jueves, 4 de febrero de 2010

Notas al aire

Ayer me dijeron que el yo de mis fotos no coincidía con el yo que la persona de la que hablo se imaginaba. Esos comentarios pueden ser hirientes. Al final, después de picarme un poco, me aclaró que no resulté tener anteojos y el pelo con rulos, ser blanco-blanco y gordo. Gracias. En cambio me dijo algo, puede que lo más lindo en días: tenés linda sonrisa. “Sí, y una vida de mierda también”. Gracias de nuevo.

También esa persona me hablo de la Ley del Soltero (al principio la recordó como la Ley del Garche). No sabía que tal cosa existiera, aunque ni bien supe de ella lo entendí todo. Me lo dijo en respuesta a todos los halagos que recibo desde hace un mes. Supongo que ha de ser como la Ley de la Atracción, esa que en la librería donde trabajo te la ofrecen a cambio de $110 pesos por El Secreto, el best seller que secunda a El Dueño, de Majul.

Carlis, mi amor platónico de Buenos Aires, me dice que tengo que estar solo, reencontrarme conmigo mismo, aprender a estar solo me dijo, que es lo mejor. Me lo dice desde su experiencia y yo sé que debe ser lo correcto, lo que debo hacer. Sinceramente pienso que me vendría bien la soledad. Ya me imagino que esto puede durar una eternidad, más por la costumbre de tener a alguien a mi lado siempre. Solo, de ahora en más solo. ¿Por cuánto? ¿Y qué es la soledad? ¿Que incluye el paquete? Dios sabe que no quiero cometer errores, pero soy tan joven y no sé que hacer.

Hoy el Profe se conectó, y me habló para pedirme disculpas. Que se sentía raro y que en mi lugar debería estar enojado con él. Dijimos que podemos quedar en 0, pero no lo dejé irse sin decirle de lo grande de mi orgullo, que nunca había dejado que me dejen plantado dos veces. Me dijo que yo le gustaba y que me quería conocer (algo nuevo para mi), y yo me quedé con ganas de más, de decirle cómo viene la mano por acá. Que me acabo de separar y que hay momentos como este en el que escribo que mis ojos no paran de derramar lágrimas, que todavía pienso en Gabo, que los días son muy largos (y las noches, misteriosamente, muy cortas) y mi cara de mal humor debe ser elocuente… mejor empiezo el párrafo siguiente y termino rápido.

Anoche pensé qué pasaría si le dijera a Gabo que quería volver con él. Pensé que le diría que lo amaba y que me moría de ganas de besarlo y hacerle el amor, abrazarlo y no parar de demostrarle lo mucho que lo extraño. ¿Realmente podría hacer tal cosa? Sólo puedo decir que me dejé llevar por mi imaginación, que intenté no pensar en todo lo ocurrido, en todo lo que dijo e hizo. Tiempo, necesito eso, pero este mes parece peor que el que acabo de dejar.



PD: Yo leo todos los comentarios. Algunos los guardo, pero todos me hace ruido.