lunes, 28 de julio de 2008

Una vez...

Érase una vez un hombre. Un hombre con una vida mediocre, descentralizada. Que vestía de gris y saludaba sin ganas al mundo. Que pensaba y hacía diferente. Que aconsejaba bien y vivía mal. Érase una vez un hombre que necesitaba una oportunidad. Que se animó a pedirla y la recibió.

Un día conoció a otro hombre. Tan distinto a los demás que se parecía a él –a lo mejor de él. De repente enloqueció por este hombre, al punto de no soportar la espera hasta la próxima cita.


-No aguanto más. Nos vemos mañana-, le dijo. Y así fue.


Gabriel aceptó verse conmigo. Aceptó caminar por la Mar del Plata más linda de la ciudad. Me corrió la cara cuando le quise dar un beso. Pero me pidió disculpas dándome él el primero.


De atolondrados, esa misma noche nos pusimos de novios. Así nos encontró la mañana, entrelazados, el uno dueño del otro.


Así seguimos hoy, dos meses después de ese miércoles 28. ¿Pasamos muchas situaciones? No, solo algunas: un ensayo de crisis; una pequeña escena de celos; cientos de perdones; miles de “te quiero”; muchos más te amo; papá Santoro interrumpiendo en lo mejor; lágrimas también… algunas situaciones de los meses más rápidos de mi vida.

Érase una vez un hombre que vivía triste.


Hasta que te conocí.


Amor, feliz segundo mes, el segundo de muchos más que aún nos aguardan. El segundo mes más hermoso de mi vida. TE AMO.
PD: Adivina quien soy...