viernes, 8 de enero de 2010

Todo concluye al fin

Hubiese querido que esta fuera una entrada pícara, una broma del día de los inocentes… me atrasé para ello…

Tenía que darme cuenta ahora que la vida no era del color de los labios de mi amante favorito.

Hace un puñado de días (¿realmente tan pocos?) dejamos en claro con Gabriel qué era lo que sentíamos y cómo lo sentíamos. Descubrimos que no era lo mismo, peor, que era mutuo, que coincidíamos en las mismas y extrañas fantasías y temores, y que ya era hora de replantear lo que antes era para siempre. Con Gabo, mi querido, mi amor, el hombre al que siempre querré pase lo que pase, decidimos decir basta y terminar con casi veinte meses de amor.

Se acabó. El amor de amantes se acabó. Pero nació el fraternal, uno quizá más puro, más libre, ese no acabará.

Ahora estoy solo. Me siento solo. Se que puedo ver a Gabo todos los días, que me llamará a diario y que si quiero perderemos nuestras noches por teléfono, pero estoy solo. También sé que las cosas no cambian mucho, una relación como la nuestra no termina de un momento a otro, que todavía no le he dado el último beso.

¿Que si lo extraño? Muchísimo, más que antes. Y hasta más lo quiero, pero sabemos muy bien que mejor así.


A mi amor, al primero, al más grande, al más lindo, al mejor... lo mejor. Te estaré siempre agradecido y siempre te amaré.