lunes, 16 de noviembre de 2009

Mi primera Playboy

Hoy es uno de esos días en los que siento que “una fiesta sería dormir 25 años las siesta”. Estoy mal, muy mal. La razón… me da vergüenza decirla; porque si busco los motivos reales me vuelvo más culpable. De nada sirve auto-castigarme ahora… eso me alejaría aún más de la posibilidad de reparar mi error, si existe tal posibilidad. En fin. Recuerdo que muchas veces dije que “ahora que soy feliz” extrañaba aquellos momentos de tristeza y deliciosa melancolía, que tanto alimentaban mi espíritu. Era tanto mi “alimento” que escribía, sin razón, sin rumbo, a nadie y a todos. Y eso me reconfortaba. Pues bien, hoy estoy mal, y no me gusta estar así. Ergo, voy a tratar de reconfortarme. Escribiendo. Que lo hago mal, pero es lo mejor que sé hacer.

En noviembre saldría un número especial de la revista Playboy, en cuya portada encontraríamos a Marsh Simpson, la mujer de los dibujos más famosos de la tele...
Saben ustedes que Playboy es una revista legendaria, dedicada principalmente a hombres, cuyo mayor propósito es plasmar en imágenes a las mujeres más bellas-codiciadas del momento, sin ropa. Es así que por sus hojas pasaron… no sé, debo ser gay porque realmente no sé quiénes estuvieron presentes.
Pues bien, después de ardua negociación, los responsables de The Simpson accedieron a que la madre de Barth, Liza y Maggie posara para la revista de desnudos femeninos.
Edición histórica, sin dudas. ¿Perderme la posibilidad de atesorar un ejemplar de colección, por más que cuyo tradicional contenido no sea de todo mi interés? Añadiría mi nueva revista a otras… como algunas Todo es Historia (que solo a mi gremio puede interesar), una edición especial del Gráfico cuando Argentina salió campeona del mundial de futbol ’86, y otras pocas.
Pero no les voy a negar que me seducía la idea de ver qué tenía esa revista. Mujeres desnudas, ya sé, pero algo más habría. ¡No puede tener una revista sólo mujeres al natural y ser un ícono planetario de la humanidad!
O quizás sí…
El domingo fui a comprar el diario, y vi que el diariero tenía la Playboy que quería. No sabía si comprarla, todo había sido sólo una expresión de deseo. Hasta que la vi ahí, mirándome. No tenía más plata encima que la del diario, y una moneda más. Así que me decidí y le dije al señor diariero si podía reservarla con esa moneda… Jajaja, que habrá pensado no sé. La cuestión es que como soy cliente me dijo que me la guardaría, así sin más, hasta que volviera. Y volví. Y me la llevé. La guardé en mi mochila. Por lo general llevó como trofeo en las manos cualquier revista o libro recién adquirido, pero no quería que en esta oportunidad alguien del barrio me viera llegar con eso, aunque la tapa tuviera un dibujo. En fin, cuando llegué a casa me encerré en la pieza para “comerme” la revista, cual adolescente hétero. Y me la acabé en 2 minutos. Sí, 2 minutos; el tiempo que me llevó descubrir la basura en la que había gastado 13 pesos. Una revista que de Marsh Simpson no tenía nada. En realidad, lo que me decepcionó fue confirmar que es una publicación de imágenes, nada más, sin palabras, nada. Algunas entrevistas, y la revista se acabó, se consumió en cantidades exageradas de publicidades dedicadas al consumo suntuario (por ejemplo, chico de mi edad modelando un reloj de ¡5.500!, ¡¡DÓLARES!!), algunas comparaciones absurdas entre el mundo Simpson y el mundo argentino, una doña nadie mostrando una vagina infantil en una página doble, unas fotos de conejitas griegas (algunas parecían caballos, ni siquiera yeguas), y ya está, nada más. No sé qué pretendía encontrar, pero me decepcioné en forma. Últimamente digo más que he dejado de ser gay, más allá de mi decisión de estar con un hombre. Porque creo que me gustan las mujeres, aunque más no sea para admirar su naturaleza. Me retracto, soy rematadamente gay: no entiendo que tiene de interesante Playboy.

PD: Yo sé que Rubén lee siempre mis post's. Me lo aclaró. Rubén: hoy estuve con Sonia y me dijo que su padre la llamó al trabajo para avisarle que la habías llamado. Estamos al tanto de que, por lo menos a esa hora, estabas a punto de convertirte en papá. No dejes de contarnos nada, de este lado del mundo estamos ansiosos. Fortuna.


Nota: la imagen que aparece en este post fue tomada de aquí:
http://www.blogperfumerias.com/2008/03/03/coty-y-playboy-comunican-el-acuerdo-de-licencia-para-una-fragancia/

viernes, 13 de noviembre de 2009

Yo me quiero casar, y Ud?

No tengo tiempo para escribir. No tengo tiempo para andar navegando. No tengo tiempo para nada. Los parciales me están haciendo lenta y dolorosamente el amor, sin mi consentimiento. Igual, a veces, escribo. Igual, más seguido, navego. Y me tomo un tiempito para varias cosas más. Sino ya hubiese largado todo. Es así que no podía dejar pasar este día sin comentar lo siguiente.

Acabo de bajar mi edición on line de Crítica Digital y me encuentro con un pequeño cuadrito en la portada que dice: “Alex y José ya pueden casarse”. Fui a la página 17, y me enteré de la nueva. Una apelación histórica permite que por primera vez en Latinoamérica dos personas del mismo sexo se unan civilmente, como Dios manda. Fue en la parasitaria ciudad de Buenos Aires, hoy. La ciudad tiene 5 días para apelar, pero el ultraderechista jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, dijo que no apelará. Es más, hará público su apoyo a los casamientos homosexuales hoy, ¡POR FACEBOOK! (al mejor estilo pro), en clara oposición a la Iglesia (raro, ¿no?) y a la política kirchnerista, que este mes se negó a dar quórum en la Legislatura Nacional que trataría el tema de los putos. Es verdad que este mes, también, Reina Cristina visitará al papa nazi en el Vaticano. Pero no importa Cristina, esas cosas no se hacen (creo que esta no te la voy a perdonar).
Y ustedes se preguntarán por qué estoy contento. Si quieren la respuesta rápida acá les va: por rebelde. La otra es más larga:

Siempre me pareció una locura lo de casarse. Que un chico y una chica se casasen, descabellado; que un chico se casase con otro, antinatural.
Una vez, cenando con mis amigas, con la mesa repleta, alguien me dijo: “¡NO TE SIENTES EN LA ESQUINA DE LA MESA PORQUE SI NO NO TE VAS A CASAR!”. Obvio que me senté allí, a pesar de que me hicieron lugar en otro costado. Lo de casarse era para mí ya de otra época. Imaginen que mi abuela materna se casó a los 17, mi abuela paterna de apuro, mi mamá… para dejar de ser virgen (ni siquiera hablo de celebraciones que no incluyen amor). Siempre siguiendo un mandato social que beneficiaba a otros, a gente que entendía muy bien que ni era necesario casarse.
Pero el tiempo pasa, y uno crece. Después de un año y medio de amor con Gabo, de saber que cada día esta más cerca de ser ingeniero, de pensar que todas sus ambiciones materiales posiblemente las haga realidad… no dejo de pensar en los derechos sociales que me puede dar. Jeje, esto es lo que le digo a todos, y no me importa que me crean. Realmente pienso en lo importante que es poder decir ¡TENGO DERECHO! A veces saboreo la imagen de la cara constreñida de alguna vieja frígida que me mira. Esas cosas me enervan, me ponen filoso, y soy capaz de contenerme para decir palabras elegantes, las mejores, acordes a la situación:

Escena # (enero 2009):
Atardecer. Farmacia. Gustavo hace la cola para retirar su compra. Suena su celular. Es su pareja, Gabriel, para decirle que lo detuvo la policía.
Gustavo: Hola. Qué pasó. ¡No! ¡Decile que no tenés documento! ¡No! Bueno…, ahora voy.
Gustavo guarda con nerviosismo su celular. La cajera pregunta asustada si todo está bien.
Gustavo (afligido, preocupado): No. Acaban de detener a mi novio.
La cajera se queda perpleja. Lo suficiente como para retroceder, como si el cliente tuviera Gripe A (que en esa época no existía).
Gustavo (haciéndose el distraído): Gracias, chau.
Y Gustavo sale casi corriendo.
Antes de cerrar la puerta de la Farmacia escucha a la vieja constreñida que lo secundaba en la cola, comentándole a la cajera:
Vieja constreñida: Y… cada vez hay más desviados.

No dije palabra. Simplemente me fui. Me dolió, no lo voy a negar. Y ahora que lo pienso, no sé si hubiérale dado una respuesta con palabras elegantes, tal como dije. En fin. Cada vez tengo más a flor de piel el sentimiento de provocar las cosas feas, básicas e instintivas que la gente lleva dentro. Me gusta demostrarles que no son mejores que yo; que con esos sentimientos desesperados, yo los supero en mucho. Sépanlo, algún día me voy a casar. Y me va a encantar (verles la cara).

PD: la foto del besito de Alex y José la tomé prestada de la edición on line del diario citada, pp17.

Apostilla: no sé de quien será la culpa, si del periodista o del gay que se casa... pero ¿esto era necesario?: "'Alex me llamó y me dijo que ponga sonriza de hombre casado. Entendí todo y me puse a llorar', contó José".