecta; saber que también a él gustó, haberlo sentido feliz en cada lugar donde nuestra piel tuvo encuentro.

Con Horacio, después de tanto y a la vez tan poco tiempo, hicimos el amor. Y para ninguno de los dos (sospecho que en especial para él) habrá vuelta atrás.



PD: había olvidado (si alguna vez supe) que un hombre desnudo puede ser hermoso.