domingo, 3 de agosto de 2008

Noche con Pin

Quiero aclarar que no soy un chico salidor (no me importa ir a la casa de ksjdfh y pasar la noche entera; mi problema es ir más allá de la puerta de salida de la casa de ksdfh). De hecho, no salgo, excepto un par de veces, …últimamente (naaaaaah). No me gusta salir de noche. “De día se hace la guerra; de noche el amor”, decían los griegos. Y yo podría hacer mis propios analogismos.
Cuestión que este post viene al caso de que acabo de cubrir la vacante de ese par de veces de las que hablé inicialmente.
Por motivos que me exceden, no puedo decir cuando fui (me escapé para ir, tuve que hacer varias paradas, el tonto también, cambiar mi ropa, un par de llamados telefónicos, y al fin pagar la entrada). Pero la cosa es que quiero hablar de la noche en Pin. Pin, ("Pin Up"), es un boliche gayfriendly (para que no nos acusen de autoexcluidos), que queda a mitad de cuadra de Santiago del Estero, entre Colon Av. y Brown St. (Mar del Plata city, off course). “Un antro”, me previnieron muchas veces. Hasta que un día fui sin querer queriendo, y comprobé que así era. Más: mi definición es “tugurio”.
Pero muy lindo. Digo, se respira mucho aire “gay” dentro de ese pequeño accidente arquitectónico. Aire del bueno, del que no tiene otro olor más que al de perfume y ganas, donde hay mucha producción, peinados y ropa de colores. A nadie le importa un bledo lo que haga el de al lado (excepto si ese nadie esta solo y el de al lado esta bueno). ¿La música?… y, …, yo diría que podría ser mejor, pero es cuestión de gustos (tipo que me gusta el punchi, pero otro tipo de punchi). Luces de colores, bola de cristal… de todo eso hay. ¿El público? Alguna vez me dijeron que ”las divinas” van a Pin, y “las populares” a la X… (¿Mica y Sonia?, a Pin, ¿no, M.?). Tendré que comprobarlo. Por lo pronto puedo decir que me gusta ese tipo de gente. O sea, hay de todo, como no hay en otro lugar al que haya ido: mujeres que parecen hombres (hay), hombres que parecen mujeres (¡puff!), hombres que parecen hombres (aunque no lo crean). Viejos y nuevos también.
Hasta las 4 a. m., nosotros. Después de nosotros, ellos. Lo estropean, pero bueno…
¿Bebidas? No sé, ustedes saben que no bebo (si alguna vez se filtra un video por YouTube, el de sweater azul no soy yo).
Hacia mitad de la noche, cuando la música me empezaba a aburrir, un show de transformistas. Bizarro el show, para dar risa, con presentaciones cómicas, sketchs varios, interpretaciones olvidables de olvidadas artistas americanas… en fin, hasta la mala acústica hacía que fuera muy interesante.
Después la música se puso buena, y la experiencia de la pista es sólo para aquellos que les gusta el tumulto. Aunque también me gustó.
El bailarín del caño estaba bárbaro. ¿Yo? A escaso medio metro de su… figura. Imaginen: toda su ropa apenas era una tanguita de color que ya no me acuerdo. ¡Ah!, y unas botas también tenía. Después de 15’, además del agua que el mismo derramaba sobre pecho, un brillante sudor lo bañaba, sudor que no cansaba su movimiento. Fue genial. Hasta Gaby me decía "podes mirar si querés…”;… muá bb.
Mis zapatillas de gamuza natural ahora son grises. Ya cansado me fui del lugar prometiendo volver. Es lindo Pin, más o menos lo que buscaba. Como pocas veces, me llevo de un lugar (de una noche) muchas más anécdotas de las que usualmente espero, más buenas que malas (como la mano de un “hétero que se pretendía” tocándome por atrás, o un par de comentarios insidiosos de un pobre diablo), pero que no vienen al caso, porque este post es de la noche en Pin, no de Gustavo en Pin. Besos.