viernes, 15 de enero de 2010

Papá

Hoy soñé que hacía el amor con una compañera del trabajo. En realidad no era mi compañera, solo tenía su cara. Nunca trato de interpretar mis sueños, son rarísimos.
Así que hice el amor con una mujer que poco se parecía a mi compañera, excepto por la cara. Era hermosa, era perfecta, era como me gustan las mujeres. Fue genial.
Después entró un chico que no conozco (o quizás sí) y nos extorsionó. Nos dijo que si no lo dejábamos “participar” contaría todo. Mi mayor temor no era que hablara de lo que había sucedido, si no que dijera dónde había ocurrido. Yo, sin mucho convencimiento le abrí la puerta y lo dejé quedarse. Quería hacerlo, aunque más quería quedarme sólo con él.
Cuando quisimos darnos cuenta de la hora eran las 9 de la mañana. Yo esperaba despedir a mis invitados mucho antes del amanecer. Pero ya era demasiado tarde.
Entonces alguien más tocó a mi puerta. Esta vez era mi papá, que quería tomar unas medidas de la ventana de mi pieza. Le dije que lo hiciera en otro momento, que no lo podía dejar pasar. Él insistió y casi me obligó a dejarlo entrar. Todo era terrible. Había violado la más importante de las reglas de mi hogar, no tener relaciones sexuales debajo del techo de mis padres. Y ahí me encontraba yo, no solo con una mujer sino con un hombre, que no le importó mi pedido de discreción y fue el primero en cruzar el umbral de mi habitación para dirigirse al baño, no sin antes mirar desafiantemente a mi papá. Mi papá siguió con los ojos al desconocido semidesnudo dándole la espalda y luego me miró. No sé si encontró mi mirada, pues baje mi cabeza. Lo había traicionado, y eso no era lo peor, se estaba dando cuenta que yo era gay. Y más lo confundía con una chica cubierta de sábanas en mi pieza.
¿Por qué insistió en entrar? ¿No pudo haber quedado todo en una travesura?

Hoy desperté con algo de amargura. Ayer, cuando con mi papá volvíamos a casa, le saqué tema de conversación. Por lo general vamos callados, ambos cansados, sin muchas ganas de hablar. Pero ayer fue diferente. Propuse el tema para poder hablar de mi, pero él se entusiasmó y habló mucho. Pude sentir que conducía más lento para hacer la charla eterna. Me encantó que lo hiciera.
Amo tanto a mi papá, y es la primera vez que me doy cuenta de ello. Tanto mal trato de mi parte me hace pensar en todo el tiempo que he perdido, en lo poco que me queda ahora. No es que él me esté por abandonar, pero el miedo sobrevuela mi cabeza y a veces es insoportable. Ya no sé que excusas inventar para pasar tiempo con él, decirle que lo quiero sin que se asuste (nunca se lo digo).
Mi papá es la única persona que me importa en este mundo que aún no sabe de mi boca que soy gay. Lo quiero tanto y tanto lo respeto que tengo miedo de defraudarlo, hacerle sentir dolor. Tengo miedo que llore, no puedo permitir que eso ocurra. Yo sé que algún día lo entenderá; yo sé que él me ama y que verme feliz lo hará feliz, pero tengo tanto miedo de los primeros instantes.
Cuando me preguntan que opina mi papá siempre digo que nunca se lo dije pero que de todos modos él lo sabe. Estoy seguro que un día me vio darle un beso a Gabriel. Estoy seguro que puede comprender que mi relación con él fue más que una amistad. Mi papá debe comprender que soy más prolijo y cuidadoso en mi forma de ser, comportarme y vestir que mi hermano por algo más que no es empeño en superarme. Nunca hablo de mujeres con él y… excepto por un error (eso me atormenta) él sabe que lloré una vez por Giselle. Yo estoy seguro que lo sabe, que lo debe imaginar, pero yo nunca se lo dije.