martes, 24 de agosto de 2010

Varieté de las últimas semanas

Carlos me pidió, de alguna u otra manera similar a la que interpreté, que demos por finalizada nuestra virtual y ficticia relación. Sin entender, en menos de lo que imaginé, se fueron a los mil demonios aquellos pensamientos mios que nos encontraban juntos... Tiempo después pretendió que nada había ocurrido, y hasta me pidió que lo olvide todo, que esperaba algo más que un simple “feliz cumpleaños” público el día de sus 28. Pero me fue imposible. Quizás caí en la cuenta de lo verdaderamente frágil de “aquello” que nos ligaba, que me fue imposible desandar el final de nuestra historia. Importa poco, pues soñar con él fue hermoso. Inútil, pero hermoso al fin.

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Andrés vovlió de un lugar muy muy lejano, hecho un ogro de feo, pero yo lo veo precioso. Cruzamos algunas palabras torpes, y con alguna mentira lo llevé al lugar donde quise.

-No pensé que alguna vez tomarías viaje...-, me dijo.
-No recuerdo que antes me hayas dicho ¿subis?-, le dije.

Ahora nos queda volver a vernos pronto, y dar por finalizada la ronda de juego que una vez empezamos. Esta vez, como acordamos la última, el telo lo pagó yo.

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Un día llegué muy bohemio a casa y cometí sincericidio.
Hablé con Germán y le di razones para que no insistiera. Él no entendía cuando le decía que era el chico más lindo que había conocido y que era mucho lo que me gustaba. Que soñaba con su cuerpo tanto como con sus besos. Que no había nadie que me arrancara sonrisas en mi soledad, excepto él. No entendía cuando le decía esto y seguido le explicaba que no había nada que pudiera darle a cambio. Que tarde o temprano yo termino lastimando a la gente que me rodea. No entendía cuando le decía que hacía bien en no creer en nadie pues es lo mismo que hago yo día a día. “No confíes en mi; yo no confío en vos”. German no dio respuesta por un momento, y al rato me dijo “bueno, chau, :-(“, y se fue. Antes de que me eliminara de Facebook yo ya estaba arrepentido.

Es como le dije a Gaybriel... “creéme que soy capaz de destruir cualquier vínculo si me llego a enterar que por detrás nace un sentimiento”. A veces pienso que maté por siempre mi idea de volver a amar.

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Horacio esta loco. Su grado de obsesión ha superado mi imaginación. Hace un mes lo crucé en la calle y no me saludó. Eso, más que molestarme, me dolió. Al día siguiente me mandó un mensaje diciéndome que lo nuestro había sido un error, que nunca más me saludaría. Le faltó decirme que me odiaba. Tiempo después también me dijo eso. Una o dos semanas más tarde fue su cumpleaños 29, el mismo día que Carlos. Volvió a mandarme un mensaje diciéndome que esperó todo el día a que lo saludara, y que se había dado cuenta de que nunca dejé de ser un pendejo de mierda. Tengo que aclarar que en ningún momento traicioné mi decisión de no hablarle, por lo menos hasta notarlo mejor. El día que festejaba su cumpleaños me pidió vernos un rato antes de la fiesta. Yo le comenté esta situación a mi amigo Leandro pidiéndole ayuda, que interviniera. Otro mensaje más de Horacio: “Sos una mierda, un pendejo. Sólo te quería invitar a mi cumpleaños porque, a diferencia tuya, yo sí soy gente...”
Nada de esto escapaba a cómo me imaginaba que estaba Horacio. Pero lo último me superó, me asustó. Esta semana Andrés lo encontró en una sala de chat. Ahora se hace llamar con un nombre distinto, usa mis fotos, y dice conocer a todos mis contactos. Le dijo a Andrés que sabía que yo le firmaba su Face y también le dió información privada mia. Menos mal que nunca se me ocurrió ofrecerle la dirección de mi blog.

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Ezequiel se enamoró de su gran amigo: yo.