viernes, 13 de marzo de 2009

Conny, la mujer de Roberto

Hoy Conny me dijo que era prescindible. Que poco le importaba lo que pensara o hiciera, que las cosas las debía hacer a su modo (por más que fuera el peor) o me pegaba una patada en el culo. Y que si hacía las cosas como ella quería, por ahí, si se levantaba de mal humor me pegaba la patada igual, así, gratis, porque -eso sí, todavía, incluso, se lo tengo que agradecer-, ella, a pesar de mi, me aprecia mucho.

Conny hoy no utilizó ninguna de estas palabras, pero da igual. Sucede que cuando uno se acostumbra a bastardear y subestimar, olvida que el otro no es más tonto porque pensemos así. Fue eso lo que sucedió. Conny olvidó que sus lacayos pensamos hasta mejor que ella, que nuestro sentido común aún es eso, común, que su fortuna (la de Roberto) y pedestal aéreos se cimientan sobre nuestras espaldas. Que después de todo, Palito (la librería), a algunos más que otros, nos pertenece.

Si hay algo, entre todo aquello que la hace inferior a mi, que admire y deba reconocerle, es su capacidad de abstraerse de si misma. Porque cuando quiere piensa como nosotros, entra y se acomoda en nuestras cabezas y nos ataca en lo más tierno y vulnerable.

Supongo que ser “la mujer de" un librero brinda la oportunidad de que el vagaje intelectual de “la mujer de” un librero sea menos pobre. Y todos sabemos el valor del capital intelectual. Yo ahora lo estoy aprendiendo.

Textualmente, sus palabras fueron: “Les hablo a ustedes [a Nerea, que le dice "la nena esta", y a mi], que son los nuevos y que todavía no tienen nada asegurado acá (...), porque si yo veo que no cambian..., hablo con Roberto y le digo que no necesito tal empleado y listo”. Da igual, porque con ellas dijo todo lo antes escrito, quizás más.

No es que quiera sentirme peor, o quiera dar lástima. El reclamo fue a todos, a los viejos también, porque ella es así, hincha pelotas no más. Pero siento que con nosotros fue distinto: no dejo de pensar que el mensaje último y objetivo fue: “ustedes dependen de mi”, cuando nosotros (por lo menos yo) dependemos de nosotros, nunca como antes.

Pobre Conny, las cosas que le digo por mi blog. No se las merece. La mujer no tiene la culpa. La culpa es nuestra, por hacerle pensar así. Que grande mi culpa, cuando en unas semanas le diga, lo lamento, pero me voy...

PD: Conny quiere que me quede. Me lo dijo Roberto, que también quiere que me quede, ¡hasta me felicitó!, algo, para mi, insólito. Resultó ser que soy más eficiente de lo que pienso. Esto sin agrandarme. Pobre Conny.

PPD: Sí, hoy fue un día de mi&da.

PPD*: Siempre quise decir/escribir "prescindible", justo ahí en el inicio del blog. Perdón por el error. Ya lo corregí.