lunes, 1 de febrero de 2010

Gustavo no puede con su genio... se traiciona

Yo sé que es muy pronto para escribir estas palabras. Quizás, por lo pronto, sea sólo un mero ejercicio de escritura. Veremos
Hoy quería escribir sobre Gabo. Gabo y yo. Nada en especial.

Ayer soñé con él. Se había separado. Es raro que yo sueñe (que recuerde sueños, a eso me refiero), y más raro que lo haga con él. Quizás sea raro que lo haga en el futuro.
Gabo poco a poco se me está escapando de las manos, y yo no lo pienso detener.
Decía que se había separado. Acaso había tenido una relación intensa con Matías. Desconozco lo que había desencadenado semejante final. Apenas es lo que recuerdo, lo que quiero recordar. Gabo se me acercó y con tristeza me dijo eso, que se había separado. Yo no pude más que abrazarlo y entristecer con él. A Gabo, en el sueño, lo quería tanto como lo quiero despierto. Gabo se portó mal, fue deshonesto, fue chiquilín conmigo. Yo creo que hizo lo que pudo. A Gabo le tocó en suerte nada mejor que tenerme a mi de novio. Estando conmigo se arriesgó. Y perdió. Pobre Gabo, pensar que fue un hombre triste estando conmigo, que fingió bienestar solo por mi, por inspirarle lástima, para no lastimarme.
Gabo dejó caer sus lágrimas y su congoja me resultó familiar. Yo habré llorado con él. Fue muy fuerte el abrazo que le dí. Le dije lo que debe suponer, que lo quería, y que verlo mal era doloroso para mi. Apenas fue eso lo que soñé.
Con Gabo nos separamos hace casi un mes. La última vez que lo vi no estaba tan mal como yo en aquel momento. Eso me reconforta en algún lugar… saber que estaba seguro de todo lo que nos estaba pasando. Gabo me dejó en claro que no quería volver conmigo mucho antes de que se me pudiera ocurrir tal cosa. Porque es verdad: yo no quiero volver con Gabo, no quiero estar con nadie que se le parezca… de hecho me planteo si quiero volver a estar con alguien en este momento. Es muy temprano. Una de las razones que me impulsaron a tomar la palabra, esa que dio inicio al fin, fue justamente el sentimiento de culpa, de no poder hacer lo que siento que quiero hacer, simplemente por aferrarme a un tonto fundamento.
Es raro. Cuando no pienso en otra cosa mejor, pienso en mi, en lo que Gabo y nuestra relación dejaron de mi. A veces pienso en él. Lo imagino contento, feliz, libre. Me pongo bien por él. Justamente ayer recordé cosas buenas; mi cara habrá llenádose de luz. Sonreí a la oscuridad al memorar su sonrisa, recordando qué tan fácil me resultaba irritarlo, lo mucho que le gustaba que le dijera Choco hermoso, la forma en que reía cuando le murmuraba en zata retículi “te amo”. Su sonrisa siempre estará en mi mente, como su piel fría en mis dedos cuando mis manos lo recorrían, sos ojos enormes cerrados cuando dormía y yo lo admiraba.
Quisiera que llegara el día que podamos volver a hablar, esta vez como cualquier cosa menos como los amantes que fuimos. Ese día le diré que él será el hermano que siempre quise tener, que me falta, o en realidad no, simplemente que él es mi hermano y así lo quiero, con amor fraternal.