domingo, 31 de agosto de 2008

Mambru y mi madre juntos

Mamá se fue de casa. Dijo que pronto volvería. Que nos portáramos bien. Que cuidáramos de la casa, de los leones y la cierva, de nuestro padre y de nosotros mismos. Mamá se fue de casa, y nunca pensé que lamentaría tanto su ausencia. Dijo que pronto volvería, pero hasta el día de su regreso yo creo ver un terrible abismo del que no se si me salvaré.
Mamá se fue de casa. No nos abandonó. Tenía unas cosas importantes que hacer. Y yo fue el primero en arengarla a “dejarnos”. Digo, lo volvería a hacer. Pero ya no sin saber del terrible padecimiento que es llevar adelante una casa. Solo. Con otros dos hombres a mi cargo. Encargado de la cocina, la limpieza, el lavado. Soportando la desidia de un hermano que no hace caso, que cree haber llegado a la plenitud de la vida, cuando solo parece haber entrado en lo más álgido de la rebeldía adolescente. Y ya tiene 21. Papá es muy bueno. Pero es hombre. Y de los de antes. Y por si fuera poco, las clases de la facultad ya se alzan sobre mi espalda. Y tengo miedo de andar solo por la calle de noche. Y Gabriel que me hace planteos extraños…
Mamá se fue de casa. Dijo que pronto volvería. Con suerte en una semana. No hace una que se fue. Pero la extraño. Y la necesito... ¡VUELVA PRONTO MADRE MÍA!